Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Opinión

El arte de lo posible… y lo imposible

Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

Las fechas se nos vienen encima. Los comerciantes lamentan porque venden menos, los industriales se debaten entre insumos faltantes y proyectos postergados, el ciudadano cuenta lo que recibe que no se equipara con lo que debe, se hace costumbre su asombro y la tristeza se agranda. Noviembre de 2023. El siglo de las promesas ha consumido casi su cuarta parte, con aquellas promesas deshechas en manos más expertas en desvíos que en aciertos.

Entretanto, se escuchan los cantos de sirena preelectorales, que suenan a dulces promesas de prosperidad, a golpes de voluntarismo cada vez más intensos, cada vez más lejanos; esos golpes apelan a nuestra mala memoria o a nuestra incomprensible ilusión de que todo cambiará para bien.

Burros y zanahoria

La fábula del burro, al que su amo le cuelga delante una zanahoria cada vez que lo ata al carro, suficientemente lejos para que no la alcance y suficientemente cerca para que crea que la alcanzará, es una alegoría que se actualiza permanentemente. En el hogar, en la escuela, en la empresa y -claro está- en la conducción política, la técnica de la zanahoria inalcanzable se ejerce siempre a favor del amo y a despecho del burro.

La fábula habla de un solo burro, una zanahoria y un carrero. Si consideramos que los burros suman millones, la zanahoria es una y el carrero también, ahí es donde empieza la cuestión social. El Estado-carrero, la zanahoria-futuro.

La envidiable imaginación de los operadores políticos convierte una miseria en oportunidad, ya que no se puede ir más abajo; transforman un ciclón en un factor de limpieza y la carencia en un recipiente a llenar con futuros contenidos. Al mismo tiempo, los burros, pensando sólo en el hambre del momento, no alcanzan a ver al carrero que creó la miseria, ensució el camino y vació los recipientes; es el mismo carrero que ahora les muestra una zanahoria colorida, reluciente, tentadora, a la que vale la pena perseguir. Es el carrero que escamoteó la esperanza, que promovió la disolución de la manada y destruyó el aprisco. Ahora los burros están siendo convencidos de que con sólo un paso de almanaque la zanahoria estará accesible. La zanahoria será la misma, el hambre de los burros también, pero habrá un hombre feliz por haber logrado un lugar de preeminencia en ese carro.

Surge un diciembre color zanahoria en el horizonte, y allá marchamos, convencidos de que el nuevo carrero distribuirá los frutos a manos llenas tal cual prometió. ¿Cuál será? ¿El que dejó el carro vacío? ¿El que no supo hacer otra cosa que pedirle prestadas zanahorias al carrero rico? ¿El que asoma y vocifera su verdad no demostrada?

Las escuálidas fiestas de fin de año precederán a un verano de reposo y una parodia de olvido. Llegará la acostumbrada asignación de culpas a los que pasaron y allá, lejos y difuso, un ancho horizonte de mil caminos.

Lo posible y lo imposible

Nicolás Maquiavelo, el florentino considerado padre de la política moderna, heredó de Sócrates aquello de que "la política es el arte de lo posible". Aunque no consta, se le atribuye a Maquiavelo la frase "el fin justifica los medios", cuando sostiene que las grandes medidas y los cambios evolutivos de la administración pública se justifican para el logro del bienestar general. Al fin y al cabo, la política es el conjunto de actividades que se asocian con la toma de decisiones en grupo, con ética y justicia, para la distribución de recursos.

Ni Maquiavelo ni su lejano antecesor, Aristóteles, consideraron que en la República Argentina el arte de lo posible se transformaría en la realidad de lo imposible, trabado por un 85% de población urbana, hacinada y en gran medida improductiva, más un 52% de pobreza, sentada en el borde del zanjón mientras espera la mano del Estado que reparta su sostén.

La demostrada abundancia de recursos naturales soterrados ha creado entre nosotros la premisa de que "Dios es argentino", siempre habrá algún benefactor que abra la ventana de su despacho para que se derrame lo gratuito que antes entró por la ventana del esfuerzo.

Alguien puede pensar hoy que el bienestar surge de eventualidades que se vociferan o de reveses del pasado convertidos en éxitos de hoy para mañana. Venga y vote. Usted tiene dos manos: una en el bolsillo y otra en el corazón; una de las dos optará por lo posible y otra por lo sensible. ¿Cómo juntar ambas manos para aferrar herramientas, para hundirlas en la tierra en busca de sus frutos o para aplaudir en las calles a quien mejor prometa?

Millones de burros tiramos de un enorme carro vacío. La analogía de la parábola de la zanahoria no pretende ser una falta de respeto a los millones que tiramos del carro… ni a los burros. Allí enfrente tenemos dos zanahorias que parecen estar a nuestro alcance; tienen un lado visible lleno de promesas y un lado oculto lleno de sacrificios.

Despojados de la clásica soberbia argentina, que nos abofetea con sólo mirar a nuestro alrededor, optaremos por quien nos represente, aunque no lo tengamos a la vista. No arrastramos una carroza sino un carro desvencijado. Navegamos en un mar repleto de peces y pareciera que esperamos que éstos salten sobre nuestra barca. Hagamos que el arte de lo posible no nos hunda en lo imposible.

enfoques

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso