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Luna en el cielo Celeste

Agrandar imagen Atlético trajo un punto de su visita a Adrogué.
Atlético trajo un punto de su visita a Adrogué. Crédito: Prensa Atlético Rafaela
Oscar Martinez

Por Oscar Martinez

Fue una ráfaga, un instante casi milagroso que debió ser el cierre de un gran primer tiempo del equipo de Alberdi. Pero aún faltaban 15 minutos. Un bajón, porque imagino que los relatores necesitaron un rato para recuperarse del grito interminable que precedía a una explicación detallada, y los que lo vimos merecíamos los 15 minutos del entretiempo para contarnos entre nosotros lo que acabábamos de disfrutar. Atlético salió rápido de contragolpe después de un gran quite, Laméndola lo buscó a Luna en el borde del área, que con un giro se sacó la marca de Jerez Silva, le ganó la posición a Herranz, eludió la salida del arquero Ramírez y le dio un pase a la red. Golazo. Justo para aquella frase del inigualable Pier Paolo Passolini. "En el fútbol hay momentos que son exclusivamente poéticos: se trata de los momentos del gol. Cada gol es siempre una invención, una perturbación del código: todo gol es ineluctabilidad, fulguración, estupor, irreversibilidad. Precisamente como la palabra poética".

Ese Atlético del primer tiempo fue el ideal: serio en todas las líneas, seguro en el fondo, con un traslado interesante en el medio y Luna jugando como debería hacerlo siempre, por él y por nosotros, los que amamos este juego maravilloso. Y aunque Bieler estuvo lejos de Bieler, el gran gol de Alex justificó la victoria parcial. Pero faltaba. Lo que ocurre es que el fútbol pone la vida en suspenso. Una vez, le escuché decir a Roberto Fontanarrosa: "Cuando vos jugas al fútbol y vas a sacar un lateral o ves que lo va a hacer el marcador de punta, vos no pensás en que debés dos meses de luz o que tenés ya pagadas las vacaciones en Las Toninas". Es así, la vida va en eso, el juego es una dimensión de la existencia que te absorbe entero. Las alegrías del fútbol son fugaces, son breves. Pero tienen, a su vez, una especie de huella de eternidad en esa fugacidad. Y el gol de Luna hizo huella. Lo vamos a recordar aunque finalmente no ganamos y el partido no era definitorio. Pero lo recordaremos.

El segundo tiempo fue otra cosa. El local se vino y nosotros pasamos del elogio del talento al elogio del aguante. Dos cosas que sólo se aunaron en destellos de Luna y la solvencia del arquero. Lo de Peano fue sencillamente extraordinario en tres o cuatro intervenciones que le sirvieron al equipo de Medrán para sumar un punto que cotiza en bolsa. Uno, Alex, tiene sólo 19 años. El otro, Marcos, 24. Son jóvenes con mucho talento de los cuales Atlético disfruta sus presentes. En un partido vertiginoso y cambiante, ellos marcaron la diferencia.

Resumiendo, porque la parte seria de la historia la cuentan en otro lugar del Diario los especialistas, me gustó esta versión Celeste adecuada a un rival con aires de Primera B Metropolitana. Este lunes laborable, y en horario ideal para que las radios sumen audiencia, en el estadio "Lorenzo Arandilla" de Adrogué, una cancha impropia para la segunda categoría del fútbol campeón del mundo, Brown y Atlético empataron 1 a 1. Seguramente la unidad servirá si se suma de a tres como locales para seguir bien arriba en la tabla. Como marca nuestra historia no tan reciente. Un último mensaje para los jugadores en general y para Alex en particular: gracias por recordarme que este juego es maravilloso. Gracias por el fútbol.

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