Por Martín Lehmann
Diferencias entre las personas hubo siempre y las seguirá habiendo. Justamente es la riqueza de la diversidad lo que logra que una sociedad pueda desarrollarse y descubrir nuevas formas de vivir, aprendiendo unos de otros.
El problema viene cuando las posturas o ideas se radicalizan a tal punto que los de un lado pierden la tolerancia con los del otro y viceversa. Como si fuese una gastada sábana de algodón, cada uno empieza a tironear con fuerza de un costado y del otro. Lamentablemente las consecuencias son las obvias y predecibles: el tejido se desgarrará y la sábana se terminará de arruinar.
Eso mismo pasa actualmente en muchas sociedades occidentales. La radicalización de posturas ha derivado en intolerancia e imposibilidad de llegar a acuerdos o puntos en común.
Pablo Martínez Soares de Lima es perito psicólogo forense. Ha trabajado y trabaja actualmente en importantes casos judiciales en los que aporta su vasto conocimiento y experiencia. En diálogo con Diario CASTELLANOS, explicó la situación a través de la famosa imagen que combina las figuras de dos perfiles humanos enfrentados y una copa.
Uno de los ámbitos que últimamente viene siendo noticia por casos de intolerancia es el de la Justicia. Es común escuchar a denunciantes y acusados quejarse por el desempeño de algunos fiscales y jueces que han dejado que sus sesgos naturales alcancen el punto de la intolerancia y afecten su trabajo.
El entrevistado explicó que su propia profesión se ve afectada con este asunto, porque los peritos forenses también tienen sesgos de los que deben ser conscientes. Dijo que es común que algunos partan de la base de que siempre hay que creerle a la presunta víctima o siempre dudar del presunto victimario. Incluso ocurre que reciben encargos de peritajes que están condicionados desde el inicio.
Martínez Soares de Lima explicó que la formación de los profesionales es un punto clave en todo esto, porque en las facultades de psicología en Argentina predomina la corriente del psicoanálisis que no tiene rigor científico suficiente.
El desprecio por el rigor científico y el predominio de un sesgo sobre otros ha logrado que a través del tiempo se fuera perdiendo la búsqueda de la verdad. La misma ya no parece ser más el fin último de toda investigación. Incluso el mismo concepto de verdad está tan devaluado en la actualidad que muchos han dejado de darle su real importancia.
Consultado acerca de cuánto puede resistir una sociedad sometida a estas tensiones, aseguró que ya se ha llegado en nuestro país a una situación difícilmente sostenible y que urge trabajar sobre el origen de estos problemas. Para finalizar, le consultamos al perito forense acerca de dónde pensaba él que se podía educar y trabajar con las personas en cuestiones de tolerancia. Respondió que educar a los niños en estos asuntos es fundamental, poniendo el foco en que se desarrollen en un ambiente sano.
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