Antes que nada, vaya una aclaración que parece una verdad de Perogrullo pero que es fundamental destacar: al momento de publicarse esta columna, el gobierno y la administración del Estado Nacional de la República Argentina sigue estando a cargo y es responsabilidad absoluta de Alberto Ángel Fernández y Cristina Elizabet Fernández de Kirchner. No parece, pero es así. Aunque ambos hagan como que no.
A su vez, el binomio presidencial ha seguido y sigue gobernando nuestro país con la inolvidable colaboración del Ministro de Economía Sergio Tomás Massa, el Jefe de Gabinete Agustín Oscar Rossi y demás miembros de la gavilla. Todos ellos son responsables de todo lo que ha pasado y pasará hasta hoy al mediodía, incluido el último 30% de aumento en las naftas que nos regaló YPF el viernes a la noche, casi como un gesto de bienvenida al León.
Recién después de las 13:00 horas aproximadamente ya no serán ellos los que gobiernen, pero las consecuencias de sus actos seguirán vivas por mucho tiempo en nuestros corazones y, por qué no decirlo también, en los supermercados, surtidores, tarifas, alquileres y demás.
Hecha la aclaración, repudiamos desde acá a todos los periodistas, analistas, dirigentes y demás personalidades argentinas y extranjeras que, ante la despedida, se burlan de Alberto, le dedican los más horribles epítetos y lo definen como el peor presidente de la democracia argentina. En realidad, fue eso y mucho más pero, como tantas veces se ha explicado aquí, todo ha sido una actuación heroica del “presidente” puesta al servicio de una causa superior: sabotear a su propio gobierno para destruir al kirchnerismo, neutralizar al peronismo y salvar la República. Un verdadero héroe de la Patria a quien Occidente ya le debe un reconocimiento. No cualquiera está dispuesto a hacerse pasar por un boludo atómico para salvaguardar la Constitución Nacional de su país.
Amigo lector, usted sabe que esta página ha bancado al Topo desde el primer día y no lo va a abandonar justo hoy que, si Dios quiere, será el último. God Save the Topo.
Por eso es que llamamos a mantener un piadoso silencio, sobre todo ahora que Alberto está por viajar a España con la excusa de realizar actividades académicas y de paso “darle una manito” al primer ministro Pedro Sánchez. No hace falta explicar lo que esa “manito” significa. Posiblemente los españoles no lo sepan pero, en el mismo instante en que Alberto pise el aeropuerto de Barajas, la suerte de Sánchez y sus aliados chavistas de Podemos estará echada.
Con el Topo seguimos exportando talento argentino al mundo. Alberto nunca te defrauda. Los que lo conocen dicen que hasta terminar con Putin no para. Veremos si después de Cristina y de Podemos, logra cargarse al líder ruso o si todo termina en la habitación de un hotel en Moscú, observando desde la ventana la plaza del Kremlin y diciendo “che, que gusto raro tiene este tecito verde”.
Dicho todo esto, despejemos la primera cuestión. ¿Debemos empezar a hablar hoy mismo del presidente Milei? ¿Ha llegado la hora de concentrarnos en lo que hará el León? ¿Por dónde deberíamos arrancar? ¿Por Rodolfo Barra, por Lilia Lemoine o por los otros perros que van a habitar la Quinta de Olivos?
La verdad es que hoy no corresponde meternos con esto. Javi todavía no asumió ni hizo nada como para tener que ocuparnos desde ahora.
Por supuesto, no va a faltar oportunidad pero no sería justo para con él, ni mucho menos para con los 20 años de kirchnerismo (16 en la Rosada y 4 cascoteando en la calle) cuya despedida merece esta nota y tal vez varias más.
Sin embargo cuesta encontrar algo nuevo para agregar al respecto. Enumerar otra vez las operaciones que llevó adelante el Topo en su epopeya ya no tiene sentido. Recordar cuanto facilitó Cristina con sus dichos y sus actos la estrategia de Alberto, resulta redundante. Tal vez haya que destacar que nada de lo que hizo el “presidente” fue contra la voluntad de Cristina. Ella no solo le terminó rajando a todos los funcionarios que él había designado sino que lo obligó a mantener a los propios, incluido a los que conspiraron contra Alberto como Wado De Pedro y varios más. Cristina manejó todos los resortes del gobierno y, sin querer queriendo, facilitó el trabajo del genial Topo.
En síntesis, una verdadera simbiosis que facilitó la implosión del kirchnerismo. Si bien hay gente que todavía sostiene que el “presidente” y la Vice se llevaban mal, la realidad demuestra que terminaron siendo una pareja maravillosa. El 45% de pobres, la explosión inflacionaria y la estampida de dólar, no fue magia sino un arduo trabajo en equipo donde se combinó la inteligencia estratégica de Alberto, la ignorancia de Cristina y la locura de ambos a lo que debemos sumar el talento de Massa. Al lado de esto, la preocupación por el equilibrio emocional de Milei parece un chiste.
En tren de disimular su rol de Topo, Alberto se despidió con un discurso memorable en el que destacó todo lo bueno que pasó entre 2019 y 2023, incluyendo la construcción de cientos de miles de viviendas, el gran crecimiento económico, la nuevas redes de saneamiento, el aumento extraordinario del empleo, el rol internacional del país, el mejoramiento en seguridad, salud y educación así como la vacunación ejemplar durante la pandemia, entre tantas otras cosas maravillosas que ocurrieron durante estos años. Obviamente, ocurrieron allá en Noruega. Acá todo fue una verdadera catástrofe. De hecho, por eso Javi les rompió el orto.
En el discurso del viernes, el “presidente” solo se lamentó de algo. Dijo textualmente: “Me reprocho por no haber sido capaz de terminar con la grieta”. Caramba. Recordemos que Alberto inició su mandato con una frase histórica que, como ninguna otra, lo definen a él y a Cristina. La noche del 27 de octubre de 2019, cuando se consagraron “presidente” y Vice, él se despidió del escenario al grito de “gracias, gracias… el gobierno ha vuelto a manos de los argentinos”. Está en Youtube.
O sea, el que venía a cerrar la grieta le estaba diciendo por televisión a todo el país que había triunfado sobre un gobierno que estaba en manos de extranjeros, tal vez búlgaros o eslovacos o vaya uno a saber que.
Esta fue la segunda frase más turra en la historia de la democracia argentina. Obviamente, la primera fue la inolvidable frase de Néstor Kirchner en la ESMA el 24 de marzo de 2004 cuando entró en la inmortalidad diciendo “vengo a pedir perdón en nombre del Estado Nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades” negando así el Juicio a las Juntas, las condenas, Alfonsín, Strassera, la CONADEP y todo lo demás. Fue la frase fundacional del verso kirchnerista.
Listo. Ya está. Cristina se va y se lleva hasta la estatua de Néstor. Alberto se va y nos deja una última frase para la historia “hemos logrado poner a la Argentina de pie”. Posta. Así lo dijo el miércoles en el saludo final a los empleados de la Casa Rosada. Hay videos.
En fin, mandemos a pérdida a toda esta gente de una buena vez. Dale Javi, asumí y ocupate. Después vemos. Fuente: Clarín
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