Por Sonia Calamante, Ariel Trinadori
Es en el seno familiar donde se gestan y transmiten virtudes que son pilares para la salud social. La familia, como unidad básica de la sociedad, desempeña un papel fundamental en la vida sociopolítica al ser una fuente de humanismo, valores y solidaridad. La Declaración Universal de los Derechos Humanos enfatiza la dignidad intrínseca y los derechos iguales e inalienables de la familia humana, nos permite reconocer la dignidad de cada persona más allá de cualquier circunstancia o realidad que pueda devenir. En ésta misma línea, el documento expresa que toda persona tiene deberes para con la familia, la comunidad y la humanidad.
Sin embargo, en el contexto actual, la sociedad y la familia enfrentan diversos desafíos que ponen en riesgo esta dignidad intrínseca. Factores como la vulnerabilidad por discapacidad, las desigualdades sociales, las migraciones, la urbanización, el cambio climático y la influencia de las nuevas tecnologías digitales representan mega tendencias que pueden vulnerar la integridad familiar.
Frente a estos desafíos, la familia tiene derecho a contar con herramientas que contribuyan a su inclusión en la sociedad, que les permita resolver los problemas que enfrenta, es evidente que la familia necesita acompañamiento en estos procesos. Al considerar la vulnerabilidad como la posibilidad de sufrir daño o recibir una lesión, caemos en la cuenta de que todos somos potencialmente vulnerables. Por lo tanto, frente a esta realidad surge el compromiso de empatizar con los demás, reconociendo que mañana podríamos encontrarnos en su situación.
Desde el ámbito de la Intervención en Poblaciones Vulnerables, nos proponemos habilitar el espacio desde una perspectiva de planificación centrada en la familia y así visibilizar la vulnerabilidad familiar ante la discapacidad. Un cambio en el foco de la intervención que busca la inclusión y la aceptación por parte de la sociedad en su conjunto.
Recientemente, una figura pública en el ámbito político compartió sus reflexiones sobre la experiencia de recibir y aceptar el “regalo” de su hija con discapacidad en su familia, sus palabras llenas de emoción y gratitud, nos lleva a preguntarnos: ¿se ofrece un acompañamiento integral a las familias para responder a sus vulnerabilidades, especialmente en la discapacidad?
Es crucial que, tras 30 años del Día Internacional de la Familia, los estados y la sociedad en su conjunto atiendan prioritariamente la promoción de buenas prácticas de políticas familiares y programas que posibiliten adaptaciones o respuestas resilientes por parte de las familias, especialmente las vinculadas con la discapacidad. Esta mirada posibilitará el fortalecimiento de los vínculos, generando nuevas oportunidades para que la familia cumpla con su misión de revelar, custodiar y comunicar el amor. En este sentido, al ser la familia la escuela del más rico humanismo, en la medida que viva y concrete su llamado tendremos una sociedad mejor.
Los autores son profesores de la Maestría en Poblaciones Vulnerables de la Universidad Austral y licenciados en Ciencias para la Familia de la Universidad Austral.
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