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Cultura

Luis Remonda y la Bohemia Teatral

El Centro Ciudad de Rafaela heredó el espíritu creativo y social de aquél “Almas Bohemias”, precursor de una historia nuestra muy rica en expresiones artísticas. Habitante de la sala teatral de la Sociedad Italiana, el CCR afirmó allí su legítima misión de hacer teatro para una ciudad que crecía también hacia adentro de la cultura.

Uno de los personajes que integró el grupo aglutinado en torno de Lito Lasserre fue Luis Remonda, un joven inquieto que colaboraba en la carpintería artística de su padre. Si bien Luis nunca aceptó actuar sobre el escenario, fue el auxiliar necesario para todo lo que rodea a una expresión teatral, bambalinas, telones, butacas, boletería, traspunte, utilería, vestuario y, sobre todo, aporte positivo.

Cuando en 1958 un fatídico incendio destruyó buena parte de la sala de la Sociedad Italiana, Luis corrió para dar su aporte al esfuerzo de los bomberos. A pesar del peligro cierto, con la ayuda de un par de voluntarios, entró como pudo hasta el escenario para salvar el valioso piano de cola, ejemplar único en la ciudad. Sin medir posibles consecuencias, metro a metro llevaron el piano hasta un lugar seguro y así consiguieron que el instrumento los sobreviviera.

Aquel fuego destructor no hizo sino encender el fuego interior de los integrantes del Centro Ciudad de Rafaela, que emprendieron la tarea de construir lo que hoy es el Teatro B. Juan Lasserre, en homenaje a Lito, el gran protagonista de la historia teatral rafaelina.

Siempre las instituciones necesitan de un punto de apoyo entre sus integrantes; el que siempre está, el que tiene a mano las soluciones, el que recibe a los invitados, el que alienta y que no suele aparecer en ninguna de las fotografías, aunque comparte el aplauso, los triunfos y tristezas de todos. Ese personaje ha sido Luis Remonda. Con una gran simpatía y don de gentes, integró durante muchos años la Comisión Directiva, fue el apoyo imprescindible de don Juan Curiotti, Puchín Rodríguez, Valentina Acastello, Clarisa y Chiche Hereñú, Quique Rosetti, Emilio Comtesse, Luz y Blanca Rioja y tantos que se sumaron y que en un momento u otro gozaron del aporte de Luis, que no sólo se vestía de dirigente para recibir a las grandes figuras de la escena nacional, sino que a menudo se convertía en boletero para las funciones.

En un momento de mucha actividad, Luis advirtió que frecuentaba la institución un grupo de mujeres colaboradoras. A fin de adjudicarles una función integradora, fundó, dentro del CCR, el Club de la Amistad. El lugar específico fue la llamada “Sala L”, por su forma en ángulo. Las integrantes del nuevo grupo desarrollaron actividades sociales durante mucho tiempo, como tardes de naipes, tés benéficos, cenas de agasajo, charlas ilustrativas, exposiciones de artes plásticas y fotografía, etc.

Una mañana, Luis no concurrió a su lugar de trabajo, donde fabricaba féretros. Lo encontraron en su cama en que se había dormido la noche anterior, para no despertar. Silenciosamente, había partido con su joven trayectoria y su bohemia teatral.

Las integrantes del Club de la Amistad en pleno solicitaron a la Comisión Directiva que se le impusiera el nombre Luis Remonda a la Sala L. Fue aceptada unánimemente la solicitud y así quedó grabado el nombre y su fotografía a un costado del ingreso.

La Sala L Luis Remonda fue transformada hoy en una nueva sala teatral alternativa, remozada y confortable, para usos múltiples, pero su modernización no borra ni disminuye la mística con que nació y que tuvo en Luis Remonda un protagonista esencial.

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