Por Oscar Martinez
"Me extraña que ustedes, expertos en la pelota, no lo sepan -dijo el pibe- pero la cebolla y el fútbol comparten una buena historia. No redonda pero casi, la cebolla fue un objeto esencial para jugar al fútbol desde que este juego, como un rayo, se metió en el alma de las sociedades. Si quedaran testigos, lo recordarían con la voz entrecortada. Muchos de los mejores partidos de la antigüedad se definieron con cebollazos memorables. Ustedes comprenderán que, de tanto patearlas y patearlas, las cebollas del fútbol se iban rompiendo hasta partirse definitivamente. Cuando las cebollas se deshacían, de golpe se acababa el partido. Y cuando se acababa el partido, algo que nadie quería, todos lloraban. Desde entonces y para todos los tiempos, las cebollas hacen llorar", Ariel Scher, "El Bar de los Sábados".
Tal vez haya sido solo una casualidad. O en todo caso una causalidad. Pero apenas terminó la transmisión televisiva del empate entre Atlanta y nuestro Atlético, el canal puso al aire un programa muy original, con panelistas que discuten sin escucharse entre sí, algo nunca antes visto, en donde la pregunta que abre el debate es "¿Se puede jugar bien en el fútbol argentino?". Y apenas un rato más tarde lo cambiaron por "¿Hay equipos que juegan bien en el país campeón mundial?". Por supuesto que se hablaba sobre lo que pasa en Primera División, pero lo mismo se podría discutir sobre el ascenso. Lo real es que este encuentro jugado en el Estadio "Don León Kolbowski" de Villa Crespo fue un espanto. Aunque para Atlético, que había disputado un muy buen partido logrando una victoria con goleada de local en el debut, se pueda tomar como un buen negocio. Por aquello de la Media Inglesa (método de ganar de local y empatar de visitante, que daba réditos matemáticos en tiempos en donde la victoria entregaba sólo dos unidades), de nuestra interminable sequía de triunfos fuera del Monumental, y porque en el inicio del torneo es bueno no perder y verse bien arriba en la tabla.
En definitiva, todo esto es positivo si no existieran los espectadores, fundamentalmente aquellos inadaptados como yo que piensan que el fútbol es un juego, y que jugar sin sonreír o generar sonrisas carece de sentido. Pero no se trata de una casualidad. Resulta que hace sólo unos meses, en agosto del año pasado, cuando estos dos clubes se enfrentaron en este mismo lugar, el resultado fue idéntico. Y el partido un bodrio. Mire, para evitarnos palabras inútiles, repito lo que escribí aquella vez. "El partido fue un largo y sostenido bostezo. Se pareció a esas películas del cine argentino de los años 60, que tenían buenas intenciones, encuadres inexplicables, más sombras que luces, actores como estatuas, miradas perdidas y silencios que insinuaban profundidad y caían en el tedio. Atlanta 0-Atlético 0 fue algo así. Un intento fallido, un largo desfile de imprecisiones, un amago tras otro, el maltrato del balón y de nuestro infantil recuerdo de jugar a la pelota. Un bodrio, bah. Lo bueno es que se jugó un lunes por la noche. Como una premonición, los genios que planifican partidos no lo pusieron en el día del niño sino en el del nacimiento de Ray Bradbury (22 de agosto de 1920), inolvidable escritor estadounidense del género fantástico, ciencia ficción y, fundamentalmente, terror".
Se lo dije. No hay mucho más para escribir. Imagino que la crónica de los periodistas de CASTELLANOS tampoco abundará en explicaciones. Se empató, y fue en cero, en un partido que tuvo una llegada clara de Atlético por parte de Fontanini y casi nada más. El resto, dos o tres por lado, fueron sólo amenazas sin demasiados fundamentos. Tengo claro que si se hubiese jugado como en el campito, con arco libre, también se habría empatado en cero. Seguramente Ariel Scher lo contaría mejor. Diría que jugaron con una cebolla, que durante los noventa minutos los que mirábamos el partido llorábamos y, cuando se soltó la última capa y todo terminó, al menos por una vez, sentimos alivio. Nosotros, los hinchas de Atlético, seguramente nos conformamos afirmando que "sumamos de visitante, no nos generaron situaciones y seguimos invictos". ¿Si lo decimos con una sonrisa? En todo caso, con una mueca de resignación.
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