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Opinión

Gran puterío nacional

Serán incapaces de mejorar la vida de los argentinos, pero a la hora de entretenernos nuestros principales dirigentes son unos capos.
Alejandro Borensztein

Por Alejandro Borensztein

Según dicen los que saben, las negociaciones que se están llevando a cabo para lograr que Lijo y García Mansilla ingresen a la Corte Suprema estarían muy avanzadas. Una gran noticia para los cinco involucrados en este asunto: Santiago Caputo, Cristina Kirchner, el juez Lijo, el profesor Mansilla y el hampa.

Obviamente, para el resto de los argentinos también es buenísimo. ¿Quién no tiene un exceso de fotomultas, un problema con la AFIP, un contenedor retenido por contrabando o un cuñado enterrado en el jardín? Para todas estas cosas es mucho mejor tener una Corte con la cual poder conversar que una con jueces serios que no escuchan ofertas.

Por supuesto, para el orden institucional, la seguridad jurídica y la recuperación de la confianza todo esto es una catástrofe. O sea, una decisión de política que termina siendo un problemón para la economía.

Curiosamente, estas son las cosas que los gobiernos nunca entienden, no conectan un problema con el otro, no por nada llevamos décadas barranca abajo. Tampoco lo entiende el ministro Luis Caputo que no se da cuenta del daño que el mismo gobierno le está haciendo a su propio plan económico, como tampoco se dieron cuenta, en su momento, los ministros de economía y los secretarios de comercio de los últimos 50 años.

Podemos pensar en Massa y Tombolini, por citar a las últimas dos joyitas que ocuparon esos cargos, o en Martínez de Hoz y Juan Alemann, si queremos recordar aquellos viejos tiempos.

Según contó Marcelo Bonelli este viernes en Clarín, Luis Caputo dice que si los empresarios no hacen caso la van a pasar muy mal. Caramba. Que poca cultura política tiene este muchacho. Martínez de Hoz y Alemann los tiraban vivos al río desde un avión y, aún así, tampoco les hacían caso.

Deberían entender que no hay manera de que un gobierno imponga sus ideas contra la voluntad de medio país. Basta recordar que en 2011 Cristina sacó el 54% de los votos, tenía el control absoluto de ambas cámaras y ni siquiera pudo terminar con Majul. Mucho menos cerrar TN.

El mismo desconocimiento de la historia política le cabe a Santiago Caputo, devenido ahora en monje negro del gobierno libertario, como si los monjes negros de la historia argentina no hubieran terminado siempre mal.

Ejemplo extremo. A la muerte de Perón en 1974, Isabelita asumió como presidenta y le cedió todo el poder al monje negro López Rega. Nunca hubo un monje negro tan monje, tan negro y tan poderoso como él. El tipo se llevó por delante el país a los tiros. Cabe decir que en aquellos años no era el único que andaba a los tiros. También disfrutaban del arte de asesinar gente otros como Firmenich, Vaca Narvaja, Galimberti y demás jóvenes maravillosos.

Si bien la fama de López Rega llegó hasta hoy, su poder absoluto sólo duró un año. En julio de 1975 el país se hinchó las pelotas de López Rega, la CGT se le plantó a Isabel y ella no tuvo más remedio que rajarlo. Lo puso en un avión, lo designó embajador itinerante, el tipo se esfumó y estuvo escondido hasta que en 1986 Alfonsín lo encontró, lo extraditó y lo encanó hasta su muerte en 1989.

No es por andar comparando monjes pero sería bueno que nuestros máximos dirigentes agarraran los libros y aprendieran algo de historia para no repetirla.

Para discutir sobre estos asuntos hubo cenas secretas entre Milei y Macri. No se entiende por qué dicen que son secretas si al día siguiente salen en todos los diarios, con el detalle de las milanesas incluido. Ni para guardar un secreto sirven estos muchachos.

Mientras tanto, en algún otro lugar de Ciudad Gótica, el Topo Alberto sigue dando leche, con perdón de la metáfora. Cuando ya parecía que no tenía más nada para dar, el tipo metió la mano en la galera y entró a sacar una conejita atrás de otra. Azafatas, secretarias, cantantes, militantes, peluqueras, modelos, lo que venga.

No se sabe si el Topo efectivamente enganchaba algo o si era como el personaje de la revista Satiricón, “El Sátiro Virgen”, que salía a cazar todas las noches y nunca lograba violar a nadie.

“Con ese bigote horrible y esa panza…”, dijo Mirtha en referencia a Alberto y lo terminó de arruinar para siempre. Un comentario absolutamente injusto teniendo en cuenta lo lindo y sexy que es el Topo con esos dientes comprados en Easy.

Entre tantas cosas divertidas que se van conociendo, se supo que una noche Alberto andaba haciendo voyeurismo por Facebook y encontró una peluquera por la que sintió un deseo irrefrenable de ayudarla. Tanto fue el deseo que la hizo contratar por una empresa que controla las centrales nucleares de Atucha. De milagro no tuvimos un Chernobyl.

Sobre esto, el periodista Pablo De León contó en Clarín que Cristina negó haber sido la que bautizó a Alberto como “pito duro” sino que fue idea de Máximo. El resto de los apodos que circulan son producto del ingenio popular.

De hecho, ante la dificultad de encontrar nuevos insultos para calificar al “expresidente”, ya hay gente que incorporó el propio nombre del Topo como calificativo. Por ejemplo, ya se escuchan en las esquinas porteñas epítetos como “andate a la Alberto Fernández de la lora” o “me tenés los Alberto Fernández al plato”.

En este refinado contexto se da la interna entre La Cámpora y Kicillof. Trascendió que hubo un asado con Máximo y algunos barones del conurbano al que asistió Martín Insaurralde, capitán de mar y tierra. No sabemos si también estuvo presente el intendente Espinosa, procesado por abusos sexuales, ni tampoco si el asado fue con o sin putas.

En otro barrio de Sodoma y Gomorra apareció el ministro Cúneo Libarona diciendo que él y su gobierno rechazan la diversidad sexual y la comunidad LGBT. Para ellos, una familia sana, argentina y patriótica está constituida por un hombre con pito, una mujer de esas que vienen sin pito, un hijito de pelo corto y una hijita con trencitas. Todo lo demás es comunismo.

Esto generó un escándalo que no deberíamos magnificar. Son simples barbaridades que el ministro dice para que el triángulo de hierro (Milei, Karina y Caputo) no lo excomulgue. Todos sabemos que Cúneo Libarona no piensa así y que le gusta la joda más que el dulce de leche. Al lado de Cúneo, el Guillote Coppola es el Arzobispo de Buenos Aires y el Bambino Veira es su monaguillo.

Sobre llovido, Cristina pidió una pericia psiquiátrica para los que dicen que Vicky Villarruel es peronista, en clara referencia al senador Mayans y este le contestó que la pericia psiquiátrica deberían hacérsela a quien eligió a Alberto, como si Mayans no hubiera apoyado al Topo desde el minuto cero.

Sumemos también que en la LLA rajaron al senador Paoltroni por expresar su oposición a Lijo y a la diputada Arrieta porque no le gustó que la llevaran a merendar con Astiz. Si tras que tienen pocos legisladores encima los rajan, no vamos a lograr nunca el anarcocapitalismo.

Cierran el show la diputada kirchnerista Carolina Gaillard que en un exceso de progresismo inclusivo le gritó a la diputada libertaria Emilia Orozco “no seas atrevida, rubia teñida” y Lilia Lemoine diciendo que José Luis Espert es gay. Si, lo dijo sin un Fernet en la mano.

Así está la dirigencia de un país que tiene 50% de pobres.

Créame amigo lector que estas notas domingueras llevan mucho trabajo pero no lo voy a engañar, a veces se escriben solas.

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