Por Editorial
El Gobierno tiene una hoja de ruta que cumple a rajatablas y resultados macroeconómicos inicialmente menos negativos de lo que se esperaba en materia de inflación, pero enfrenta la oposición de prácticamente toda la dirigencia política que intenta parar el ajuste y las reformas con todos los recursos a su disposición; desde la oposición parlamentaria hasta las medidas de acción directa sindical y la intimidación si hace falta.
Hundió la "ley Bases" en el Congreso y ahora se reagrupa en torno a los gobernadores que amenazan con cortar el suministro de energía desde la Patagonia si se ejecuta una deuda que contrajo la provincia de Chubut con el Tesoro Nacional. Antes habían barajado la idea de una requisa similar de la exportación de granos por los puertos del litoral.
En suma, no quieren pagar sus deudas, desafían la ley y pretenden hacer retroceder la historia a épocas previas a la organización nacional. El desastre fiscal de las últimas décadas y el desprecio por el estado de derecho han hecho posible ese insólito viaje por el túnel del tiempo; la vuelta a los tiempos de Peñaloza que ahora reaparece en billetes para pagar sueldos de empleados públicos.
La oposición radical-peronista-kirchnerista que pudo trabar las reformas en el Congreso mediante una coalición espontánea, no consiguió sin embargo frenar las medidas que tomó Javier Milei para evitar la hiper, desarmar la "bomba" de las Leliqs y estabilizar temporariamente el dólar. Ese logro inesperado los empujó a la rebelión. Agitaron el fantasma de un estallido social, ignorando las encuestas que detectan que casi la mitad de la población está de acuerdo en esperar por lo menos seis meses para exigir resultados al Gobierno (ver "46% de paciencia").
El Gobierno siguió resistiendo presiones y amenazas no sólo porque hace pleno uso de su poder constitucional, sino por la debilidad de los grupos opositores. La CGT ya le hizo un paro y planifica más, pero ¿cuántos puede lanzar sin generar hartazgo social y división interna? La UCA publicó el informe sobre la pobreza tras la devaluación. ¿Cuántos informes más planifica publicar? ¿uno por semana? Los docentes "K" van al paro antes de sentarse siquiera en la paritaria, ¿cuántos más pueden ordenar sin que el acatamiento se resienta?
Otro tanto puede preguntarse sobre los ferroviarios, los empresarios del transporte, etcétera. En síntesis, los militantes de la Cámpora echados de la ANSES y del INADI, los piqueteros del multimillonario programa de Juan Grabois pueden protestar, pero difícilmente evitar la pérdida de ingresos. Por ninguna otra cosa es el conflicto.
Además de una baja credibilidad los grupos opositores tienen otros dos problemas. El primero es la falta de autocrítica. Los bloques parlamentarios del kirchnerismo tienen exactamente las mismas autoridades y voceros que antes de la derrota. Pueden ignorar lo ocurrido sólo porque el peronismo no muestra signos vitales.
El segundo problema es la falta de renovación. En cualquier sistema político, si un partido pierde por 10 puntos una elección presidencial, es inevitable una limpieza de cuadros directivos. Mientras no se produzca en el PJ, la gobernabilidad no será el problema más grave de Milei a pesar de las profecías alarmantes de los analistas.
Un problema similar enfrenta el radicalismo. El presidente del comité nacional partidario, Martín Lousteau, enfureció con su prédica opositora al gobernador Gustavo Valdés, que recibió esta semana a Milei en su provincia. El correntino le dejó en claro a Lousteau lo poco que tiene en cuenta sus opiniones sobre la actitud a asumir frente al Gobierno. Después firmó la declaración de solidaridad con Ignacio Torres, demostrando que se ve obligado a bailar con dos músicas al mismo tiempo y que su margen de maniobra es estrecho. Los radicales fueron el furgón de cola de Mauricio Macri y ahora se niegan a serlo de Javier Milei, pero carecen de líder y de candidatos.
Los gobernadores de la UCR y del peronismo que deben administrar sus provincias y pagar sueldos han comprobado en el espejo de Chubut lo complejo de su situación si se enfrentan con el Gobierno. Por eso varios comenzaron a tender puentes con el Presidente durante una reunión en Salta con Guillermo Francos. La oposición cerrada en el Congreso le podrá convenir a Lousteau o al kirchnerismo, no a ellos.
Por último, Milei parece estar en condiciones de empezar a recoger los frutos de su alineamiento internacional estricto detrás de los Estados Unido. La visita del secretario de Estado, Anthony Blinken, fue exitosa y se espera una repercusión redituable en las negociaciones con el FMI. Washington apuesta al éxito de Milei y una ayuda financiera extra podría resultar decisiva para el actual tramo de su gestión.
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