El miércoles 13 se dictará el inusual (por tan previamente anunciado) fallo de Casación con respecto a la sentencia a seis años de prisión aplicado a Cristina Fernández por el Tribunal Oral Federal en la causa “Vialidad”.
Nos enteraremos entonces si los jueces decidieron revocar la condena, confirmarla o, incluso, duplicarla por considerar que organizó una asociación ilícita para defraudar al Estado, y todo ello además de la prohibición para ejercer cargos públicos.
Mientras tanto, lo cierto es que Javier Milei sigue contando con un respaldo social enorme, a pesar del doloroso ajuste que tuvo, inevitablemente, que aplicar para evitar el derrumbe final de Argentina por el precipicio construido, con prisa y sin pausa, por el kirchnerismo durante las dos décadas anteriores.
Un caso paradigmático es, claro, el de Aerolíneas Argentinas, ya que los gremios aeronáuticos que responden a la ex Presidente han conseguido, con sus huelgas salvajes, algo que parecía imposible: transformar el injustificado deseo de la ciudadanía de mantener una línea de bandera que necesita el oxígeno de los monumentales subsidios estatales para subsistir, en un marcado apoyo a la intención libertaria de terminar con ella.
De todas maneras, me sigue haciendo ruido en la cabeza la falta de correlación entre los escándalos que el vocero presidencial y el periodismo exponen a diario, con las escasas denuncias penales que se han formulado al respecto.
Y me duele enormemente la inacción del Gobierno frente al drama de los presos políticos (militares, policías, civiles y sacerdotes) que, como expone cada semana Enrique Munilla en las cartas de lectores de La Nación, son víctimas de la venganza de los terroristas de los 70’s, hoy transfigurados en jueces (verdaderos asesinos togados) y fiscales militantes, capaces de demoler todos los principios del derecho penal internacional y de fraguar pruebas y testimonios para lograr sus bastardos objetivos.
Un párrafo aparte merece la conducta de la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires, a cargo del tan nefasto y carísimo Axel Kiciloff, en lo que a la educación sexual en las escuelas públicas se refiere, ya que ha distribuido libros con contenido pornográfico explícito.
Cabe a los padres reaccionar y llevar el tema hasta la Corte Suprema de Justicia para impedir que esa aberración continúe, influyendo tan negativamente en la psiquis de chicos y adolecentes.
Volviendo al terreno internacional, y en la medida en que Donald Trump tiene 78 años y una enorme fortuna personal, y que la Constitución le impide aspirar a un tercer mandato, me ilusiono imaginando que, esta vez, quizás elija ir por el bronce para buscar un lugar destacado en los libros de historia, dejando atrás sus amenazas a la prensa libre y a los opositores.
Si así lo hiciera, permitiría que el mundo entero, y en especial a los norteamericanos, reivindicar su figura y olvidar ese oscuro pasado que lo ha llevado ante los estrados de tantos tribunales de su país por hechos que van desde la subversión contra las instituciones hasta la corrupción y los delitos sexuales.
También me ilusiono, como dejé entrever en la nota, con una victoria de Alvaro Delgado en el ballotage uruguayo, pese a que se trata de una democracia tan estable y civilizada que impediría cualquier deriva rara del izquierdista Frente Amplio, representado por Yamandú Orsi, ganador de la primera vuelta.
Como se ve, mi mucha edad no me ha quitado la posibilidad de sorprenderme y de soñar, como hoy lo hago por el éxito de Javier Milei y su programa económico, ya que eso significará el renacimiento de la Argentina desde el profundo hoyo en que está sumida, desde hace ocho décadas, por nuestra suicida vocación por el populismo mentiroso y ladrón.
Hasta la próxima nota.
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