Con la convocatoria solidaria de la Cámara de Empresas de Proveedoras del Agro del Centro Comercial e Industrial de Rafaela y la Región, con la donación de un litro de leche por asistente destinado al Rotaract; y de la Cooperativa Guillermo Lehmann, el SUM de la Sociedad Rural de Rafaela se colmó con un interesado auditorio.
Como director Ejecutivo de la La Lehmann, Gonzalo Turri, explicó que en estos 72 años de la Cooperativa se trabaja para generar negocios de valor, por eso “queremos transformarnos en el aliado estratégico del productor”, no solo en lo productivo, sino en cuanto al entorno.
“Queremos ser líderes en ese viaje al que los invitamos a nuestros socios, para que podamos lograr una licencia social, un mensaje empático para llegar al triple impacto, social, económico y ambiental”.
Con un programa a corto y largo plazo, se viene desarrollando hace 15 años el Proyecto Forestal, a partir del cual en 15 años se plantaron 66 mil ejemplares.
Además hay acuerdos clave con instituciones de formación. Con la Universidad Católica de Santa Fe, en el dictado de educación ambiental y forestal, además en la colaboración lograda para acreditar que toda la evolución agropecuaria de los tres departamentos centrales de Santa Fe no se realizó en tierras deforestadas.
Con la Universidad Nacional del Litoral se avanzó en la plantación de 4.600 ejemplares de cinco especies distintas de eucaliptus, en cinco hectáreas de la sucursal de San Agustín, que ayudarán a medir cuál es la que más carbono absorbe para ayudar en las decisiones de los productores.
La Lehmann participó en el Programa de Carbono Argentino Neutro, junto a otras organizaciones para poder evaluar el impacto de la huella ambiental.
Es así que a partir de soja, trigo, girasol, sorgo y alfalfa, pero también los tambos de la zona; se medirá la actividad de la fábrica de alimentos balanceados y de esos productos, para que los productores se puedan evaluar, con un desarrollo que está encabezando la Cooperativa, junto con la asesoría de la Dra. María Paz Tieri, investigadora y profesional del INTA.
Camino a presentar un reporte de sustentabilidad entre 2022 y 2023, siguiendo los Objetivos de Desarrollo Sustentable, las tareas de la Cooperativa se orientan a que “a través del trabajo asociativo está la búsqueda de la licencia social, como una oportunidad nueva de trabajo en conjunto”.
Lograr la aceptación de las actividades por parte de una comunidad se está transformando en una condición ineludible, sobre todo en un sector tan observado como el de la producción agropecuaria.
Con el cambio climático y la evaluación de los nueve límites que corroboran la continuidad del espacio operativo para la vida en el planeta, con un crecimiento constante de la población, la mayor demanda de alimentos, hay que producir más, ser más eficientes, reducir desperdicios, manejar los efluentes, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, entre otras, para caminar hacia la cobertura de la demanda de alimentos hacia 2050, se presenta que la intensificación de la producción aumenta el impacto ambiental y se debe trabajar para aumentar el cuidado del suelo.
“Si bien es compleja y costosa la medición del impacto ambiental, es posible hacerlo en todos los establecimientos”, explicó la especialista.
El análisis del ciclo de vida ayuda a evaluar todas las etapas de generación de cada producto, normatizado por ISO, lo cual reglamenta el método de control de cada fase, entre la extracción de la materia prima, la fabricación, el embalaje y transporte, el uso y mantenimiento; y el reciclaje o desecho final, con una mirada integral hacia una evaluación basada en 14 impactos, básicamente seis para el agro, con lo cual se puede categorizar y avanzar hacia la indicación de impacto en cuanto a la emisión de gases como metano, dióxido de carbono y óxido nitroso.
“Lo que se haga hoy para emitir menos, se podrá percibir en diez o doce años”, en un marco en el que Argentina evalúa su inventario de gases de efecto invernadero cada dos años y es así que el 37 por ciento de las emisiones le corresponden a la ganadería, agricultura y la silvicultura.
Con el compromiso global de disminuir las emisiones indica que se debe seguir trabajando en todos los aspectos de cada unidad productiva, siendo el agua y su calidad una de sus claves, al igual que la atención sobre la acidificación del suelo, la formación fotoquímica de ozono, el agotamiento de recursos abióticos y el potencial agotamiento de la capa de ozono.
“La idea es tener todos los impactos medidos, nos interesa trabajar con los distintos actores que tenemos en el agro”, tendiendo a incrementar la productividad, pero también la sostenibilidad, en un marco de licencia social.
“Necesitamos demostrar que nuestros sistemas productivos tienen mucho por hacer, tenemos mucha tecnología de proceso para ser más sostenibles, tenemos que entrenar en esto”, dijo la disertante.
Animando a ocuparse de esta tarea fundamental para poder seguir estando en los mercados internacionales, pero también para mejorar las condiciones nacionales.
“Lo que no conocemos no lo podemos evaluar, entonces tenemos que conocer nuestro sistema y cómo nos va en lo económico y lo productivo. Nosotros cuando trabajamos en ambiente preguntamos todo, repasamos incluso las facturas de cada compra”.
También los productores y las empresas tienen que entender que “el problema de las emisiones de gases de efecto invernadero ya están, entonces tenemos que ver cómo adaptarnos a las condiciones, en la parte de investigación se tiene que trabajar más y avanzar en cultivos y pasturas de diferentes especies. No existe el sistema ideal, cada uno tiene que ver su caso, los puntos débiles para tratar de mejorarlos”, sugirió.
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