Por Martín Lehmann
El lunes se realizó la reunión de comisiones del Concejo Municipal para tratar proyectos pendientes. Entre ellos, hubo algunos que buscan facilitarle la vida a personas ciegas o con disminución en la vista.
Por ejemplo, Juntos por el Cambio propuso anexar placas con sistema Braille a los nomencladores. Es decir, que todos los carteles que llevan los nombres de las calles incorporen una placa con relieves que pueda ser interpretada mediante el tacto.
El texto que busca ser aprobado faculta al Ejecutivo a suscribir convenios que no impliquen desembolso de dinero en mano de obra. Para eso se convocaría a escuelas, centros de formación de oficios y entidades sin fines de lucro vinculados a la actividad metalúrgica para que confeccionen las placas. El Municipio proveería los materiales necesarios para la concreción de la tarea, como también la movilidad de los alumnos y las herramientas necesarias al momento de la colocación.
Hasta acá (dentro de todo) venía bien la cosa, pero continuando con la lectura me encontré con el siguiente párrafo:
"Obligatoriedad en establecimientos gastronómicos de carta de menú con sistema Braille (Juntos por el Cambio): disponer que todos los establecimientos gastronómicos que se encuentren habilitados en el ejido de Rafaela deberán contar obligatoriamente con al menos una carta y/o menús con tipografía braille y una impresa en macro tipo. Deberán mantenerse correctamente actualizadas".
Acá es donde volvemos a caer en un viejo vicio político muy arraigado en todo el país: ser solidario con el bolsillo ajeno.
Por supuesto que es una genialidad la idea de incorporar la opción de una carta braille, pero ¿por qué hacerlo a la fuerza cargándole el costo y el tiempo al empresario? ¿Acaso no sería mucho mejor persuadir a los comerciantes para que lo vean como una virtud e incluso como una ventaja competitiva? ¿No se les ocurrió por ejemplo, reducir presión tributaria a quien se sume a esta movida?
No es oportuno y menos en este desastroso momento económico que estamos viviendo obligar a los dueños de estos comercios a financiar el deseo solidario de algunos políticos. Imprimir un menú por más simple que sea conlleva un costo y alguien lo tiene que pagar.
¿Entonces cuál sería la secuencia en caso de aprobarse esta medida? El comerciante tendrá que imprimir las nuevas cartas con dinero que tenía pensado destinar a otros fines. Luego para paliar esta situación muy probablemente se vea obligado a compartir esta pérdida con sus clientes, aumentando los precios. En resumen: tendremos menú en braille pero la milanesa a caballo y la torta selva negra nos van a salir más caras a todos.
Me contacté con Silvina Imperiale, presidente de la Cámara de Propietarios de Hoteles, Restaurantes, Bares, Confiterías y afines de Rafaela (CAPHREBAR). Ella ya estaba al tanto de la propuesta legislativa y me explicó cuál es la postura del sector al respecto: "Nadie está en contra de la inclusión, claro que no. Sólo que eso no es para en el contexto de hoy con esta inflación galopante. La tecnología nos permite soluciones alternativas y además nuestro personal es idóneo y está capacitado para atender a una persona con dificultades visuales. No creemos que sea imprescindible y tampoco el contexto actual nos permite enfrentar ese gasto".
Por otro lado señaló lo impráctico de la propuesta en estos tiempos en los que los comercios se ven obligados a modificar los precios casi de forma semanal: "Los precios cambian de manera permanente por los aumentos de distintos insumos. Entonces tampoco sería práctico materializarlo a partir de una carta impresa en braille. Debemos tener en cuenta todo lo que significa generar una carta así, porque desconocemos quién las hace y qué costos tiene".
También hizo hincapié en que no sólo se genera inclusión a partir de una carta de ese tipo al apuntar que, excepto algunas esquinas puntuales de Rafaela, no hay semáforos sonoros y el Estado de las veredas no es amigable para ciegos ni para adultos mayores.
"Si bien estamos todos a favor de la inclusión, creemos que hay otras prioridades y desde nuestro sector vamos a pedir que se contemple el contexto y que se tome en cuenta que hay otras herramientas que nos permite la modernidad para suplir a una carta impresa", finalizó la Presidente de CAPHREBAR.
Quiero reiterar lo siguiente: el sistema inventado por Louis Braille es una maravilla y es digna de fomentar su aplicación cada vez que se pueda. Pero ser solidario con la plata ajena termina ayudando a unos para perjudicar a otros.
Propongo que busquemos formas sanas de financiar los proyectos de verdadera inclusión, tan necesarios para tener una mejor ciudad para todos.
Comentarios