09.16 Para exponerse al sol es importante tomar precauciones con los más pequeños.
En el verano podemos disfrutar del aire libre, pero debemos tener en cuenta una serie de consideraciones como el calor y la exposición al sol, la hidratación correcta, la prevención de picadura de insectos y artrópodos. Fundamentalmente debemos maximizar los cuidados a los más pequeños de la familia, a fin de aprovechar todos los beneficios de esta época estival, pero minimizando los riesgos.
La piel es un órgano de protección complejo que nos relaciona con el ambiente y nos protege de sus efectos nocivos. Posee varios mecanismos de defensa en relación a los efectos adversos de las radiaciones ultravioletas emitidas por el sol. El bronceado es un mecanismo de defensa para disminuir el daño (fotodaño) frente a estas exposiciones. Este daño es acumulativo por ende los niños y adolescentes son especialmente vulnerables y se encuentran particularmente en riesgo.
La capa de ozono de la atmósfera actúa como un escudo protector evitando que gran parte de las radiaciones emitidas por el sol lleguen a la tierra. En los últimos años, algunas sustancias producidas por el hombre han ido dañando y adelgazando esta capa, por lo cual se ha perdido, en parte, esta protección.
Todo esto evidencia que debemos estar preparados para cuidarnos de los rayos del sol, de poder establecer una nueva relación con el sol, ya que no se trata de evitar la vida al aire libre, sino de cambiar nuestros hábitos.
Los niños están más expuestos a los efectos dañinos del sol en su piel. En la infancia, la piel no ha completado su desarrollo y no tiene los mecanismos de defensa con los que cuentan los adultos frente a agresiones externas como el calor y las radiaciones solares. La Dra. Stella Binelli, Coordinadora del Area de Pediatría de Emerger, nos explica: “La piel en el niño pequeño tiene una mayor superficie cutánea en relación a su peso corporal. Además, tiene menos capacidad de síntesis de la melanina y tampoco ha desarrollado por completo la capacidad de regular la temperatura corporal. Por eso, los bebés y los niños pequeños corren mayor riesgo de sufrir efectos nocivos como eritema, enrojecimiento, quemaduras solares y otros problemas como insolaciones por una larga exposición al sol.
Es importante destacar que las quemaduras solares que se sufren en la infancia son uno de los principales factores de riesgo para desarrollar un melanoma en la edad adulta. Los efectos dañinos del sol son acumulativos e irreversibles ya que la piel tiene memoria.
En comparación con los adolescentes y adultos, los niños producen más temperatura en relación con la masa corporal durante las actividades físicas como caminar y correr, tienen baja capacidad de sudoración y aumenta la temperatura corporal durante la deshidratación. Se deben reducir las actividades intensas cuando las condiciones climáticas superen niveles críticos”.
Los menores de un año no deben exponerse al sol de forma directa. La Sociedad Argentina y la Sociedad Española de Pediatría no aprueban el uso de cremas fotoprotectoras en menores de seis meses. Después de esta edad, se recomienda utilizar pantallas solares de amplio espectro, es decir que protejan contra los rayos UVB y UVA, con Factor de Protección Solar (FPS) 30, aplicarlos media hora antes de la exposición y renovar la misma cada 2 horas. Recuerde que las nubes dejan pasar el sol. La arena, el agua y la nieve aumentan su acción.
Los protectores solares son compuestos que ayudan a prevenir la llegada de las RUV a la piel. El factor de protección solar (FPS) es la medida de capacidad que tiene un bloqueador solar para evitar que los rayos solares dañen nuestra piel. En términos de porcentaje podemos decir que un FPS 15 bloquea aproximadamente el 93% de las RUV, un FPS 30 bloquea el 97% y un FPS 50 bloquea el 99%.
Los protectores solares están contraindicados en niños menores de 6 meses.
La humedad y el calor favorecen la aparición de inflamaciones y erupciones en la piel. Enfermedades como la sudamina que consiste en erupciones y que se producen cuando el sudor queda retenido y generalmente se localiza en la espalda del bebé, o como la dermatitis del pañal que consiste en la irritación de la piel que está en contacto con el pañal. Si bien, no son exclusivas del verano, las altas temperaturas hacen que aumente el sudor y que aparezcan con mayor frecuencia. Para prevenirlas hay que procurar que la piel esté seca el mayor tiempo posible, por ej. aumentar la frecuencia del cambio de pañales. En algunas situaciones se deberá indicar cremas astringentes.
La hidratación es fundamental, en general los bebés alimentados con lactancia materna no necesitan suplemento de agua a menos que hayan pasado mucho calor, los que ya incorporaron papillas a la dieta o reciben lactancia artificial es más frecuente que precisen suplementos de agua. Evaluar la hidratación es prioritario, una buena manera de saber que es correcta es controlando la cantidad de orina, si disminuye hay que ofrecerle más líquidos. Un lactante estará bien hidratado si llora con lágrimas, tiene saliva en la boca y buena diuresis (cantidad de orina).
Desde Emerger, la empresa de Servicios de Salud nos deja Recomendaciones generales:
Recordar para evitar el sol directo: “SOMBRA CORTA - RIESGO ALTO”
- Los niños deben permanecer en lugares frescos, bien ventilados.
- Procure que vistan ropas holgadas, de colores claros, liviana, preferentemente de algodón, o que permanezcan sin ropa.
- Ofrézcales líquidos constantemente, aún sin sed, agua segura o jugos naturales. Evitar las bebidas azucaradas sintéticas.
- En caso de estar alimentándose con lactancia materna, aumentar la frecuencia de las tomas.
- Evitar la exposición al sol en los horarios de 10 a 16 horas. No exponer al sol a bebés menores de 1 año.
- Si están al aire libre protéjalos con sombreros o gorras con visera. Recordar aplicar protector solar en zonas expuestas aún en días nublados.
- Báñelos y mójeles el cuerpo con frecuencia.
- Asegúrese que los alimentos que ingiera hayan cuidado la cadena de frío, lave las verduras con agua abundante y que la carne este bien cocida.
- No realizar deportes o actividad física al aire libre los días de mucho calor.
Recordar que la exposición solar a las radiaciones ultravioletas (UVA y UVB) en la infancia es responsable de hasta el 90 % del cáncer de piel en el adulto.
También es importante señalar que frente al calor y la vida al aire libre se hacen presentes los insectos y con el fin de prevenir sus picaduras conviene utilizar un repelente, aunque los bebés no pueden utilizar el mismo que los adultos ya que podrían ser tóxicos, su piel es más fina y más absorbente que la de los adultos. Se aconseja para los menores de 2 años repelentes elaborados a base de una planta medicinal llamada citronela.
En caso de necesitar la colocación de repelente, colocar primero el protector solar y aproximadamente 30 minutos despuésés el repelente.
La alergia a picadura de insectos es una consulta frecuente en pediatría. Las picaduras más frecuentes son las de mosquitos, que pueden producir una roncha o pápula muy pruriginosa en el sitio, que persiste 1 o 2 días. Pueden sobre infectarse por el rascado. Otros insectos, como tábanos, pulgas, orugas y arañas, también pueden producir reacciones, pero generalmente leves.
Una mención especial para las picaduras de avispas, abejas y hormigas coloradas ya que tienen mayor importancia por su posible gravedad. Producen 2 tipos de reacciones:
Una reacción tóxica, que es la más frecuente, a nivel local con dolor intenso, y enrojecimiento, que puede durar 72 horas o más. Se debe consultar siempre por su gravedad potencial.
Una reacción alérgica que se debe a un mecanismo inmunológico mediado por inmunoglobulina E específica. En el sitio de la picadura puede presentar dolor, prurito, enrojecimiento, edema importante. En algunos casos, puede adquirir gravedad cuando afectan la vía aérea. La reacción anafiláctica es la máxima expresión clínica de gravedad. Es una emergencia médica que requiere atención inmediata, ya que se produce una urticaria generalizada, dificultad respiratoria, síntomas gastrointestinales, compromiso cardiovascular y neurológico. El diagnóstico se basa en la historia clínica, la identificación del insecto, las pruebas diagnósticas cutáneas realizadas e interpretados por el especialista en Alergia Pediátrica.
Los pacientes alérgicos a estos insectos deben considerar una serie de precauciones para reducir el riesgo de nuevas picaduras, como fomentar el uso de repelentes, no caminar descalzo, y sacudir la ropa que se haya dejado en el suelo antes de ponérsela.
Estos cuidados especiales tratan de modificar los hábitos a fin de potenciar las medidas de prevención para poder disfrutar del verano al aire libre y con una vida saludable para nuestros niños con el menor riesgo posible.
Deben ir acompañados de una educación temprana en la prevención y en el autocuidado para que entiendan por qué se toman estas medidas y permitan crear hábitos saludables para toda la vida.
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