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Muertos de frío

"…El viento trae un extraño lamento. ¡Parece un pozo de sombras la noche, y yo en la sombra camino muy lento! Hasta los huesos calados y helados y humillando este tormento. Todavía pasa el viento. Empujándome". Garúa, canción de Aníbal Troilo.
Agrandar imagen Atlético perdió frente a Riestra.
Atlético perdió frente a Riestra. Crédito: D. Camusso

Todo empezó el jueves en Santa Fe. Fui con mi amigo Gustavo, fervoroso hincha de Unión. Él, al "15 de Abril" para ver el partido entre el Tatengue y Boca. Y yo al Santa Fe Lawn Tennis Club, para cubrir el torneo Challenger, que se juega en canchas de polvo de ladrillo y entrega 40 mil dólares en premios. Un evento notable teniendo en cuenta lo que se puede hacer en tenis por estos lados. Lo cierto es que, al costado de la Setúbal, el viento era un helado cuchillo que condicionó mi tarde hasta hacerla interminable. Gustavo no tuvo ese problema, porque el VAR lo dejo recontra caliente. Es que este sistema, en la Argentina, tiene dos reglas que no funcionan. La que determina su funcionamiento, que los encargados de manejarlo no quieren o no saben utilizar. Y la regla con la que trazan las líneas que miden las posiciones adelantadas. Que no son iguales de rectas a la hora de evaluar camisetas de pesos distinto peso. Como las de Boca y Unión, claramente perjudicado en su propia casa.

El viernes, la tarde fue parecida. Pero mi ropa ya era otra. Y el sábado amaneció con algunas lloviznas y una humedad intensa. Garúa, como dice Troilo. No mejoró en la tarde, pero los hinchas de la Crema le pusieron todo el calor posible. Eso que ir a la cancha perdía la pulseada con Netflix. La pasión todo lo puede. Y los seguidores de Atlético son claramente los mejores jugadores en esta etapa. No sólo le dieron al partido un buen marco por convocatoria, teniendo en cuenta que el sábado por la tarde no es el momento que se elige en Rafaela para ver fútbol. Sino porque cambiaron el clima frío y húmedo por otro caliente y colorido. Hasta que los futbolistas abrieron la puerta de la heladera.

Mucha gente confunde actitud con aptitud. Aunque sólo les separa una letra, y a pesar de que comparten alguna semejanza, los conceptos se diferencian de forma importante. Simplificando, la actitud es una postura, disposición, o el ánimo con el que se afronta una situación, o se encara una tarea. La aptitud es la capacidad o idoneidad que se tiene para realizar esa tarea o actividad. En el fútbol se suele decir que la actitud no se negocia, haciendo mención a la entrega que debe tener un equipo. Eso que le faltó ayer a los de Medrán. No quiero pensar que fue adrede, sino que posiblemente la falta de convicción que muestra hoy el equipo se traduce en ausencia de confianza y esto se ve como un conjunto de jugadores sin alma. Sobre la aptitud de los futbolistas ya he dado mi opinión en otras columnas. No es un plantel capacitado para pelear directamente un ascenso, aunque en el comienzo del torneo se los vio convencidos de una idea que los llevaba a lograr buenos resultados. Hoy, la falta de refuerzos necesarios, lo dejó estancado y lleno de dudas. El partido que en cada receso juegan los dirigentes, esta vez los vio claramente derrotados.

Lo cierto es que la tarde fría y húmeda del sábado, calentada en el comienzo por los hinchas, volvió a ser la misma cuando el equipo llenó de cubitos un vaso que ya no está ni siquiera medio lleno. Pero esta categoría no es la Premier League y estos mismos futbolistas en algún momento nos ilusionaron y regalaron muchos ratos de buen juego. Así que todo puede pasar. Dependemos del resto. Y de que el equipo deje de negociar la actitud. Porque si no ocurre, volveremos otras veces a casa como este sábado. Muertos de frío.

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