A principios de octubre de 1945, el ministro de Guerra, el general Eduardo Avalos, cabeza de los sectores conservadores del Ejército, planteó la detención de Perón, la entrega del Ejecutivo a la Corte Suprema y la convocatoria a elecciones.
Presionado por esos sectores, el presidente Edelmiro Farrell ordenó el 12 de octubre la detención de Perón y su traslado a la isla Martín García.
Tres días después, el gremio azucarero de FOTIA se declaró en huelga para reclamar su liberación, y un día después los obreros de la carne de las localidades bonaerenses de Berisso y Ensenada se adhirieron de forma masiva a la protesta.
Las acciones se multiplicaron en fábricas y talleres de Avellaneda, Lanús, Valentín Alsina y los barrios obreros de Rosario.
La CGT, unificada desde 1944, exigió que "se mantengan las conquistas" tras la realización de un plenario en el que se convocó a una huelga general para el 18, sin nombrar a Perón.
Pero los hechos se precipitaron: el coronel acusó un malestar y fue trasladado al Hospital Militar en el barrio de Belgrano, donde arribó el 17 por la madrugada.
En las primeras horas de esa calurosa jornada de miércoles, los sindicatos, ante la presión de las bases, comenzaron a movilizarse en Barracas, La Boca, Parque Patricios y en las barriadas del Oeste de la ciudad para exigir la liberación de Perón.
El gremialista de la carne Cipriano Reyes organizó en el cordón de La Plata las primeras columnas de manifestantes que avanzaron hacia Plaza de Mayo.
Ante la marcha de los trabajadores que venían desde la zona Sur del conurbano, la Policía resolvió levantar los puentes sobre el Riachuelo, pero la gente cruzó en balsas y a nado en su afán de llegar al centro porteño.
La multitud era imparable y en las primeras horas de la tarde colmó por completo la Plaza de Mayo. Los manifestantes se refrescaron los pies en la fuente para mitigar el efecto del calor; esa imagen horrorizó a la prensa tradicional, que no tardó en hablar de "aluvión zoológico" a la hora de estigmatizar a esos trabajadores movilizados.
Aunque varios mandos del Ejército lo solicitaron, el Gobierno se negó a reprimir y envió emisarios al Hospital Militar con el objetivo de pactar una salida con Perón, mientras comenzaba a caer el sol.
Se acordó así con Perón el pase a retiro de Avalos, la renuncia del gabinete y la convocatoria a elecciones generales para los primeros meses de 1946.
Pasadas las 23 hs, Perón habló a la multitud desde el balcón de la Casa Rosada y, en un hecho que inaugura la liturgia de su movimiento, pidió la desmovilización "en paz" a los 300 mil trabajadores congregados en la plaza.
Cinco días más tarde, el coronel se casó con Evita y su amigo Mercante (gobernador de Buenos Aires entre 1946 y 1952) asumió la conducción de la Secretaría de Trabajo y Previsión.
El 24 de febrero, Perón se presentó como candidato a presidente y ganó con el 54% de los votos, en el marco de una campaña caracterizada por el lema "Braden o Perón", en alusión al embajador de Estados Unidos, Spruille Braden, que se pronunció fuertemente en favor de la Unión Democrática.
De esta forma, el 17 de octubre pasó a ser conocido como el Día de la Lealtad en la tradición peronista.
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