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Locales

Eduardo Schaberger Poupeau en clave de sol

Vive aquí nomás, en esta pequeña ciudad del interior del interior, donde nació hace 51 años el 27 de abril de 1973, pero se habla de él en la NASA, en Inglaterra, en los círculos especializados y en los grandes medios del mundo.
Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

Dentro de las complicaciones de la vida cotidiana, es bueno conocer a conciudadanos que logran trascender a fuerza de estudio y pasión. Fotografiar el cielo con sus profundidades desconocidas es lo que nuestro entrevistado realiza, además de su oficio de fotógrafo de Sociales.

Vive aquí nomás, en esta pequeña ciudad del interior del interior, donde nació hace 51 años el 27 de abril de 1973, pero se habla de él en la NASA, en Inglaterra, en los círculos especializados y en los grandes medios del mundo. Eduardo Schaberger Poupeau -pronunciación difícil si las hay- tiene su estudio de fotografía en el barrio Pizzurno, calle Mariano Vera. Suele publicar fotos del sol con detalles impresionantes, desconocidos para los mortales que disfrutamos de él, en una playa o después de los aguaceros. Pretendo que sepamos un poco más y él nos lo cuenta.

"Soy el mayor de ocho hermanos; como mis padres no me quisieron criar, crecí al cuidado de mi abuelo albañil, que nació en Sarmiento, cursó hasta tercer grado de la primaria y mi abuela de Ataliva, que había alcanzado su segundo grado. Era el tiempo en que los chicos, una vez que aprendían a leer, escribir, sumar y restar, se iban a trabajar al campo. Sin embargo, ya radicados en Rafaela, con sus escasos recursos económicos, se empeñaron en que yo estudie. No me faltaron libros, tenía cuenta abierta en la librería 'El Saber' y allí recurría para tener lo necesario. Además de los textos escolares, compraba libros de astronomía, una materia que me entusiasmó desde muy chico, tan así es como a los once años quería estudiar Astronomía, pero, en este lugar del país, tenía limitaciones; además, la pregunta era de qué iba a vivir, ya que esa actividad no aparecía como rentable, así que me decidí por la computación, que también me gustaba. Hice algunos cursos al final de la primaria y en los tres primeros años de la secundaria y después pasé a la Escuela 'Técnica' para estudiar Técnico en Computación. Seguí en Sunchales como Analista de Sistemas; por la mañana trabajaba en una casa de venta de sanitarios y a la tarde me iba a Sunchales en colectivo, o sea que mi sueldo se iba en viajes y matrícula".

A pesar de haber tenido siempre muy buenas notas, Eduardo se entusiasmó con el ciclismo, a tal punto que dejó de estudiar computación para trabajar todo el día, ganar más y comprarse una buena bicicleta. Con las publicaciones que encontraba, empezó a profundizar sobre todo lo que se relacionaba con su nueva pasión; se empleó en la Bicicletería Peretti durante once años; mientras tanto, la Astronomía quedaba un tanto relegada y se inició en el arte y la técnica de la fotografía profesional.

Astrofotografía

Cuando esta nueva orientación vocacional comenzó a ser un medio de vida, volvió a su primer amor por la Astronomía. Además de las fotos de familia, Eduardo empezó a mirar hacia el cielo. "Ya metido de lleno en el tema de la astrofotografía -continúa su relato Eduardo-, con 32 años, me equipé con los elementos específicos para tomar imágenes del cielo. En los últimos tiempos me dediqué más a la fotografía solar. El año pasado gané el primer premio del observatorio de Greenwich de Inglaterra, me han publicado trabajos en revistas especializadas, me hicieron entrevistas en la televisión española, en la BBC de Londres, en la TV francesa, la NASA me publicó cuatro veces, en Argentina aparecí en La Nación, TN, Clarín y otros medios nacionales". Lo dice con naturalidad, como si fuera algo cotidiano.

¿Por qué el sol?

"Me dedico más al sol -responde Eduardo- porque es una estrella como tantas que se ven por la noche, sólo que está más cerca, a 'apenas' 150 millones de kilómetros, por lo que podemos ver muchos detalles y es muy dinámico, todos los días cambia, aparecen manchas, explosiones y prominencias, una actividad imprevisible, por eso es interesante seguir la evolución del sol. Muchos fotógrafos se dedican más a las imágenes nocturnas, por ejemplo a la nebulosa de Orión, pero es algo tan grande que prácticamente no tiene cambios".

"Uno de mis intereses es la divulgación científica, aunque sea desde el punto de vista de un aficionado, para eso están los astrofísicos; lo mío es difundir lo que pasa en el sol, la aparición de manchas, el seguimiento de lo que llaman tormentas solares y lo publico en redes sociales para que la gente tenga un poco de información de lo que pasa en ese punto del universo. Tal vez no pueda decir que el sol tenga un lenguaje, que me 'diga' un mensaje; lo que sí puedo percibir -y trato de transmitir- es la dimensión incierta y maravillosa del universo, cómo somos un punto ínfimo en medio de tanta distancia y dimensión. Un solo filamento que se desprende de la superficie del sol puede medir seiscientos mil kilómetros de largo, prácticamente el doble de la distancia que hay de la tierra a la luna; una gran explosión solar podría destruir toda nuestra tecnología. En 1859 hubo un gran evento solar, conocido como el evento Carrington, una tormenta poderosa que destruyó todo el sistema de telégrafos de Estados Unidos, que era lo más avanzado que se tenía en ese momento. Hace poco se vieron en muchos lugares atípicos del país las llamadas Auroras, que son producto de tormentas solares relativamente débiles. Puede uno imaginar lo que sería una tormenta solar muy fuerte con su efecto destructor sobre internet, teléfonos, satélites, comunicaciones y tanta tecnología que se vería afectada. Afortunadamente, eso no es frecuente en la historia, pero es posible y nos da una idea de lo limitados que somos frente al cosmos".

El universo

"El sol es una gigantesca bola de gas, hidrógeno que produce luz porque se realiza fusión nuclear y, debido a su gran masa, su gravedad hace que los átomos se compriman y se fusionen entre sí y produzcan una gran cantidad de luz y calor. Esa especie de combustible que hay allí, en algún momento se va a agotar, pero no nos preocupemos porque faltan unos 4.500 millones de años".

La pasión con que Eduardo recorre el tema hace que abunde en datos y dimensiones que para un lego como el suscripto signifique escuchar un idioma nuevo y maravilloso. En el trasfondo de un viaje imaginario, materialmente imposible, surge la idea del infinito, de la obra de la creación, donde aparece la idea del Supremo Hacedor, mezclada con el Big Bang y otras teorías que de cuando en cuando surgen como consecuencia de un misterio inasible, que el hombre no se resigna a sucumbir bajo lo racionalmente inexplicable. Por ejemplo, la estrella más cercana después del sol, Alfa Centauro, que puede verse por las noches cerca de la Cruz del Sur, está a 4 años luz, o sea que se podría llegar viajando durante cuatro años a la velocidad de la luz, 300 mil kilómetros por segundo; con los cohetes actuales tardaríamos 70.000 años en llegar. Es la más cercana entre los miles de millones de cuerpos celestes que se ven y los que no se ven. Todo del universo es un sistema en expansión donde cada estrella es un interrogante que, a medida que se responde, es reemplazado por otro interrogante nuevo. Y así sucesivamente. Para algunos, la respuesta que no necesita demostración es el camino de la Fe, en donde la idea de Dios toma diversos caminos hacia una verdad que un agnóstico no consigue demostrar.

Astrofotografía

Para fotografiar el sol, Eduardo tiene varios telescopios especiales, porque, si uno observa el sol con un telescopio normal, se quema inmediatamente la retina. Usa filtros especiales, que se adaptan según lo que desea obtener. De ese modo, a través de una pequeña hendija, se puede observar la cromósfera y sus tonalidades ardientes o también por ultravioleta otras longitudes de onda que nos muestra una superficie craquelada que el ojo humano no puede captar. Eduardo agrega un chiste: con el sol te podés equivocar dos veces, una por cada ojo.

"Además del sol -continúa Eduardo- me gusta hacer fotos de la luna, porque, como no tiene atmósfera, se pueden ver a simple vista los impactos que recibe su superficie y dejan sus marcas, también los llamados 'mares', que no son tales sino manchas de lava basáltica en la superficie, ocasionadas por grandes impactos en épocas de formación. Cuando la luna está en fase de cuartos, suelo fotografiarla porque se pueden apreciar mejor los relieves al darles la luz de costado".

"Otro de los atractivos que encuentro es dar con el momento en que una nave espacial o un avión pasa frente a la luna o el sol; debido a la distancia, tarda seis décimas de segundo, de modo que hay que estar muy bien informado y mejor enfocado. Tengo varias de estas fotos, logradas desde lugares a menudo lejos de Rafaela según el ángulo de visión que tenga… y que no haya nubes que crucen".

Conversar con Eduardo Schaberger Poupeau es ingresar a un mundo de dimensiones y profundidades ocultas, inaccesibles para quien no sea un iniciado, pero que no puede sustraerse de lo que transmite la pasión con que lo vive. Es inevitable recordar al grupo de pioneros locales que, bajo el nombre de Amigos de Urania, acercaron el universo hacia los ojos maravillados de los alumnos del "Nacional" desde el observatorio, sobreviviente de sus creadores, ubicado en su terraza y que aún puede brindar algún servicio.

Salimos del estudio de calle Mariano Vera en el barrio Pizzurno, sabiendo algo más, con nuevas sensaciones y comprendiendo por qué, desde ese lugar, un rafaelino trasciende hacia el mundo.

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