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Locales

El legado que deja el sacerdote español Faustino Torralbo

Falleció el jueves en España a los 85 años. Durante casi 40 años ejerció el ministerio en distintas parroquias de la diócesis de Rafaela. “Debemos sumergirnos en el dolor de Cristo, dejarnos penetrar por el él, pero no detenernos allí. El dolor es sólo un signo; la realidad de lo significado es su amor por nosotros”, dijo el Viernes Santo de 2021.
Emilio Grande (h.)

Por Emilio Grande (h.)

En la madrugada de este jueves falleció el sacerdote español Faustino Torralbo Culebras a la edad de 85 años en Guadalajara, quien durante casi 40 años ejerció el ministerio en distintas parroquias de la diócesis de Rafaela. Este viernes tuvo lugar el funeral en la concatedral Santa María en Guadalajara, presidido por el obispo diocesano Julián Ruiz Martorell, y luego sus restos fueron inhumados en el cementerio de Pareja, su pueblo natal de España, según informó el sitio https://www.siguenza-guadalajara.org/

Era una persona sencilla, buena, generosa, conversadora, muy creyente a tal punto que dejó su tierra natal para evangelizar Argentina ante la necesidad de vocaciones sacerdotales. En las redes sociales (Facebook e Instagram) hay decenas de testimonios, agradeciendo por su vida en favor de los demás.

Torralbo había nacido en Pareja (provincia de Guadalajara), un pueblito de 800 habitantes, el 21 de noviembre de 1938. Sus padres, Gregoria y Julio eran agricultores. Allí hizo su escuela primaria y después fue a Alcalá de Henares (ciudad donde nació Cervantes) a hacer el secundario. Durante su tiempo de estudio comenzó a experimentar algunas inquietudes vocacionales y se hizo muy amigo de un sacerdote jesuita. Fue conociendo el noviciado de los jesuitas y la comunidad e hizo su primer retiro vocacional con ellos. Pero con ese retiro y acompañamiento descubrió que su vocación era el sacerdocio diocesano.

Se puso en contacto con el obispo de su diócesis de Sigüenza-Guadalajara e ingresó al Seminario Mayor de Sigüenza y comenzó estudiando latín porque no había hecho el Seminario Menor. Después de los estudios de Filosofía y Teología recibió la ordenación sacerdotal de manos de Laureano Castán Lacoma el 24 de agosto de 1964 y celebró la primera misa en su pueblo natal.

Como primer destino pastoral fue enviado a un pueblo en la montaña, en un lugar muy dificultoso para llegar. Estuvo allí dos años y después fue enviado como coadjutor a la concatedral de Guadalajara, donde permaneció un año. Luego fue enviado a otro pueblo donde permaneció dos años para ser enviado finalmente al seminario y así ayudar al rector en la formación de los seminaristas. Estuvo durante un año a cargo de un curso de seminaristas. De allí fue a una parroquia de Trijueque, donde estuvo ocho años, en un pueblo de alrededor de 800 habitantes.

Se dio cuenta que había recorrido bastante su Diócesis. Al saber de la necesidad que había en América y de la existencia de sacerdotes que desde Europa acudían a ayudar, y al conocer además que en la diócesis de Rafaela estaba ya un sacerdote conocido suyo, Javier Egaña, es que finalmente visitó la diócesis, se encontró con el entonces obispo diocesano Jorge Casaretto y -después de un tiempo- concretó su arribo a la diócesis en noviembre de 1982, según una semblanza efectuada por la Pastoral de las Comunicaciones de la diócesis de Rafaela en 2021.

Durante sus casi 40 años sirvió en las parroquias Nuestra Señora de Fátima en Rafaela, Susana, San Vicente, Humberto Primo (incluyendo Ataliva y Moises Ville), San Guillermo, Zenón Pereyra, Esmeralda y una vez que renunció al oficio de párroco fue enviado a colaborar en la Catedral San Rafael.

“En este día debemos sumergirnos en el dolor de Cristo, dejarnos penetrar por el él, pero no detenernos allí. El dolor es sólo un signo; la realidad de lo significado es su amor por nosotros: “No hay amor más grande, que dar la vida por los amigos” (Jn. 15, 13)”, testimonió Faustino el 2 de abril de 2021 durante la homilía de la ceremonia de pasión del Señor del Viernes Santo en la Catedral.

A fines del mes de abril de 2021, regresó a España para vivir junto a otros sacerdotes de su diócesis de origen en una residencia sacerdotal.

“En su caminar en medio nuestro, se nos ha manifestado El Buen Pastor, como esa `puerta del corral de las ovejas´. Faustino no ha sido ningún `trepador´ sino el `guardián´, que ha sabido escuchar a Dios y al pueblo. Encontrando muchas personas: saberse atendidos y orientados, reconciliados, amados y acariciados por la bondad de Dios en el ejercicio de su ministerio. Ha conocido por su nombre a tantos fieles, ayudándoles a ser más libres, con más dignidad”, destacó el entonces obispo Luis Fernández emotiva misa de despedida del 27 de abril en la Catedral San Rafael.

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