Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Deportes

Frustrados y desafiados

Agrandar imagen Atlético empató frente a Estudiantes de Caseros.
Atlético empató frente a Estudiantes de Caseros.
Oscar Martinez

Por Oscar Martinez

"La frustración es una cualidad muy humana. Querer algo y no conseguirlo nos suele pasar, y eso hace que nos sintamos mal. La clave es qué hacer con eso. Una opción es quedarnos empantanados pensando en todo lo bueno que podría haber pasado y no pasó, y así sentirnos aún peor. La otra es poner a jugar nuestra capacidad 'resiliente': intentar superar la adversidad y transformar la experiencia en un aprendizaje que nos permita tener más herramientas para el nuevo desafío. Y estímulos para superarlo. Una condición muy importante para lograrlo es estar convencidos y, para eso, tener propósitos y proyectos que nos permitan focalizar más en la meta que en la piedra y el tropiezo. Saber que los caminos son arduos y largos, y que cada traspié no nos obliga a empezar todo de cero. Sólo hay que levantarse, reflexionar sobre lo que nos pasó, curarse las heridas y seguir andando", escrito por el neurocientífico Facundo Manes en el diario La Nación, un día después de la final de la Copa América Centenario ante Chile, en la cual Messi había anunciado su salida de la Selección.

Debo agradecer que el Diario decidió que mi columna vaya este martes y no el lunes, porque eso me hubiese obligado a escribirla apenas terminado el partido. Y la verdad es que seguramente hubiese equivocado mis conceptos. Usted sabe en qué vereda estoy parado y, por ende, que mis pensamientos llevan el sello del hincha Celeste. Imagínese: su equipo gana con autoridad, sin sufrir sobresaltos aunque el rival no deje de amenazar durante todo el partido, tiene un hombre de más y dispone de varias situaciones de gol. Pero en la jugada del final, y cuando usted ya miraba como quedaba la tabla con tres puntos sumador por la victoria, le empatan. Y enseguida el partido termina. Escribir en shock muchas veces genera columnas muy interesantes. Pero este, seguramente, no hubiese sido el caso.

La buena noticia es que me desperté y casi no encontré "letras con sangre" en los sitios en que se mencionaba el empate. La verdad es que esperaba una metralla de odio en estado puro, porque en las redes, fundamentalmente, buscan con desesperación un buen culpable, algún rehén para fusilar al amanecer. Pocas veces se tiene en cuenta que el triunfo depende de un pase que se filtró o no se filtró por un centímetro. Esta verdad tan simple es siempre invisible, cuando se gana la celebración la tapa, cuando se pierde la tapa el lamento. Hay un dato irrefutable: debimos ganar por méritos y, también, por "obligación". Pero en el momento de la emotividad llegó el eclipse. En el fútbol todo es una fanfarria épica si ganamos y un drama mortal chejoviano si perdemos. Me pasa.

No me gustan los empates. En general son grises y olvidables, salvo que uno remonte un 0-3 en el último segundo lo que lo convertiría, obvio, en un milagro. La cara de los boxeadores es un canto a la decepción mientras el árbitro, desconsolado también, les levanta los brazos a ambos. Nadie quiere empatar. Tiene algo de incómodo, de falsa armonía, de cosa irresuelta. Está muy bien luchar por la igualdad de oportunidades desde la política y la sociología. Pero individualmente y desde la virtud, la igualdad hace agua por todos lados. Y si el equipo empata como este domingo no se trata de igualdad, se trata de derrota.

Es fútbol suele ser un mundo fantástico donde la suerte gira como una perinola a espaldas de la justicia. Claro que también depende de qué lado se lo analice. Si yo fuera un seguidor de Estudiantes de Caseros estaría escribiendo sobre los méritos de un equipo que llegó al empate con un hombre menos, después de sufrir un gol de penal sancionado en una jugada discutible, y sin dejar de buscar el gol aún después de logrado el 1 a 1. Y no estaría mal. Pero yo estoy de este lado

Tengo un solo reproche para el entrenador, a quién le reconozco haber mantenido un equipo ofensivo, que debía ampliar el marcador, en lugar de refugiarse haciendo cambios defensivos. Pero me pareció un tremendo error quitar a Luna de la cancha. Hoy, el pibe 10, es el motor de Atlético, tanto que generó el penal a pura magia nacida en sus gambetas, y la expulsión de un rival gracias a la explosión de su pique. Y también uno para la defensa, sólida como no ha tenido Atlético en mucho tiempo, pero ese error posibilitó el gol del rival. En cambio, el resto de los futbolistas deberían hacer una gran autocrítica, porque no se pueden dilapidar tantas situaciones sin hacer un gol de jugada, ni tampoco no saber manejar el ritmo y los tiempos del juego sin ir para atrás en la cancha. Todo eso depende exclusivamente de los futbolistas.

El gran desafío del cuerpo técnico es transformar la frustración en desafío, porque en pocos días volveremos a ser locales y el equipo está bien arriba en la tabla. No ha pasado nada más grave que perder dos puntos en medio de un largo torneo. Lo grave sería no reponerse. "Lo que define a los hombres, aseguraba Pacho Maturana, es el espesor de sus convicciones. Hay que vivir sin traicionarse".

La Otra Mirada deportes fútbol Atlético de Rafaela

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso