Fue en 1955 cuando en la provincia de Tucumán hubo una convención que dio impulso a la federación que aglutina dicha actividad.
En esta fecha se recuerda a los visionarios que consideraron hace más de seis décadas que la organización del sector era fundamental para su desarrollo. La Cámara de La Plata (CRAYA) fue una de las primeras asociaciones que se formaron a nivel nacional, a fines de la década del 50. Por aquellos años, la industria mostró una fuerte expansión, con fábricas como Kaiser Argentina (IKA) en la provincia de Córdoba, Peugeot, Fiat, Renault, General Motors, Ford y Mercedes Benz.
Las calles y los caminos se poblaron de modelos de automóviles que necesitaban el recambio de piezas y esa demanda creciente dio paso a creación de la Federación Argentina de Cámaras de Comerciantes de Repuestos Automotor (FACCERA), la entidad que agrupa a los repuesteros a nivel nacional.
Hubo entonces un auge de las fábricas nacionales de autopartes y en una especialización que se fue dando de la mano de los avances tecnológicos y posibilitó la apertura de comercios exclusivamente dedicados a rubros como tren delantero, suspensión, motores o frenos.
Para los repuesteros, la actividad en sí plantea el serio problema del manejo de renovadas tecnologías que requieren no solo contar con el repuesto adecuado, sino con la capacitación que requieren. Se trata de todo un desafío que surge del mandato fundacional de que los cambios se suceden con ritmo constante y tanto los empresarios como los talleristas deben contar con las herramientas adecuadas para traducirlos en productividad.
Esto es porque la industria automotriz es uno de los principales motores de la economía nacional e internacional debido al movimiento de capitales, operaciones y capacidad de creación de puestos de trabajo que genera la actividad.
Independientemente de los contextos económicos y sociales por los que pase el país, los repuestos de automotores son requeridos por una gran masa de consumidores en cualquier circunstancia y coyuntura.
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