El Ingeniero Abraham Borensztejn, mi querido y admirado Tío Ñato, fue un exitosísimo constructor y un gran desarrollador inmobiliario que acuñó, entre otras grandes frases, una memorable: “Cuando veas un grupo de personas y quieras saber quién es el más hijo de puta solo hay que averiguar quien es el que tiene más guita”. Esta máxima se cumple inexorablemente en todos los ámbitos de la vida menos en la política donde la tesis siempre estuvo discutida. Por lo que estamos viendo, en pocas semanas terminará el debate.
Cuando Cristina entendió que el candidato peronista que más votos podía conseguir era Sergio Massa, inmediatamente se puso a pensar en cómo hacer para que su base revolucionaria se trague el sapo. En principio, necesitaba una coartada para esconder que fue Ella misma la que impulsó un candidato neoliberal que quiere acordar con el FMI, bajar el déficit fiscal y dejarse de joder con el cuento de combatir al capital.
Por más verticalistas, obedientes y soldados del pingüino que sean los militantes para la liberación, no es fácil digerirse a este muchacho. Massa no era exactamente lo que esperaban comer cuando entraron a la cantina nacional y popular. Para colmo en el menú solo quedaron platos capitalistas libres de gluten y antiimperialismo.
No importa si el plan de Massa incluye mantener las mafias sindicales y el curro de los empresarios prebendarios. Lo relevante es que con Massa, sumado a Bullrich, a Larreta y a Milei, se suspende el chavismo argentino hasta nuevo aviso.
Semejante movida de Cristina requería diseñar una operación que la justificara. Las reuniones, los diálogos, las presiones, los gritos, los insultos y demás detalles que trascendieron sobre la maniobra que bajó a Scioli y cambió a Wado De Pedro por Massa no tienen ninguna importancia. Simplemente son anécdotas divertidas que ilustran como la política argentina dejó de ser política para pasar a ser farándula. El Instituto Patria es a estos tiempos actuales lo que el jarrón de Coppola a los años 90. La guerra entre Larreta y Bullrich no le anda muy lejos. La melena y los alrededores de Milei tampoco.
Lo primero que ha demostrado Massa es que no le hace asco a nada. Para asegurarse la intendencia de Tigre, le mandó mensajitos de whatsapp al actual intendente Zamora y a varios funcionarios de su gabinete que renunciaron inmediatamente pidiendo protección policial para ellos y sus familias. Hermoso. Si para tratar de ganar una simple intendencia armó semejante bolonqui, mejor ni pensar de lo que sería capaz de hacer con tal de asegurarse el sillón de Rivadavia.
Sobre el pucho, y con recursos parecidos, está buscando un congelamiento de precios hasta las PASO para intentar engañar votantes. Imaginate el aumento que vamos a tener después de agosto. ¿Será que Massa nos está mostrando como ejercería el poder en caso de ganar? De ser así, lindo futuro le espera a la Argentina.
¿Es un audaz? Obvio, asumió el ministerio de economía siendo abogado y sin saber un corno de economía. ¿Es capaz? Seguramente sí, pero por esas cosas que tiene la vida nunca lo pudo demostrar. Lo único que sí sabemos es que entró a la facultad de derecho en 1991 y se graduó en 2013. O sea que tardó 22 añitos en recibirse de abogado. Evidentemente, o tenía problemas de comprensión de texto o el derecho mucho no le importaba. O ambas cosas.
En principio los mercados festejaron la cancelación del chavismo, subieron los bonos y las acciones, y cierto sector del empresariado acomodaticio empezó a ver nuevas oportunidades. Los que quieran asegurarse un lugar preferencial para cuando se armen los negocios ya pueden ir aportando para la campaña en la cuenta bancaria abierta a los efectos. El Alias es CLORO.HUMO.VENTAJA y para los que quieran transferir desde el exterior próximamente se abrirá una cuenta en el Bank of AmericaTV.
Curiosidades del destino, Cristina y el kirchnerismo han decidido mantenerse en el rubro automotor: Alberto los vendía, Massa los adultera.
¿Estamos ante un lobo solitario? No. Originalmente el tipo era parte del plan del Topo Alberto pero ahora ya es una célula fuera de control. Una especie de Comando Wagner de Tigre. Tiene su propio plan. ¿Cristina lo sabe? Obvio, pero Ella también le tiene reservada una sorpresa. Veamos.
Así como el “presidente” pergeñó su plan para infiltrarse en el kirchnerismo cual Caballo de Troya y destruirlo, también hemos explicado en esta página que Cristina llevó adelante su propio plan cuando lo eligió a Alberto: el famoso Plan Humillar.
Durante una década Ella vió cómo Fernández se paseaba por todos los medios denigrándola. Desde acusarla de corrupción a denunciar el despilfarro económico de su gobierno, pasando por el Memorándum con Irán al que llamó “plan presidencial de encubrimiento” o la reiterada definición de que Ella era “patética”.
Cristina tragó bronca y aguantó. Dejó que en 2019 él se acercara, merodeara el anzuelo y oliera la carnada: “Vas a ser el presidente”, le dijo. Y el muy surubí picó.
Desde entonces lo humilló sin parar. Todos los días de su vida, desde la mañana hasta la noche, se ocupó de desautorizarlo, echarle funcionarios, publicarle cartas, tuits, lo obligó a decir lo que Ella quería y hasta le mandó dirigentes que lo trataron de mequetrefe, okupa y borracho. La humillación fue constante. Y para peor, lo obligó a disimular. “Es exactamente como dice Cristina” dijo Alberto cuando Cristina le sacó el micrófono delante de todos en el acto del 18 de agosto de 2021. “Me reta, me reta” agregó ese día mientras se reía de los nervios.
Esa es la venganza que Cristina le tenía reservada a Alberto: hacerlo presidente y humillarlo hasta el final. Transformarlo en lo más ridículo que le pasó al pais desde la llegada de Juan de Garay.
Lo paradójico es que el Plan Humillar de Cristina coincidió con el plan Topo de Alberto. Cuanto más lo castigó, más se destruyó el gobierno, el kirchnerismo y por ende el Frente de Todos. De hecho, tanto se arruinaron mutuamente que todavía no terminó el mandato y ya le tuvieron que cambiar el nombre. Ahora son Unión por la Patria.
La consecuencia final de todo esto ha sido devastadora y paradojal: al salvar la República, Alberto se ha convertido en uno de los topos más heroicos de Occidente y, al mismo tiempo, en el peor presidente de la historia argentina.
¿Acá terminó el conflicto? De ninguna manera. Todavía falta lo mejor.
Sergio Massa se pasó años prometiendo meter presa a Cristina y barrer a los ñoquis de La Cámpora. Lo decía en todos los canales, en todas las radios y en cada acto que hacía. Ella lo miraba por televisión. Acariciaba el caniche con las uñas y anotaba. Ni olvido ni perdón.
Lo que estamos viendo por estos días es el inicio del Plan Humillar, Parte II. Le llegó el turno a Massa, a Malena y a toda la parentela. Él debe creer que se va a quedar con todo y Cristina simplemente lo está esperando. Serena.
¿Podrá Ella con ellos? ¿Se empoderará Massa y evitará la destrucción? Lo curioso es que esta nueva guerra retroalimenta, a su vez, la causa del Topo que en cada movida se autodestruye más. ¿Terminará Alberto derrotándolos y mandando el barco a pique con los tres a bordo? Veremos.
Mientras tanto, cerramos con un cuento.
Primer acto: Alberto odia a Cristina, a Massa y planea destruirlos.
Segundo acto: Massa odia a Alberto, a Cristina y planea destruirlos.
Tercer acto: Cristina odia a los dos y planea destruirlos.
¿Como se llama la obra?: “Averigüen quién es el que tiene más guita”.
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