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Opinión

Nuestro pueblo y la religión

Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

La relación del hombre con Dios en sus diversos lenguajes, según el origen, la formación, el conocimiento, ha sido siempre una actitud necesaria para alabar, agradecer, pedir, expresar. En nuestra colonia, la pluralidad fue un signo desde el principio, aunque también fue evidente una mayoría católica, un porcentaje menor protestante y otro sector integrado por agnósticos, ateos y de otras religiones. Durante los 6 primeros años, la feligresía católica debía trasladarse hasta Pilar para cumplir con sus sacramentos y preceptos. En 1887 se registró la primera actividad religiosa en la colonia Rafaela: el 25 de octubre de ese año, el sacerdote misionero Estanislao Battipaglia bautizó a la primera rafaelina: María Armando, hija de José Armando y Josefa Grosso. Actuaron como padrinos Miguel Armando y Francisca Somma. Pocos días después, se consagró el primer matrimonio entre Sebastián Grossi y María Canuglia. El 29 de noviembre de 1887 el obispo de Santa Fe, Mons. Juan Agustín Boneo designó al sacerdote Francisco Palmieri, quien se ocupó de organizar la parroquia, la construcción de la casa parroquial y se inclinó especialmente al aspecto educativo, con la alfabetización y enseñanza a los niños de los primeros colonos, gestionando después la venida del Colegio "Nuestra Señora de la Misericordia". Otro colegio católico de principios del siglo XX fue el "San José", adquirido por la congregación de Hermanos Maristas en 1925; al retirarse éstos, se hizo cargo del Obispado.

La iglesia parroquial

El 4 de agosto de 1901 fue asignado a Rafaela el sacerdote Dimas Mateos. Durante 34 años ejerció la titularidad de la parroquia San Rafael hasta su fallecimiento. Fue sepultado frente al altar mayor de la actual Catedral. El padre Dimas, como se lo conocía, tuvo mucha actividad en la vida religiosa y social de la creciente Rafaela. Ante el peligroso estado del templo parroquial, encaró la construcción del nuevo edificio, cuya piedra fundamental fue colocada en 1905. Su construcción empezó en 1910 y fue costeada por la comunidad rafaelina, con particular protagonismo de la familia Ripamonti, que donó la torre, mientras Eduardo Ripamonti aportó el juego de campanas, Francisco Abele la verja que forma el atrio, Francisco Lorenzatti el piso granítico y muchos nombres más que hicieron sus aportes para pintura, vitrales y decoración interior.

La religiosidad popular hizo que se construyeran, en algunos campos de la región, capillas pequeñas dedicadas a San Grato. Esta devoción se originó en el valle de Aosta y, tanto allí como en nuestros campos, se lo venera como protector de los sembrados, especialmente del granizo. Otras capillas las erigieron también los colonos para reunirse a orar, cuando la distancia les dificultaba acudir a los centros poblados.

Emiliano Cerdán, párroco sucesor de Dimas Mateos, continuó con el afianzamiento de la presencia eclesiástica en la ciudad; obtuvo la donación del reloj de la torre para la iglesia parroquial de parte del matrimonio Miassi-Lorenzatti, además gestionó la construcción del salón de actos y la Biblioteca "Estrada", donde también funcionó la redacción del periódico La Cruzada, por él creado y dirigido. Su entusiasmo periodístico lo llevó a integrar el grupo inicial del Círculo de la Prensa. Intervino en la construcción del templo de Villa Rosas y la capilla de "Fronterita", en este caso con la colaboración de Sebastián Operto y Zulema Obregón.

Al padre Cerdán lo sucedió en 1947 José Marozzi, que presidió la Parroquia San Rafael hasta 1957 en que fue ordenado obispo de Resistencia, Chaco. Contemporáneamente se construyeron las capillas de Lourdes, San Pedro, San Antonio, Fátima y La Dolorosa. Tras la asunción de su destino en el Chaco, fue reemplazado por el sacerdote José Tacca y a éste el padre Idelso Re. Continuó con el ministerio el padre Gustavo Zurbriggen y luego el padre Alejandro Mugna hasta nuestros días.

La Diócesis

En 1961 fue creada la Diócesis de Rafaela, siendo su primer obispo Mons. Vicente Zazpe, con jurisdicción en los departamentos Castellanos, San Cristóbal y 9 de Julio. En 1969, Zazpe fue destinado a Santa Fe y, en su reemplazo, fue consagrado Mons. Antonio Alfredo Brasca; a su fallecimiento lo sucede Mons. Jorge Casaretto, quien luego fue destinado a San Isidro y reemplazado en Rafaela por Mons. Héctor Romero. Al fallecer éste, tomó el gobierno diocesano Mons. Carlos Franzini, quien pocos años después debió hacerse cargo de la Arquidiócesis de Mendoza. Lo sucedió en Rafaela Mons. Luis Fernández hasta su retiro, dejando el gobierno de la diócesis de Rafaela al actual obispo Pedro Torres.

Evangélica Bautista

El 28 de noviembre de 1919 se organiza en Rafaela la iglesia Evangélica Bautista, presidida por el Pastor Julio Osterman, quien ya había visitado la ciudad anteriormente distribuyendo biblias y ofreciendo predicaciones. En 1923 se radica en Rafaela el misionero Tomás Hawkins, que ejerce su ministerio permanente hasta 1927, en que asume el pastorado Don Pedro Capriolo. Durante su vigencia se construye el Templo y Casa Pastoral, que se inaugura el 13 de octubre de ese mismo año. En 1933 retoma su pastorado Tomás Hawkins hasta octubre de 1941. En dicho año asume don Natalio Broda. La iglesia se fue afianzando en el medio con la Sociedad Femenil, la de los Jóvenes, las Señoritas y la Escuela Bíblica en Villa Dominga, más la Escuela Dominical para la enseñanza a niños y adultos. Ante el fallecimiento del Pastor Broda, asume Don Eduardo Bresci, quien, al ser trasladado a Mendoza, es sucedido por Carlos Battistella.

Otras iglesias evangélicas comenzaron a instalarse en Rafaela, cuya nómina evitamos por razones de espacio, pero que han crecido en participación en las últimas décadas.

Espiritismo

Una presencia importante en el medio ha sido y es la Sociedad Espiritismo Verdadero, fundada en 1928. Actualmente tiene sede en Güemes 255, donde realiza reuniones y conferencias. Dedica especial atención a la educación y asistencia social a la niñez. Con esta finalidad patrocina también la Fundación Progresar, en calle América 1.345, donde amplía su actividad educativa por medio de talleres en diversas disciplinas.

La fe, en sus múltiples formas, integra al ser humano, lo impulsa, lo inspira y lo asocia para el bien común. En esta nota se realiza una somera descripción, que soslaya matices, pero que no trata de ignorar lo que cada religión realiza para desarrollar su motivación espiritual.

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