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Deportes

María Teresa De Filippis

Jorge Ternengo

Por Jorge Ternengo

María Teresa explica por qué se hizo con el 250F: "Un grupo de pilotos había decidido comprar alqunos 250F a la fábrica, con el objeto de ayudar a la marca, de lo cual tenía gran necesidad. Entre ellos se encontraban Gerini, Scarlatti y Fangio, entre otros. A finales de los cincuenta, el Maserati se encontraba al fin de su carrera, pero aún tenía un cierto potencial. Yo tenía ganas de unirme a 'la banda', así que me convertí en propietaria de un 250F".

Su debut en Fórmula I tuvo su gracia y su expectación. En Siracusa, María Teresa era, evidentemente, la primera mujer que accedía a esa categoría creada a principios de la década. Pero el Maserati no llegó hasta que la segunda sesión de ensayos había casi finalizado. Sin haberlo manejado nunca, se dispuso a probarlo. A pesar de que era tarde, todos los espectadores permanecieron en el circuito, curiosos y muy atentos a la novicia. Musso se ofreció a guiarla: "Sígueme, vamos a dar unas vueltas juntos". Pero María Teresa no sabía siquiera que los monoplazas no tienen luces de stop. Acabado el ensayo, Musso le preguntó por qué se le arrimaba tanto en las frenadas antes de las curvas. La explicación fue motivo de jolgorio por parte de todo el mundo, pero el debut de la nueva piloto de fórmula 1 no fue tan mal, clasificada en la 5ª plaza, tras Musso, Bonnier, Godia, Gould y ante Kavanagh; todos con Maserati 250F salvo Musso, que llevaba un Ferrari Dino 246 oficial.

Sin embargo, en el Grand Prix de Monaco la sesión calificatoria era demasiado exigente para una debutante. Lo reducido del recorrido hace que los organizadores limiten el número de concurrentes a 16 autos. María Teresa no logrará calificarse, pero con su 250F nº 26, la valiente piloto conseguirá acabar la carrera, en 10ª y última posición y a dos vueltas del ganador, Tony Brooks (Vanwall nº 4). En el Grand Prix de Francia se matará Luigi Musso, pero María Teresa no se ha presentado en Reims. Sí lo hará en el Circuito Boa Vista de Oporto, mes y medio después, para el Grand Prix de Portugal. De nuevo es la última en la parrilla de 15 monoplazas, y en la carrera el motor la dejará tirada después de sólo 7 vueltas. Hay que señalar que el Maserati 250F había sido un buen auto de Grand Prix, pero, tras cinco años y a pesar de varias evoluciones, en 1958 se consideraba obsoleto.

En el siguiente Grand Prix, el de Italia, María Teresa se encuentra de nuevo en la cola de la parrilla de 21 autos; esta vez el motor del 250F nº 42 funde una biela. Le ha durado 58 vueltas, ¡pero ha llegado a marchar en 4ª posición! La carrera era a 70 vueltas y el último clasificado, Cliff Allison con el Lotus XII-Coventry Climax nº 36, solo cubrió 61 vueltas, pero se le otorgó la 6ª plaza. En justicia, María Teresa debía haber sido clasificada 7ª.

María Teresa De Filippis hizo amistad con Jean Bhera, que estaba transformando un Porsche RSK Spyder en un fórmula II con la colaboración de Valerio Colotti. Behra le cedió el Behra/Colotti-Porsche a María Teresa, que intentó calificarlo en el Grand Prix de Monaco 1959, pero, lógicamente, no pudo. Su mejor tiempo 1 mn 47,8 s, se quedaba 8,2 s por detrás del poleman (Stirling Moss, Cooper T45/51-Coventry Climax nº 30) y 3,0 s por detrás del último clasificado de los dieciséis (Bruce Halford, Lotus XVI-CoventryClimax nº 44). Otros siete pilotos se quedaron fuera de la parrilla. Jean Behra 2º en la parrilla utilizaba el Ferrari Dino 246 nº 46 y se retiró, sin frenos, en la vuelta 26ª.

Era oficial de la Ferrari hasta que rompió con la Scuderia a partir del Grand Prix de Francia, y se dedicó a la fórmula II con su artefacto. Para el Gran Prix de Alemania, que ese año se disputaba en el AVUS, inscribió el Behra-Porsche a nombre de María Teresa, mientras que con un RSK de sport, él se reservó para el Gran Premio de Berlín que se disputaba el sábado anterior y en el que tenía opción a la victoria. Desgraciadamente, se mató en esa carrera y, como es natural, María Teresa se retiro del Grand Prix. Y no sólo eso: se retiró de las carreras.

Ya muy quebrantada por la muerte de Luigi Musso en 1958, la de Jean Behra el año siguiente fue la gota que colmó el vaso para María Teresa, que decidió colgar el casco. "He perdido demasiados amigos en competición". Incluso, debido a una especie de reacción de alergia mental por las carreras, evitó todo contacto con ese mundo. "La muerte de Jean Behra sobre el Porsche que yo debía haber pilotado en Berlín ha sido la gota de agua que ha hecho desbordar todo. He parado de golpe. Y después jamás he pilotado en carrera. Tras tomar esta decisión, me he casado y mi hija ha nacido unos meses más tarde. He cambiado de vida, pero debo reconocer que la competición en automóvil me ha marcado para siempre".

Se casó en 1960 y permaneció alejada del ambiente del motor… hasta 1979, cuando ingresó en el Club Internacional de Antiguos Pilotos de Grand Prix. En 1997 fue nombrada Vicepresidente del mismo, y unos años más tarde, presidente de honor. También era presidente del Club Maserati.

La contessa pilotino María Teresa De Filippis murió en Scanzorosciate Bergamo, Lombardía, el viernes 8 de enero de 2016.

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