Por Editorial
Al cierre de los mercados, este martes el dólar blue cotizaba a $ 1.035 mientras el Gobierno intentaba pararlo con la Policía patrullando cuevas, un disparate comparable a echarle la culpa de la corrida a la especulación de "cuatro o cinco vivos", brillante excusa que se le ocurrió al Secretario de Finanzas y repitió la vocera presidencial. Esta última no pierde ocasión de practicar el ridículo. Es implacable.
Pero las torpezas del Gobierno, único responsable de la fuga del dólar, tuvieron compañía. Javier Milei, el candidato más votado en las PASO, saludaba la velocidad impresionante que había adquirido la corrida y alborozado opinaba que bajo esas condiciones sería más fácil poner en marcha la dolarización. Lo que no decía es que con ese precio del billete americano un jubilado de la mínima no alcanzaba a cobrar USD 85. La miseria y los padecimientos que sufrirá por lo que al libertario le parecía una buena noticia son en realidad una lección práctica de dolarización.
Si alguien creía en esa mágica receta para eliminar la inflación (con la que Milei ganó las Primarias) pasaría a cobrar en dólares lo mismo que gana en pesos, quedó a la vista que no será posible. Si la cosa no empeora, tendrá que dividir su salario o jubilación por mil.
Pero a Milei nadie lo criticó por eso, sino por recomendar públicamente la no renovación de plazos fijos y el pase a dólares de los ahorros en pesos en vista del estallido de la moneda nacional. La corporación bancaria le pidió mediante un comunicado "responsabilidad" en sus declaraciones. Los banqueros no personalizaron, pero el destinatario era obvio. Lo llamativo es que los banqueros que con el corazón ligero le compraron y le compran al Gobierno letras y bonos que son papel mojado se crean en posición de exigirle "responsabilidad" a alguien.
Otro aporte a la confusión general estuvo a cargo de los medios y periodistas que responsabilizaban a los libertarios de echar nafta al incendio inflacionario con sus declaraciones públicas. Increíblemente proponían la censura los que suelen arroparse con el sagrado manto de la libertad de palabra y opinión.
La obligación moral de los candidatos es decir la verdad, no lo que quieren oír el Gobierno y el "establishment" financiero. Y, si la verdad incendia la pradera, no es su culpa sino la del Ministro-candidato que alegremente regó el combustible creyendo que así podía ganar la elección.
En todo caso a Milei se le puede criticar que impulse la dolarización sin revelar sus verdaderas consecuencias sociales que serán, entre otras calamidades, sumir en la indigencia a millones de personas. Lo cuestionable es el engaño, no la verdad. De otra manera la Argentina seguirá siendo el famoso reino del revés donde como ilustró con impecable eficacia María Elena Walsh "un ladrón es policía y el otro, juez".
En suma, a Massa los encuestadores lo ponen en el balotaje, pero la dirigencia política se aleja de él a cada vez mayor velocidad.
Comentarios