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Opinión

Nicanor, uno de los Álvarez

Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

El apellido Álvarez es bastante frecuente entre nosotros. Algunos de sus representantes han legado su presencia protagónica entre nosotros; los identificamos, para ubicar a cada uno de ellos.

Agustín Agustín Álvarez, por ejemplo, dio su nombre a una calle que va de oeste a este a partir del Boulevar Guillermo Lehmann hasta Tucumán, pero no tuvo participación en la historia local, salvo por la lectura de alguna de sus obras. Nació en 1857 y murió en 1914. Fue un militar, que alcanzó el grado de teniente coronel, pero se retiró del ejército aún joven y se dedicó a la educación, a través del periodismo y de la docencia. Fue un analista de la actualidad política de su tiempo, que plasmó en varios volúmenes sobre la realidad social y la búsqueda de un comportamiento moral, aun prescindiendo de aspectos religiosos.

Juan Antonio

Juan Antonio Álvarez, por su parte, tuvo una participación activa en los comienzos de Rafaela, ya que fue nombrado juez de Paz entre 1920 y 1928. La convulsión argentina producida por la crisis económica de 1929, con un antecedente menor en el último tercio del siglo XIX, desembocó un año después en el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen, en medio de la gran depresión. Las consecuencias tuvieron a Juan Antonio Álvarez como participante de lo que se llamó la "Revolución Municipal". Este hecho señala su compromiso con la realidad político-económica de su tiempo. Continuó su carrera como Diputado Provincial por la Unión Cívica Radical, cargo que ocupó hasta la revolución del 4 de junio de 1944. Falleció dos meses después, el 16 de agosto. Hoy, la calle que recuerda su nombre parte del Boulevar Santa Fe y corre paralela a las vías del Ferrocarril "Belgrano" hacia el sudeste.

Nicanor

La vida de Nicanor Álvarez tocó los mismos extremos que su homónimo Agustín, ya que fue militar, periodista y educador. Español, nació en Oviedo. Se enroló en el ejército y llevó consigo sus ideas republicanas, antimonárquicas. En un momento recibió la orden de alistarse para ir a luchar por España contra Cuba; se negó y retó a duelo a un superior, hecho que se concretó, pero sin consecuencias físicas, aunque fue expulsado del Ejército. En su ciudad natal, tomó un curso para ejercer la docencia. En otro lugar del mundo, Argentina necesitaba docentes, ya que la múltiple inmigración hacía necesaria la asistencia de idóneos para enseñar el español. Nicanor no quiso continuar en España. Estaba casado con Manuela Rivera, una asturiana con la que tuvo dos hijos, María del Rosario y José Antonio. No hay datos fidedignos de cómo y por qué eligió a nuestras tierras a fines de la década del '80, pero sí se sabe que traía consigo dos libros: la Biblia y el "Quijote". Se inscribió como maestro en la provincia de Santa Fe y, como tal, fue destinado sucesivamente a Vera, Sunchales, Ramona y la escuela ubicaba en la estancia de la familia Iturraspe. Allí también se le otorgó una vivienda. Entre fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX se registraron varios movimientos revolucionarios, producto de una sociedad que aceleraba su transformación, bajo la influencia de corrientes mundiales que no reconocían ya los líímites y las distancias. Argentina no fue ajena a la inquietud por los cambios políticos; por ejemplo, en 1890 se produjo la llamada Revolución del Parque; fue una insurrección cívico-militar producida el 26 de julio de ese año, encabezada por la recién formada Unión Cívica, liderada por Leandro Alem, Bartolomé Mitre, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen y Francisco Barroetaveña. La revolución fue sofocada, pero motivó la renuncia del presidente Juárez Celman, reemplazado por el vicepresidente Carlos Pellegrini. A raíz de este movimiento, los Iturraspe, partidarios radicales, propietarios de la estancia donde se alojaba y daba clases Nicanor Álvarez, huyeron al Uruguay dejando la estancia a nombre del maestro. Tiempo después, al regresar, los Iturraspe ofrecieron algunas hectáreas a Nicanor, en agradecimiento por su atención, pero éste no aceptó. Con su esposa, los dos hijos españoles y los cuatro nacidos en Argentina, se trasladaron a Rafaela, para continuar aquí su vida. Ya en su nuevo destino, Álvarez dedicó su tarea hacia su otra vocación, la periodística. Fundó "El Bien Público" y más tarde "El Obrero". En 1894 fundó el Colegio San Martín, en el cual también recibía alumnos pupilos y extendía su recepción a alumnos de escasos recursos, que atendía gratuitamente previa presentación de un certificado de pobreza refrendado por Juez de Paz. Se lo consideró siempre un hombre recto, activo y comprometido con la realidad social. Una de las páginas escritas en "El Obrero" se dirige "a los criticones de taberna tan audaces en este oficio como diestros en vivir de lo ajeno. Son esos pobres desgraciados que en pleno día ven visiones extrañas y amenazadoras, pero, en cambio, es la justicia que pide el condigno castigo por los males que han causado a la patria". Como puede verse, el tono de su dialéctica no ahorraba calificativos, aun tratándose de un pueblo chico, en formación, que presentía claramente a los destinatarios. Falleció el 3 de octubre de 1930, a la edad de 71 años. La calle que lleva su nombre nace en la Avenida Ernesto Salva y se extiende hacia el norte, entre Chiaraviglio y Francisco Beltramino. Para esta crónica, algunos datos fueron extraídos del libro "Rafaela y sus Calles", de María Graciela Mendoza de Rubiolo.

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