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Deportes

"Nene" para siempre

Jorge Juan Ternengo, el "Nene" mayor, montaba a escondidas la moto de papá cuando el taller mecánico absorbía sus horas. La pasión sembrada en la adolescencia nunca dejó de producir frutos.
Agrandar imagen Jorge Ternengo, una leyenda del automovilismo argentino.
Jorge Ternengo, una leyenda del automovilismo argentino.
Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

Las serranías cordobesas de 1935, en Cosquín, vieron nacer un bebé el 26 de noviembre, que, aun con el paso del tiempo, nunca dejó de ser "el Nene". Tenía 9 años cuando sus padres se mudaron a Rafaela a recibir la inyección de velocidad que el papá ensayaba en los caminos de montaña. Aquí abrazó el motociclismo y lo contagió a sus hijos varones. Jorge Juan Ternengo, el "Nene" mayor, montaba a escondidas la moto de papá cuando el taller mecánico absorbía sus horas. La pasión sembrada en la adolescencia nunca dejó de producir frutos.

Ochenta y ocho años y medio después, el solemne coche negro, colmado de coronas, se detuvo en la esquina de Bulevar Yrigoyen y Juan B. Justo, donde funcionaba el taller mecánico de Ternengo y Lacertosa, ahora Club de Autos Antiguos de Rafaela, allí donde el "Nene" miraba, soñaba, hacía algún mandado después de la escuela y, ya adolescente, conseguía permiso para dar "algunas vueltas" al son de un escape sonoro, que le iba dictando las pulsaciones de esa moto que lo llevaría mucho más allá de lo sospechado. El solemne coche negro llevaba en su interior la carga de gloria y sacrificio por la recta final, la que el Nene ya no pudo manejar. El breve adiós reunió unas lágrimas y partió. Ya todo estaba hecho.

Jorge Ternengo y Oreste Berta.
Jorge Ternengo y Oreste Berta.

Aquella vez que conversamos sobre su trayectoria en motos de competición contaba: "Empecé con las motos más chicas y gané unas 60 carreras; después salté a la 100, 125, 250, en categorías divididas por cilindradas y en todas tuve muchas satisfacciones. Una de las mayores alegrías fue correr por el campeonato del mundo, con una Ducati preparada por Oreste Berta. Antes, los Romitelli le habían confiado una Gilera 150". Tuvo algunos porrazos, muy pocos, ninguno suficientemente serio como para limitar su coraje y su camino firme hacia la consagración. Oreste, "el mago" había puesto sus ojos en él. "El Nene", como otros motociclistas que pasaron a las cuatro ruedas, opinaba que, después de andar en una moto de carrera, con la estabilidad frágil y el viento en el cuerpo, nada podía asustarlo, de modo que el salto al Bravi-Tornado para las 500 Millas, que ganó y que lo vio campeón en 1969, no fue más que una confirmación de su calidad de manejo en velocidad.

Ilse Giacaglia, esposa, docente, acompañó una vida de sobresaltos, glorias y ausencias. Las esposas de los competidores suelen tener vidas difíciles y necesitan un temple que sólo se obtiene por elección. Ilse lo hizo y vio partir a Jorge llena de recuerdos.

La seguidilla de categorías y su andar por el país en autódromos, circuitos de asfalto, de tierra y mixtos lo fogueó en coraje. Dijo en una oportunidad: "Cuando corríamos en tierra estábamos medio locos; íbamos a 200 kilómetros por hora en medio de la polvareda, no se veía nada. En mi primera carrera en el TC tumbé porque no tenía experiencia corriendo en la ruta. La gente estaba más loca que nosotros porque se paraba en el borde de la ruta". Siempre recordó su triunfo en Tres Arroyos cuando le ganó a Carlos Pairetti por unos metros. Y así pasaban sus días, entre anécdotas, del tiempo en que se comía las distancias en compañía de Segundo Guntren, su fiel ladero. Cada encuentro en la calle o en un café era motivo para traer al presente alguna hazaña propia o extraña. Le tocó un tiempo de recambio en hombres y máquinas para el TC, su categoría amada, donde compartió planes y llegadas con el maestro Copello y Pirín Gradassi, tocados por la varita del Mago de Alta Gracia. "El Nene" recordaba entre risas la recomendación de la madre de Pirín: "No corras tan fuerte pero ganá".

Eduardo Copello, Héctor Gradassi y Jorge Ternento, los integrantes de la famosa
Eduardo Copello, Héctor Gradassi y Jorge Ternento, los integrantes de la famosa "CGT".

Una forma sensible de no abandonar nunca su carrera personal fue revivir momentos y protagonistas a través de la radio y del Diario Castellanos. Allí volcó sus conocimientos, tratando de disimular una nostalgia indisimulable. Accesible para entrevistas, experiencias, charlas públicas y personales, el inefable "Nene" Ternengo se ha llevado el aplauso sostenido de la ciudad que lo adoptó de chico, que lo encontró en sus calles, que consagró su nombre con justicia y con cariño, en el podio de los campeones.

Adiós, querido amigo, que alguna vez comenzó a llamarse Jorge Juan Ternengo, pero que ha quedado entre nosotros como el "Nene", para siempre.

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