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Los aspectos socioeconómicos y políticos de la ciudad

Los orígenes de nuestra ciudad se remontan al proceso de colonización iniciado en nuestro país alrededor de 1880, que favoreció el surgimiento de un centenar de colonias agrícolas en el espacio denominado pampa húmeda.

A diferencia de las ciudades fundadas por los españoles en territorio americano durante la época de la conquista, Rafaela no tiene acta ni fecha precisa de fundación. Se formó en 1881 -año en que se firman los primeros boletos de compraventa-, con la llegada de once familias inmigrantes que habían adquirido tierras a plazos en la compañía colonizadora de un empresario alemán, Guillermo Lehmann. Este había llegado al país en 1862 y se radicó en la localidad de Esperanza.

Allí se dedicó a las actividades comerciales -desde el comercio al menudeo y el almacén de ramos generales hasta transformarse en uno de los más grandes acopiadores y empresarios colonizadores de la región-, pero también desarrolló una importante labor política y social. Fue Juez de paz, Presidente del Concejo Deliberante, encargado nacional para el fomento de la inmigración, fundador del Diario El colono del Oeste, entre otras. Estas acciones le permitieron establecer importantes contactos con actores económicos y políticos en el orden provincial y nacional, y llevar adelante la iniciativa colonizadora, no sin riesgos ni pérdidas (Vincenti, 2010).

Los terrenos sobre los que se emplazó Rafaela pertenecían al terrateniente bonaerense Manuel Quintana y a los comerciantes paraguayos Carlos Saguier y Félix de Egusquiza. Se dice que la identificación de la colonia se debió, según este apartado que escribió María Cecilia Tonón, al nombre de la esposa de este último, amigo personal de Lehmann, Rafaela Rodríguez de Egusquiza, aunque tampoco hay demasiados acuerdos entre quienes han indagado su toponimia. Lo cierto es que varias de las localidades que surgieron en esta zona llevaron el nombre de los dueños de las tierras o de alguien vinculado con ellos: Angélica (Iturraspe), Ataliva (Roca), Aurelia (Saguier), Aldao, Bauer y Sigel, Bicha (Tornquist), Margarita (Gálvez), etc.

El éxito de este tipo de colonización en la ciudad de Rafaela puede ser atribuible a diferentes factores: relativa baratura de las tierras en relación con otras zonas, aptitudes para el desarrollo de la actividad agrícola, y la temprana llegada del ferrocarril, que permitió incorporar tierras inexplotadas al aparato productivo, transportar con celeridad los frutos de la cosecha hacia los centros de consumo y puertos de embarque, comunicar intra y extra-regionalmente a las localidades pertenecientes a la jurisdicción de Castellanos (Chémez de Eusebio, Sáenz, Vincenti, 1982).

El relativo bajo costo de la tierra, asociado a un adecuado sistema de venta en plazos, permitió a un número significativo de colonos acceder a la propiedad de los campos que trabajaban. Aunque no sin penurias y, en ocasiones, pagando algo más del valor real de las tierras, muchos colonos pudieron convertirse en propietarios, constituyendo una excepción razonable dentro de la estructura agraria nacional, caracterizada por la gran propiedad.

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