Por Editorial
El ministro de Economía, Luis Caputo, lanzó al cierre de los mercados las primeras medidas de emergencia para evitar la hiperinflación. Se trató de una tanda de decisiones que habían generado enorme expectativas, pero no serán las únicas. En los próximos días el Poder Ejecutivo enviará al Congreso una serie de proyectos para reformas de fondo del Estado que requieren leyes.
El discurso del funcionario tuvo dos partes. La primera, educativa. Explicó que la inflación, la deuda y la anemia de dólares son problemas con una raíz común: el déficit fiscal. En la segunda parte, enumeró 10 medidas para evitar el desmadre de la crisis, casi todas dirigidas a reducir el déficit y una sola de impacto real inmediato: la devaluación del 100%.
Esas decisiones son una reacción de coyuntura. No se sabe qué resultado tendrá el "paquete estabilizador Milei", pero parece el prólogo de un plan más amplio que debería haber sido aplicado cuatro años atrás por el gobierno kirchnerista de Alberto Fernández. El tiempo perdido, en particular en el último año en que la Economía estuvo a cargo del ministro/candidato Sergio Massa, ha tenido consecuencias económicas y sociales catastróficas.
Los objetivos del mensaje de Caputo quedaron claros: confirmar el rumbo anunciado por el Presidente, ratificar que la guerra es contra el enemigo real, el déficit fiscal, pero que la primera batalla se debe librar en el terreno cambiario para evitar la híper, porque la gente está huyendo del peso.
En materia de baja del gasto público serán revisados y desactivados los nombramientos del último año y se recortará el derroche en burocracia política. La mira estará puesta en el "gasto de la casta", es decir, en el dinero que va a parar a los bolsillos de la burocracia partidaria. Aunque ese ahorro no es decisivo, es ejemplificador, y ya fue imitado por los gobernadores de Chubut y San Juan, ambos del PRO. Juego para la tribuna.
Pero la batalla en el frente cambiario es la decisiva por la delirante emisión de los últimos meses y la falta de dólares. En ese terreno las medidas apuntan a anclar las expectativas vía devaluación: el dólar pasará de $ 400 a $ 800. No hubo anuncios sobre la tasa de interés, un factor clave para saber si los ahorristas huirán o no en masa de la moneda nacional y si Caputo se quedó corto. Tampoco se dijo una palabra sobre Leliqs.
El efecto inflacionario de la devaluación es inevitable y se produce sobre terreno resbaladizo. En los primeros 12 días de diciembre la inflación creció el 12% y vuela al 1% diario como consecuencia del Plan "Platita" de Massa. Por eso, el objetivo económico del mensaje fue el de anclar las expectativas; no se sabe si lo logrará.
El sentido político, en tanto, apuntó a asegurar que no hay marcha atrás. También que el Gobierno no es cerradamente ideológico. Hubo homenajes al pragmatismo como el mantenimiento del impuesto país, del cepo y de los planes sociales. En resumen, un paso en la dirección correcta, pero muy corto para un camino que se anticipa largo y peligroso.
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