En el tipo y la localización de la grasa corporal puede estar la respuesta, según un estudio reciente.
La prevalencia de la obesidad viene en aumento desde hace décadas a nivel mundial (en Argentina alcanza a uno de cada tres adultos). Es un problema de salud pública prioritario porque es uno de los principales factores de riesgo para enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer.
No obstante, mientras algunas personas con obesidad presentan esas comorbilidades que disminuyen la calidad de vida y la ponen en riesgo, otras se mantienen relativamente sanas. En el tipo y la localización de la adiposidad puede estar la respuesta, según un estudio publicado en la revista eLife.
Grasa favorable o desfavorable
Se considera con obesidad a las personas que presentan un índice de masa corporal (IMC) superior a 30.
El IMC es un indicador de la relación entre el peso y la talla (altura) que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2).
Aunque todas las personas con obesidad tienen en común el estar por encima de su peso saludable, dos individuos con el mismo IMC pueden tener cantidades muy diferentes de grasa, y esa grasa puede distribuirse en diferentes áreas del cuerpo.
La grasa almacenada debajo de la piel se considera menos dañina que la adiposidad que rodea órganos como el hígado y el corazón, y son los genes con los que nacemos los que determinan cómo y dónde se almacena la grasa. Los científicos hablan de adiposidad "favorable" o "desfavorable".
"Algunas personas tienen genes de grasa 'desafortunados’', lo que significa que almacenan niveles más altos de grasa en todas partes, incluso debajo de la piel, el hígado y el páncreas. Eso está asociado con un mayor riesgo de enfermedades como la diabetes tipo 2", explicó Hanieh Yaghootkar, profesor de biociencias en la Universidad Brunel de Londres (Inglaterra).
"Otros tienen más suerte y tienen genes que significan más grasa debajo de la piel pero menos grasa en el hígado y un menor riesgo de enfermedades", diferenció el líder de la investigación.
Riesgos diferentes
El equipo utilizó una técnica conocida como aleatorización mendeliana y descubrió que de las 37 enfermedades que probaron, 12 estaban directamente relacionadas con los genes que determinan si una persona tiene o no una "adiposidad favorable". Entre ellas se incluyen patologías de las arterias coronarias, los ataques cerebrovasculares (ACV) y la diabetes tipo 2.
Otras 9, en tanto, no estarían relacionadas con la adiposidad y probablemente estén vinculadas al exceso de peso, como pueden ser una trombosis venosa profunda o artritis en las rodillas.
Hacia un peso saludable
Sin embargo, los investigadores advierten que, independientemente de si alguien tiene una adiposidad favorable o desfavorable, la obesidad siempre es un riesgo para su salud. E incluso quienes presentan una grasa "favorable" siguen teniendo mayores chances de sufrir cálculos biliares, asma y psoriasis.
También encontraron que algunas otras enfermedades que antes se pensaba que estaban relacionadas con el peso de una persona, como el Alzheimer, parecerían no estar vinculadas.
"Para prevenir y medir mejor el riesgo de enfermedad, es importante comprender si la obesidad es un factor de riesgo casual y, si es causal, qué consecuencias (ya sean metabólicas, mecánicas o psicológicas) derivan del riesgo", sostuvo Yaghootkar.
"Nuestros resultados también proporcionan evidencia de que todos se beneficiarán de perder su grasa corporal extra, incluso si son metabólicamente saludables", agregó.
Mejorar los tratamientos
Según los investigadores, los resultados pueden ayudar a los médicos a personalizar mejor los tratamientos de las personas con obesidad.
"Por ejemplo, hay muchos tratamientos que pueden ayudar a reducir los niveles altos de grasa en la sangre y alrededor de los órganos que no afectan el peso adicional que tiene una persona", graficó Timothy Frayling, profesor de genética humana en la Universidad de Exeter (Reino Unido).
"Por el contrario -diferenció-, para otras condiciones, puede ser tanto o más importante reducir el peso extra que los dañinos niveles altos de azúcar y grasa en la sangre".
Para el estudio se analizaron datos del proyecto FinnGen de Finlandia y el Biobanco del Reino Unido. Fue financiado por Diabetes UK y realizado en colaboración con la Universidad de Westminster, que recopiló información de medio millón de personas de 37 a 73 años entre 2006 y 2010 de todo el Reino Unido.
"Si bien es importante que identifiquemos las causas de las enfermedades relacionadas con la obesidad, los buenos genes aún no reemplazan un estilo de vida saludable. Una adiposidad favorable solo llegará hasta cierto punto: si tiene obesidad, el consejo es que intente bajar de peso", subrayó Susan Martin, becaria de investigación postdoctoral en Exeter y otra de las autoras del trabajo.
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