Por Alcides Castagno
Los antecedentes conocidos de la familia Operto datan del siglo XIV. Registros de la ciudad de Fossano ubican a los Operto entre las primeras doce familias que la poblaron. También figuran como soldados de las Cruzadas, lo que los hizo acreedores de un escudo heráldico que acredita su origen distinguido.
Muchos años después, las circunstancias los encuentran navegando desde Génova a Buenos Aires en 1873, en el buque Humberto I. Juan tenía 27 años cuando llegó, junto a su hermano José y los primos Dionisio y José. Los mecanismos propios de la inmigración no estaban debidamente aceitados todavía y así fue como debieron demorar un par de días para transformar los originales Operti en el definitivo Operto. Se dirigieron hacia la provincia de Santa Fe, donde consiguieron trabajo como operarios en la construcción de vías férreas; esta ocupación la mantuvieron durante cinco años, dirigiéndose a San Carlos donde se dedicaron a la actividad agropecuaria como tamberos medieros, tarea que continuaron poco después en Santo Tomé, donde estuvieron dos años.
Todo era trabajo día y noche, pensando en tierras propias y en una explotación para crecer. Con ese fin, ahorraron lo suficiente para comprar a la empresa Guillermo Lehmann, en 1882, 18 concesiones de tierra en la nueva Colonia Rafaela y 8 en Lehmann. Una vez echadas las raíces propias, pudieron gestionar la venida de los familiares que esperaban en Italia. Habían transcurrido 10 años.
Juan, con su esposa Margarita Cravero, tuvieron a Dionisio, Antonio, Mariana, María, Teresa, Catalina y Francisco. El hijo de este último, Juan Alejandro, es quien creó la Farmacia que aun hoy continúa en actividad. Tuvo dos hijos: Juan Carlos y Omar. Compró 25 hectáreas más en Presidente Roca, cuya explotación confió a medieros. Por su parte, José subdividió sus tierras para legarlas a sus hijos.
Juan Operto, después de las penurias de sus primeros años en Argentina, logró, mediante un trabajo intenso, una posición económica firme, lo que contribuyó a concretar su espíritu solidario con diversos aportes al pueblo que crecía. Cabe destacar la donación del terreno para la sede de la Sociedad Italiana, la contribución para la construcción de la iglesia parroquial y para la obra del Hospital de Caridad.
Cada etapa, cada paso, ilustra sobre la vocación de los primeros inmigrantes de estas tierras, cuya prosperidad reconoce un origen de sacrificio, iniciativa y alto concepto de la contribución al bien común.
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