La histórica DISTILLERIE BERTA de Casalotto di Mombaruzzo (Asti) celebró 75 años de historia. Iniciada en 1947 por voluntad del fundador, Paolo Berta, con un nuevo producto, la "Grappa Riserva 75 años" (obtenida del ensamblaje de diferentes añadas de la Grappa Selezione del Fondatore), la etiqueta más preciada de la empresa, una grapa de barbera y nebbiolo, envejecida veinte años.

El recién llegado es un producto de alta estirpe que se ofrece en edición limitada (solo 3.800 botellas en todo el mundo). La Grappa Riserva 75 años se presenta al consumidor en un único formato de 150 cl. El aire eminente del producto lo da el embalaje en una caja de madera de nogal Canaletto americano trabajada y pintada a mano. Dentro del paquete, en el pergamino interno se encuentran tres símbolos: el mapa, la bicicleta y la mariquita que hacen referencia al mito de las Destilerías Berta, a los secretos que permitieron llegar al importante resultado logrado. También se incluyen las distintas añadas de la Grapa Selección del Fundador de la que se compone esta grapa, desde 1983 hasta 1994.

Si ayer la grapa era el destilado de orígenes humildes, un producto pobre del campesino para calentarse, hoy es un producto que supo mantener sus raíces totalmente italianas y elevarse en la calidad de aromas y perfumes al punto de competir con los grandes destilados internacionales.

El arte de la destilación en Piamonte tiene raíces antiguas y alcanzó, con el tiempo, niveles de excelencia indiscutible.

Sobre estas bases, la familia Berta, con una historia familiar que se remonta a cuatro generaciones, introdujo, en décadas de trabajo comprometido, significativas innovaciones que supusieron ser un antes y un después en el terreno de las grapas en Italia y en el mundo. Entre ellas, el desarrollo y el patentamiento de un sistema de recolección, almacenamiento y transporte del orujo en contenedores especiales de plástico alimentario (200 kg), capaces de mantenerlo protegido de las infiltraciones de agua y aire, fresco y húmedo y permitir, al mismo tiempo, una correcta fermentación natural en un recipiente hermético, durante el cual el azúcar se convierte en alcohol y se produce dióxido de carbono. El oxígeno que hay en los contenedores se escapa a través de una pequeña válvula de ventilación en la tapa. Al no haber oxígeno, el orujo no entra en contacto con los microorganismos nocivos del aire y el agua.

Otra característica especial de este almacenamiento es la trazabilidad del producto, garantizada por un sistema que indica el origen y el tipo de orujo, información importante para la transparencia de la relación entre productores y consumidores.

En el tiempo encuentran su mejor aliado.

Tras el final de la fermentación, sigue el proceso de destilación, totalmente artesanal, que es llevado a cabo con el mayor cuidado por el maestro destilador.

La destilación es el arte de extraer y concentrar lo que hay en la materia prima, el orujo. La calidad de una buena grapa depende en primer lugar del orujo, que debe ser necesariamente fresco y sano.

Al final de la destilación, la grapa es transparente como el agua. Para que tome ese color ámbar intenso y enriquezca sus aromas con notas de café, fruta madura, cereza, tabaco, cacao, vainilla, la envejecen. Un largo viaje a través de los años en madera, para liberar todo el potencial expresivo del orujo.

Grandes cubas de roble de Eslavonia, de 13.000 litros, guardan la grapa en el primer año. Transcurrido el tiempo prescrito, el producto se trasvasa a más de 5000 barricas o toneles pequeños, según los diferentes tipos, donde reposarán cinco, ocho, diez, veinte años, con el acompañamiento de música clásica firmada por grandes maestros del pasado y la “cromoterapia” (creada por luces led que cambian de color, sin generar calor) y el refinamiento en barricas de whisky importadas en Piemonte desde Escocia, son capaces de aportar al destilado vetas turbias y ahumadas, para convertirse en el deleite de los aficionados, el placer de una velada especial, la pieza más rara para los coleccionistas.