(Por Marcelo Lombardo). La historia dice, que nuestra ciudad no fue fundada, pues no existe acta que testifique ese hecho. Se dice entonces que Rafaela, fue formada en 1881 a partir del asentamiento de 11 familias que conformaban un total de alrededor de 60 pobladores iniciales.
Tan sólo 32 años después, el 26 de enero de 1913, Rafaela contaba con 8.247 habitantes, lo que permitió, que el entonces Gobernador Menchaca, la declarase ciudad.
Este hecho pone de manifiesto el rápido crecimiento que caracterizó a nuestra ciudad desde sus inicios. Para que este crecimiento sea posible, sin dudas que hubo multicausales; muchos lo atribuyen a la estratégica confluencia de las más importantes vías de comunicación de ese momento y seguramente esta fue una razón determinante. De todas maneras, yo prefiero destacar la mirada estratégica de sus fuerzas vivas para lograr vincular a la novel población al entramado poblacional y productivo de la Argentina de entonces. Quiero decir, que, fuera esta u otras las causas de tan acelerado crecimiento, indudablemente debemos reconocer en sus pobladores las sabias decisiones que forjaron las condiciones necesarias para su rápido desarrollo.
Esa voluntad de superación, de asumir nuevos desafíos, de enfrentar las dificultades con decisión sin detenerse en la mera crítica, sino planteando propuestas a partir de éstas, ese mirar permanentemente hacia adelante para no detenerse, es el elemento más destacable de nuestra comunidad que se ha manifestado a lo largo de nuestra historia, y que de alguna manera se constituye como el hilo conductor de nuestro crecimiento y desarrollo.
En el 2020 la historia nos puso ante el desafío de transitar una pandemia de carácter inusitado por sus impactos no sólo en la salud, sino también en lo social y en lo productivo. En ese contexto tan incierto y complejo, desde el Estado local rápidamente se comenzó a trabajar en fortalecer el sistema de salud para poder dar respuesta a una altísima demanda. Nuestro querido Hospital Jaime Ferré fue ampliando su capacidad en infraestructura y en recursos humanos capacitados. Posteriormente, con la llegada de las vacunas, y tras varios meses de intenso trabajo y esfuerzo, el equipo médico también se encargó de llevar adelante un exitoso operativo de vacunación que nos permite hoy, con la gran cantidad de casos que se dieron nuevamente, tener una situación de menor demanda de hospitalizaciones.
El compromiso y el esfuerzo se dio en todos los sectores de la sociedad: los equipos de salud fueron quienes estuvieron al frente de la batalla, pero tras ellos, todo el entramado productivo, social y político generó consensos para encontrar una salida a tan difícil situación. En este punto, quiero destacar la importancia de la articulación público-privada, otro de los distintivos de nuestra comunidad. Desde el Consejo Asesor Social, Sanitario y Laboral se elaboraron las estrategias para hacer frente a la situación. El diálogo es una premisa constitutiva de Rafaela y bajo esa premisa es que se llegaron a los acuerdos que permitieron gestionar la crisis, poniendo siempre en alto el nombre de nuestra localidad, más allá de las diferencias.
Pese al difícil escenario, no se perdió de vista el horizonte estratégico: aún en pandemia, la obra del Nuevo Hospital siguió y sigue avanzando. Su culminación será sin dudas una enorme alegría y un hito en nuestra historia, que permitirá atender a gran parte de la población de toda la región, posicionando a Rafaela como Ciudad Metropolitana.
Los desafíos a futuro son muchos: el gran crecimiento de la ciudad requiere de fuertes inversiones para que éste se dé en forma equilibrada y sostenida. El enorme trabajo que se lleva a cabo en cada rincón de la ciudad en materia de obras públicas, no tiene precedentes y permitirá que Rafaela pueda dar un gran salto de calidad.
Los 109 años de la Declaratoria de Rafaela como ciudad debe llenarnos de orgullo. Si miramos hacia atrás, no fueron pocos los obstáculos. Sin embargo, hemos sabido sortearlos con la esencia que nos caracteriza como comunidad: resiliencia, voluntad de superación y el diálogo como la herramienta más poderosa para alcanzar consensos que pongan a Rafaela por encima de cualquier interés particular. Ese ADN es el que marca la diferencia y es el que nos permite celebrar un nuevo año de esta hermosa ciudad.
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