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Opinión

Serafino Pieroni, de las marcas

Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

Las Marcas es una región de Italia entre las costas del Adriático y la cadena de los Apeninos. Dentro de su particular belleza pueden encontrarse pueblos y ciudades fortificadas, en lo alto de colinas, dejando un espacio generoso para la agricultura. Montecassiano es una ciudad de la provincia de Macerata, donde había nacido Serafino Pieroni en 1840.

A los 43 años, Serafino había formado una familia con su esposa Concepción y cinco hijos: Constantino, Reinaldo, Marino, Ana y Teresa. Trabajaba la tierra, pero sus frutos eran insuficientes. La región central no era ajena a las necesidades y carestía que sufría Europa central en general e Italia en particular, por eso decidió emigrar hacia América. El cupo de radicación en América del Norte estaba agotado, por lo que optó por la Argentina.

Adiós al pasado

El barco Colombo partió de Génova y, después de una larga navegación, lo depositó en el puerto de Buenos Aires el 5 de mayo de 1883. Desde allí, hasta Rafaela, una colonia que tenía apenas dos años desde su formación, pero que contaba con abundantes tierras aptas para la agricultura, una actividad que conocía muy bien y que podía emprender de inmediato. Sin embargo, no pudo conseguir su objetivo inicial porque la empresa colonizadora ya había adjudicado las tierras a la primera corriente inmigratoria. Con la necesidad de trabajar para sustento, se empleó en la construcción de los terraplenes que serían del ferrocarril Santa Fe. Mientras tanto, Serafino compró a Guillermo Lehmann dos manzanas junto a las futuras vías, en lo que hoy es el barrio Sarmiento.

Pasaron varios años de trabajo, sacrificio y ahorros, hasta que consideró oportuno viajar a Italia para traer consigo a su familia. Así lo hicieron, con excepción de la hija menor, Teresa, que había formado su futuro en el país natal. Llegados a la Argentina, Constantino, Reinaldo y Marino se emplearon como medieros. Constantino, después de trabajar en el campo del Sr. Tossorato, instaló un despacho de bebidas en Av. Italia y Brasil, que mantuvo durante muchos años. En cuanto a Reinaldo y Marino, se desempeñaron en el campo del Sr. Gorlino, en Presidente Roca; algunos años después se trasladaron al campo del Sr. Destéfani, en la zona de Rafaela, quien les permitió fabricar allí los ladrillos para construir las viviendas que ocuparían al casarse con las hermanas Scavino; Marino con Clara y Reinaldo con Ermelinda. La casa de Reinaldo se conserva en calle Zanetti 122, propiedad compartida por sus herederos Reinaldo, Omar y María de Luján.

Al no haber podido comprar tierras para la agricultura, los Pieroni debieron dedicarse a los oficios que conocían en Italia: quinteros, carpinteros o herreros. Tomaron los trabajos cuyas oportunidades se presentaban. Avalados por el renombre de cumplidores y responsables, no les faltaron ocupaciones para sostener una vida digna. Formaron sus familias asentándose en los lugares originales, muchos de ellos en las casas construidas por los primeros en llegar.

El caso de los Pieroni ejemplifica a los inmigrantes que no tuvieron cargos públicos ni posiciones sociales de renombre; simplemente dejaron la mejor herencia, la que no se mide con números sino con sentimientos.

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