15:13 - La muerte de Miguel Lifschitz produjo sacudones en todos los frentes políticos. No está más el dirigente que tenía mejor imagen e intención de voto
La muerte de Miguel Lifschitz dejó definitivamente huérfano al Partido Socialista, pero replica en los otros sectores que, ahora, también deben iniciar otra experiencia.
Lifschitz era el gran elector de la oposición y el que mejor medía en las encuestas para convertirse en senador nacional, algo que no le quitaba el sueño pero al que debería acceder para evitar dispersiones en el corral del progresismo. Sabía el ex gobernador que el país vive inmerso en una grieta que le molestaba pero que,en algún momento, debía tomar partido.
Hay un momento en Solos en la Madrugada en que José Sacristán utiliza su monólogo para decir: “Ya no tenemos papá”. Eso le pasa hoy al socialismo sin Lifschitz. Y sin Hermes Binner. Alguien deberá hacerse cargo (¿Antonio Bonfatti?) para evitar fugas y atraer dirigentes que se fueron.
Un distinto
Lifschitz fue un distinto, una figura omnipresente a la hora de pensar en gestionar. No se trató de un líder empático ni repleto de carisma. Pero su honestidad y briosa capacidad de trabajo ni se consigue en la feria política ni nacen dirigentes así cada quinquenio. Su ausencia genera un gran intríngulis en la política santafesina pensando en la sucesión de Perotti.
Hay algunos que viven pensando que la caída cualitativa de la política obedece a una cuestión biológica. No es el caso de Santa Fe. La vida se llevó a muy buenos gobernantes como Jorge Obeid, Miguel Lifschitz,Héctor Cavallero y Hermes Binner. ¿Y quiénes están en el semillero,además de Pablo Javkin, a quien como intendente de Rosario se le aceleran los tiempos para ir por la Gobernación?
Sin Lifschitz como adversario en 2023, el peronismo deberá construir candidatos que triunfen en 2021, se instalen y puedan convertirse en herederos de Perotti. No hay muchos nombres en el escenario, aunque todos tengan derecho a presentarse como potenciales postulantes.
El progresismo tiene en el poder de las dos grandes ciudades a dirigentes propios (Javkin y Emilio Jaton), pero ninguno de los dos viene acompañado por grandes partidos ni tienen estructuras totalmente propias. ¿Cómo calzará el futuro de la relación Javkin-socialismo? Ambos se necesitan.
El radicalismo tendrá que pensar en las próximas semanas qué rumbo tomar. La decisión de quedarse en el Frente Progresista tenía un motivo principal: que Lifschitz sea el candidato. Lifschitz no está más. ¿El NEO se queda o se va? La incorporación de José Corral al Enacom parece direccionada por alguien que le libera el camino a los adversarios del ex intendente para incorporarse a Juntos por el Cambio.
El PRO Santa Fe tiene más internas que dirigentes corporizados. Federico Angelini quiere ser candidato a senador nacional y en ese vector ahora deberán olvidar la idea de converger en un frente que incluya a socialistas. Lo que sí tiene Juntos por el Cambio es mucha intención de voto en la bota.
Por todo lo escrito y mucho más, con Lifschitz se fue un influyente. El primer gran misterio es cómo harán los socialistas para volver a ser competitivos. En estas épocas se necesita la actividad y la presencia de dirigentes experimentados y valiosos. El socialismo los tiene. Deberán dejar de lado vanidades y peleítas que no interesan.
El PS tiene que evitar elsíndrome PDP que, cuando murió su líder, Alberto Natale, pasó a ser un partido aleatorio. La militancia del socialismo es clave en esta etapa. Se los necesita tanto como a los dirigentes fogueados y a los que Lifschitz mostraba a su lado, como Popi Blanco, Enrique Estévez y Pablo Farías, su posible sucesor en la poltrona de Diputados.
En el peronismo, Perotti deberá ser el encargado del trasvasamiento generacional. Es el dirigente que quedó en pie de toda una saga de dirigentes que fueron gobernadores que ya no están o que no volverán a esos lugares altos de la pirámide, como Carlos Reutemann, por ejemplo.
Hacia el futuro
Podrán estar anotados con razones para 2023 Roberto Mirabella (si es candidato y gana la senaduría), Agustín Rossi y María Eugenia Bielsa. Pero habrá otros que querrán saltarse la fila.
Si bien, como decía Perón, hay que dejar andar al carro para esperar que se acomoden los melones, en Santa Fe no hay demasiado tiempo de germinación. No hay muchos melones a punto, muchos están todavía verdes.
Le pasó al peronismo cuando murió Obeid, le pasa al ahora socialismo cuando no tiene a Lifschitz. No es un hecho menor, debería preocupar y movilizar a los que quieren una Santa Fe políticamente mejor. Los que saben gestionar y tienen proyectos para posicionar al Estado no nacen de un repollo.
A veces, muchos creen que la política mejorará tirando políticos viejos por la ventana. No es el caso de Santa Fe. La muerte de Lifschitz desarmó todas las certezas.
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