En Argentina, el movimiento cooperativista lleva más de un siglo construyendo comunidad, ofreciendo servicios esenciales, brindando fuentes de trabajo y promoviendo un crecimiento auténticamente federal. Desde la primera matrícula otorgada en 1905 a la cooperativa Hogar Obrero a las más de 15.000 entidades que existen hoy en nuestro país, el cooperativismo argentino está presente en las 23 provincias que componen nuestro territorio, brindan servicios de luz, agua, gas, telefonía, internet, y televisión (entre otros) a más de 2.000.000 de hogares, suman 18.000.000 de asociades e integran a casi 300.000 trabajadores y trabajadoras.
Además de brindar trabajo y cubrir servicios esenciales, las empresas cooperativas argentinas participan fuertemente de la producción nacional, representando el 28% de su producción cerealera y oleaginosa y siendo responsables del 8% de las exportaciones del sector agropecuario y, en total, el 5% del comercio exterior del país.
Desde el INAES entendemos que, además de facilitar los procesos tramitales y regular el buen funcionamiento del sector, somos parte de un movimiento que tiene un papel clave y protagónico en la construcción de una sociedad mejor, más equitativa, integrando y articulando el potencial de la Economía Social en un proyecto de nación hacia un mundo donde la vida sea más vivible.
Unidas es mejor
Las cooperativas son reconocidas como asociaciones y empresas a través de las cuales los ciudadanos pueden mejorar sus vidas de manera efectiva mientras contribuyen al avance económico, social, cultural y político de su comunidad y país. El movimiento cooperativo también ha sido reconocido como un actor principal en los asuntos nacionales e internacionales.
El modelo de afiliación abierta de las cooperativas permite el acceso a la creación de riqueza y la eliminación de la pobreza. Esto resulta del principio cooperativo de la participación económica de los miembros: "Los miembros contribuyen equitativamente y controlan democráticamente el capital de su cooperativa". Debido a que las cooperativas están centradas en las personas, no en el capital, no perpetúan ni aceleran la concentración de capital y distribuyen la riqueza de una manera más justa.
Las cooperativas también fomentan la igualdad externa. Como están basadas en la comunidad, están comprometidas con el desarrollo sostenible de sus comunidades, ambiental, social y económicamente. Este compromiso se puede ver en su apoyo a las actividades comunitarias, el suministro local de suministros para beneficiar a la economía local y en la toma de decisiones que considera el impacto en sus comunidades.
A pesar de su enfoque en la comunidad local, las cooperativas también aspiran a llevar los beneficios de su modelo económico y social a todas las personas en el mundo. La globalización debe regirse por un conjunto de valores como los del movimiento cooperativo; de lo contrario, la desigualdad y los excesos crearían sociedades insostenibles.
El movimiento cooperativista es muy democrático, localmente autónomo pero integrado internacionalmente y una forma de organización de asociaciones y empresas por la cual los ciudadanos cuentan con la autoayuda y su propia responsabilidad para alcanzar objetivos no solo económicos sino también sociales y ambientales, como la superación de la pobreza, la obtención de empleo productivo y el fomento de la integración social.
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