El pan tiene una presencia marcada en la vida cotidiana: el 77% de los argentinos lo consume de forma diaria o al menos una vez por semana, y 8 de cada 10 consumidores prevén mantener su nivel de consumo de pan en el futuro, según Taste Tomorrow, la encuesta de consumidores de panadería, pastelería y chocolate más grande del mundo, realizada por Puratos en 40 países basado en entrevistas para recopilar datos de más de 17.000 consumidores y 80 influencers gastronómicos de las principales capitales del mundo. En Argentina, el estudio abordó a más de 400 consumidores, quienes resaltaron la frescura como el atributo más importante del pan (71%), seguida por el precio (61%) y el sabor (57%).
En nuestro país, son cada vez más los proyectos panaderos, o aquellos que ofrecen una propuesta integral junto a la pastelería, en los que las mujeres tienen un rol protagonista.
Se calcula que el pan ha formado parte de nuestras vidas desde hace por lo menos de 10.000 años. Durante la mayor parte de la historia de este humilde alimento, la producción se realizaba en cada casa y era familiar. Recién con la llegada de la Revolución Industrial, en el siglo XVIII en Inglaterra, la producción del pan se convirtió en una labor de un sector determinado de la población dando origen a los panaderos, como se los conoce hoy en día.
El año pasado, con la llegada de la cuarentena estricta, una de las recetas más buscadas por los argentinos fue el pan de masa madre. Hecho a partir de harina, agua y la propia interacción entre microorganismos presentes de la mezcla, la masa madre es un fermento natural para elaborar pan. Años atrás, se solía hacer panes con masa madre, pero con la invención de la levadura comercial al final del Siglo XIX, esa tradición comenzó a desaparecer.
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