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Deportes

Un piloto de clase internacional

Jorge Ternengo

Por Jorge Ternengo

En los IV Mil Kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires 1957, el 20 de enero, sobre el circuito de La Costanera el Ferrari V12 fue compartido por Perdisa, Castellotti, Gregory y MUSSO, imponiéndose para la victoria al Maserati de Behra/Menditeguy/Moss, al Ferrari de DePortago/Collins/Castellotti y al Jaguar de Mieres/Sanderson.

Es Luigi Musso quien cruza la meta vencedor En el XLIII Grand Prix de 1957, el 7 de julio en Rouen-Les Essarts, Behra salió en cabeza, pero el primer paso por meta fue liderado por Musso. Fangio atacó entonces para adelantar a ambos, aunque en la segunda parte de la prueba tuvo que bajar el ritmo debido a sus neumáticos deteriorados. Musso aprovechó la ocasión para acercársele, pero forzó demasiado y le obligaba a conformarse con la 2ª plaza, entrando en meta con su Ferrari a 50,8 segundos por detrás del Maserati 250F nº 2 del maestro.

Pero el maestro no se privó de toquetear con su proa la popa del Maserati nº 4 de Behra para pedirle paso o de efectuar el descenso de Rouen con escalofriantes derrapadas de las cuatro ruedas. Así le quedaron los neumáticos.

Luigi Musso era un piloto de la mejor escuela, un fino estilista, como se decía entonces, aunque tal vez le faltara un punto de agresividad o de determinación. Lo que opina Giovannin Canestrini de Musso en comparación con su coetáneo Castellotti es lo siguiente: "Luigi Musso fue un estilista puro, forjado a través de una larga experiencia, pero le faltaba el carácter combativo de su joven rival". Sin embargo, a pesar de esa falta de combatividad, cuando no averiaba o se accidentaba, acostumbraba a quedar bastante arriba en la clasificación, ya lo hemos visto. Entre 1953 y 1958 obtuvo 10 victorias absolutas y otros 22 podios. Si no ganó más Grands Prix fue porque, como se ha dicho, coincidió con dos superases que acaparaban las victorias. En el campeonato del mundo de conductores de Fórmula 1 (1957), Musso quedó 3º con 16 puntos, detrás, claro de Fangio y Moss.

Los resultados que obtuvo en su última temporada este artista del volante que era Musso, demuestran que se encontraba en la plenitud de su madurez como piloto, quizá ya iniciando la decadencia a sus 33 años. La abundancia de experiencia acumulada puede llevar, en ocasiones, a un cierto cansancio o a un exceso de confianza -y al error-. En el VI Grand Prix de la República Argentina fue 2º, tras el asombroso Cooper-Coventry Climax FPF 1.960 cm3 de Stirling Moss, siendo la primera vez que triunfaba un auto con motor trasero.

En las 12 Horas de Sebring 1958, haciendo equipo con el gran especialista en sport Olivier Gendebien 1924-1998 acabó de nuevo en 2ª posición, a una vuelta del Ferrari TR 3,0 litros similar de Peter Collins/Phil Hill.

Siete semanas después repitió coequipier en la XLII Targa Florio. La prestigiosa prueba había vuelto por sus fueros, celebrándose a una distancia de 1008 Km sobre el circuito Madonie. En efecto, la clásica se había disputado el año anterior en regularidad y sobre un recorrido reducido a 360 Km, viendo la victoria de un inofensivo Fiat 600 de 21,5 HP a 4.600 R/mn conducido por Fabio Colonna -aunque hay quien discute esa victoria, adjudicándosela a Piero Taruffi e Isabella Taruffi, que iban a bordo de un Lancia Appia V4 de 1.090 cm3 y 38 HP a 4.800 R/mn-.

Stirling Moss (Cooper nº 14) va a ganar magistralmente el VI Grand Prix de la República Argentina 1958, el 19 de enero. Y Musso será 2º en la meta, a menos de 3 segundos de Moss.

A pesar de una fuga de líquido de frenos, la pareja Musso/Gendebien obtendría una gran victoria en la Targa a 94,8 Km/h de media, por delante de Behra/Scarlatti, Hawthorn/VonTrips y Collins/P. Hill. En el Grand Prix de Mónaco, el piloto de Roma ha vuelto a obtener un 2º puesto tras el mismo Cooper-Coventry Climax Rob Walker de Argentina, esta vez en manos de Maurice Trintignant.

Luigi Musso anotaría en su palmarés el 11 de mayo de 1958 la XLII Targa Florio, compartiendo el Ferrari 250 TR V12 3,0 l nº 106 con Olivier Gendebien, a quien le explica en un relevo que los frenos funcionan bien tras haber sido reparad la fuga de líquido.

En la tercera vimos cómo un acólito, apostado a la salida de Cerda, le señalaba su avance sobre el segundo equipo, mientras le ofrecía agua mineral. Pero Musso no se detiene, limitándose a levantar el pulgar para indicar que todo marcha bien.

En el XVI Grand Prix de Monaco 1958, el 18 de mayo, Musso supo ir ascendiendo en este selectivo circuito urbano desde la 10ª posición en la 1ª vuelta a la 6ª en la 15ª, la 3ª en la 39ª y la 2ª en la 47ª. Y 2º cumplió las 100 vueltas, entrando en meta 20 segundos más tarde que Trintignant Cooper nº 20.

La doble victoria consecutiva de un ligero Cooper de motor central trasero iba a echar el cierre a la época de los estilizados fórmula I de motor central delantero.

Pero luego consiguió Luigi otra victoria en el Gran Premio de Siracusa aunque a 161,3 Km/h, sin batir el promedio de 164,8 Km/h de su team-mate Peter Collins el año anterior. En Zandvoort es 7º el 25 de mayo, mientras que en el Grand Prix de Bélgica y de Europa, el 15 de junio, saliendo desde la primera fila de parrilla sufre un terrible accidente en la 6ª vuelta, cuando revienta uno de los neumáticos Englebert de su Ferrari circulando a 280 Km/h; pero, a pesar de topar con dos postes, sale ileso.

Un playboy rápido, bravo y con estilo. Y con suerte en siniestros gravísimos. Aunque la suerte no es para siempre.

Musso parecía inmune a la impresión de semejantes accidentes. Solo una semana antes de matarse en Reims, el 29 de junio había participado en la segunda edición de la 500 Millas de Monza, una prueba de Fórmula Libre que reunía por segunda vez consecutiva fórmulas Indy con monoplazas y sports europeos sobre el autódromo de Monza, llamado, para la ocasión, Monzanápolis. En esta carrera, Moss se llevó el peor susto de su vida o el segundo peor cuando se rompió la dirección de su Maserati Eldorado V8, 4.190 cm3, 410 HP a 8.000 R/mn, 320 Km/h, rodando a 275 Km/h.

El indomable Maserati El Dorado nº 10 con mala aerodinámica, era inestable incluso en recta le dio un buen susto a Stirling Moss en Monza. No fue el primero que experimentaba el piloto, pero sí uno de los más preocupantes. A pesar de ello, el gran Moss pudo ser 4º en la primera manga y 5º en la segunda; pero en la tercera se le rompió.

Indianápolis con autos europeos

Fangio también quiso participar con un Dean Van Lines Special de Indianápolis nº 29, pero el auto no estaba a punto, falló el motor y la bomba de alimentación durante los ensayos y no tomó la salida.

Musso, en absoluto aprensivo tras su terrible accidente en Spa, tampoco debía ser supersticioso, puesto que utilizaba en su Ferrari Special nº 12 el motor del Ferrari 335S con el que se habían matado DePortago y Nelson en las Mil Millas del año anterior, un V12 sobrepotenciado a 4,2 l y 410 HP. El monoplaza llevaba además, un parabrisas más alto y la suspensión reforzada para soportar las vibraciones del peralte de Monza, que se corría en sentido levógiro, el único que admitían los hiperpotentes, rápidos y asimétricos roadsters de Indianápolis.

Musso es atendido antes de lograr la pole position para la Carrera de los Dos Mundos, a 281,077 Km/h.

Por insistencia de su team mate Mike Hawthorn, Musso utilizaba por primera vez un arnés de retención, así como un segundo barboquejo, en previsión de que se le volara el casco a 300 Km/h. El que admitiera adoptar estas precauciones suplementarias sugiere que Luigi Musso no era un kamikaze fatalista, como algunos opinaron tras su muerte.

Gracias a su caja de cambios de cuatro marchas, en las dos primeras mangas se adelantó en la salida a los roadsters Indy que solo disponían de dos velocidades. Pero la ventaja adquirida no duraba.

Phil Hill participaba con el Ferrari 246 V6 de fórmula I, pero era tan insuficiente que se retiró pronto. Por su parte, Mike Hawthorn tuvo que relevar a Luigi Musso en la primera manga, porque el piloto había desfallecido un par de veces, intoxicado por los gases de escape del Ferrari, cuya cabina no se ventilaba debido a la adición del parabrisas más alto; se clasificaron 6os. En la segunda manga le relevó Phil Hill 9nos clasificados. Y la tercera manga la hicieron Hill/Hawthorn, terminando 3os tras Rathmann y Bryan.

Jim Rathmann el piloto americano ganó las tres mangas de 63 vueltas cada una con su Card/Epperly-Offy, y por tanto, la clasificación final a 268,311 Km/h de media, seguido de Jimmy Bryan. Y el equipo Musso/Hawthorn/Hill fue 3º, con nueve vueltas menos que los anteriores.

Jimmy Bryan había sido 1º en Indianápolis y fue 2º en Monza 1958. También había ganado las 1ª 500 Miglia di Monza 1957.

El brillante ganador Jim Rathmann fue 5º en la Indy 500 1958. Y Troy Ruttman, que había ganado la Indy 500 en 1952 y había sido 2º en esta prueba de Monza el año anterior, aquí no pudo ser mejor que 10º con un Agajanian Special terminó las mangas 7º y 4º.

El siguiente 6 de julio se disputaba el Grand Prix del ACF en Reims-Gueux. Para Fangio, que terminó en 4ª posición esta carrera en la que se mató Musso, y que anunció la decisión de retirarse de la competición al final de la prueba, Luigi era un piloto al que calificó como "generoso".

Enzo Ferrari le dedicó el siguiente comentario: "Luigi Musso quizá ha sido el último piloto italiano de clase internacional, es decir, el último ejemplo de una escuela de ases caracterizada por la perfección de estilo, y que comenzó con Nazzaro y Varzi. (...) Desaparecía en un accidente en Reims en 1958, accidente sobre el que se escribió mucho, sin llegar a encontrar, como ocurre a menudo, una explicación plausible. Quizá es necesario hacer una consideración a este respecto: cuando la ansiedad de victoria invade a un piloto, este puede fácilmente ser llevado a afrontar riesgos desmesurados, sobre todo si su adversario directo está animado por la misma voluntad obstinada de vencer". Esa ansiedad de victoria es propia de todo piloto ganador, pero en el caso de Luigi se hallaba exacerbada porque atravesaba por momentos de dificultades económicas. Era de familia adinerada, pero adicto al juego de azar, había contraído deudas, por lo que necesitaba ganar la carrera, el premio al vencedor y el crédito que le suponía seguir teniendo opciones al título de campeón del mundo.

El automovilismo y yo última parte deportes

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