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Opinión

La batalla del peso

Editorial

Por Editorial

La llegada de Javier Milei al poder abrió una brecha mayor a la habitual entre la discusión de los políticos y la realidad del ciudadano común. El debate sobre la constitucionalidad del DNU 70 o el megaproyecto de ley enviado al Congreso son poco más que ruido mediático, algo a lo que se dedican la oposición y el periodismo, pero que resulta irrelevante para amplios sectores sociales arrasados por la pérdida de ingresos vía inflación. Ni de la oposición ni de los medios surge una sola idea practicable para conjurar la actual crisis.

En este contexto la principal batalla que libra Milei es la de la moneda. Debe evitar que el peso se desintegre en una hiperinflación. Para eso recurrió a una fuerte devaluación que eliminó una de las distorsiones macroeconómicas más perniciosas: la brecha cambiaria de más del 150% que dejó el dúo Massa-Kirchner. Esa es la "grieta" que debe cerrar, no la de las absurdas discusiones ideológicas que encubren apenas intereses y privilegios afectados.

En ese plano está en peor situación que Mauricio Macri que debutó con una fuerte devaluación por el atraso cambiario que le dejó el dúo Kicillof-Kirchner (la Vicepresidente es una especialista en este tipo de legados). Pero en el presente caso, aunque la brecha fue reducida del 150% a menos del 30% de un día para el otro, la medida no parece destinada a durar porque está siendo horadada rápidamente por una inflación que corre al 30% mensual como mínimo, mientras las microdevaluaciones -que se han ensayado sin éxito desde tiempos de Martínez de Hoz- corrigen el oficial al 2% mensual.

En resumen, si la inflación de enero y febrero alcanza un 60%, será necesaria otra devaluación, más allá de lo que opinen el Congreso o la Corte Suprema sobre el uso que hace Milei de las herramientas legales a su disposición.

En ese plano es ilustrativa la reacción de los dos poderes del Estado que debe controlar al Ejecutivo. La cabeza del Poder Judicial, decidió tomarse el mes de feria antes de comenzar a analizar la cuestión y en el Legislativo los diputados no kirchneristas siguen sin acertar con una estrategia de conjunto. Han sido acusados de coimeros, pero no pueden votar junto con la Cámpora. Se dedican a armar bloques para cuando llegue el momento de negociar leyes.

El poder corporativo, en tanto, reaccionó de manera heterogénea. El empresariado espera ver resultados, mientras el sindicalismo se convirtió en el yunque sobre el que Milei descarga los golpes que no son para la "casta". Eligió un enemigo desprestigiado e intenta que su imagen crezca por oposición a los Daer, Moyano, etcétera. Los jerarcas de la CGT reaccionaron con amenazas, porque no cuentan con otra arma, salvo la Justicia.

Al margen de los detalles, estas rencillas escenificadas por los medios no determinarán la suerte del flamante Presidente; lo harán una vez más los mercados, el juez histórico e implacable de todos los gobiernos.

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