El 13 de abril se conmemora el Día del Kinesiólogo por ser el aniversario de la creación de la primera escuela universitaria de Kinesiología en el año 1937, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
¿Cómo optaste por esta profesión?
En el año 1988 me encontraba terminando mis estudios secundarios y, como me gustaba mucho el deporte (jugaba al futbol en el CAAQ que estaba frente a la casa de mi familia), me parecía que una forma de seguir ligado y “ayudar” a los lesionados pasaba por estudiar medicina. La verdad es que estudiar Medicina, por ser la primera generación de estudiante universitario de mi familia, medio como me asustaba y entonces me decidí por la Licenciatura en Kinesiología y Fisioterapia.
En estas cosas creo que uno lleva siempre en “su mochila” mucho de lo vivido en su casa y en ese sentido mis padres eran una referencia obligada en el barrio en cuestiones solidarias y de ayuda a los demás.-
¿Contanos el por qué de tu desarrollo profesional trabajando para la Obra Social de un Sindicato?
Cuando comencé a trabajar en la profesión, primero lo hice en un consultorio particular durante varios años. Y en eso estaba cuando aparecieron Roberto Oesquer y Rogelio Gagliardo, quienes me contaron la idea de abrir consultorios para los afiliados de la UOM de Rafaela y zona. La verdad es que la idea me pareció brillante y me permitió poner en práctica viejos proyectos de mi padre, quien soñaba con un lugar en el barrio para la atención primaria de los trabajadores que no podían o les costaba mucho acceder a salud de calidad.
Así es que por eso me sume al proyecto de la UOM hace ya más de 20 años.
Estos proyectos y trabajos solo pueden ser entendidos si uno los analiza desde el cristal de la vocación de servicio. Pero estas son cosas que uno trae de su formación como persona y de los legados familiares. En ese sentido muchísimo tuvieron que ver mis padres, un sacerdote que estuvo en el barrio Italia allá por la década de 1970 (Padre Josué Beltran), y la Universidad Pública.
Por todo esto es que puedo decir con orgullo y pertenencia que soy fruto de la “movilidad social ascendente” que solo es posible con la Universidad Pública, gratuita, inclusiva y de calidad, y también del legado de mucha gente que baso su vida en el servicio al otro y en el entendimiento que solo nos desarrollamos y somos felices en una sociedad que se desarrolla y es feliz
Comentarios