Sin futuro como futbolista, empezó a dirigir a los 16 años a sus ex compañeros del Amaroz. Es un entrenador que, en la consideración de muchos, cambió la forma de jugar al fútbol. Y se convirtió en referente de Guardiola, quien lo eligió para ser, desde 2020, su asistente principal en el Manchester City.
Por Oscar Martínez. "Lillo es un maestro. Y trabajando junto con Guardiola…bueno, el City juntó en el banco a Einstein y Picasso", Sebastián "el loco" Abreu.
"¿Y el monstruito? ¿Dónde se metió el monstruito?", preguntó Cesar Luis Menotti por ese jovencito que la tarde anterior lo había enloquecido a preguntas durante siete horas. Era el año 1987 y el Flaco, entrenador del Atlético de Madrid, buscaba al vasco que dirigía equipos de fútbol en Tolosa, y que admiraba su obra y pensamiento. El monstruito y el monstruo se reencontraron un rato más tarde en el campo de juego, y se hicieron amigos para siempre.
El monstruito se llama Juan Manuel Lillo y uno puede verlo sentado en el banco de suplentes del Manchester City, con su pierna izquierda siempre cruzada sobre la derecha para quedar casi de frente a Pep Guardiola, el entrenador referente del fútbol mundial, que está a su derecha cuando deja de dar indicaciones al costado de la línea lateral y necesita la voz de su conciencia. La del monstruito.
-¿Se puede decir que usted es la conciencia de Guardiola?
-"No creo eso. Pep es mi hijo, mi hermano menor, mi amigo…Él y yo nos hemos sentido tan próximos en todo desde el día del Oviedo… Y cuando uno interactúa tanto con alguien, todo fluye con naturalidad, no se trata de colocar apelativos…"
-¿Qué es "el día del Oviedo"?
-"Fue en 1996. Tenía 30 años, y al Barcelona lo dirigía Robson con Mourinho de ayudante. Pep era figura. Yo entrenaba al Oviedo y jugamos contra ellos en nuestra casa. Perdimos 4 a 2, y lo que voy a contar, que parece que habla bien de mí, en realidad de quien habla bien es de Pep. Lo retrata a él como persona. Porque Pep es así: honestidad, dignidad...Tras el partido golpearon la puerta del vestuario y era él. Vino si siquiera cambiarse, a preguntarme si podía hablar conmigo un minuto. Me dijo que admiraba mi trabajo y quería mantenerse en contacto conmigo. ¡Era el mejor mediocentro de la historia del fútbol y me acababa de ganar!". Juanma, como le dice la mayoría de los cercanos a su persona, no sabía que esa misma noche comenzaría a escribir su historia junto a otro entrenador emblema. Guardiola, quería probar el sistema de Lillo si lo elegían como director deportivo del Barcelona en la candidatura de Lluís Bassat. Para eso propuso a Juanma como entrenador. Pero las elecciones las ganó Laporta.
-¿Se rascaba la cabeza desde tan joven?
-"Sí, sí, Pep maneja varios idiomas, pero sobre todo piensa en catalán, como me pasa a mí que, como buen vasco, pienso en euskera. Piensa en catalán y luego debe pasarlo por el procesador ese que tiene ahí arriba y por eso se rasca, para facilitar ese proceso (risas)".
A lo lejos del Río Oría, entre las colinas del Valle Guipúzcoa, se encuentra la localidad de Tolosa. País Vasco que entre su gente resguarda al hombre que cambió la forma de entender el fútbol. Juan Manuel Lillo no es un hombre común. A sus 16 años, la vida le dio un golpe. "Demetrio Tarradillos me dijo que no servía como jugador de fútbol, pero que me veía un gran futuro en el banquillo". Las últimas hojas de otoño sepultaron los sueños de aquel pequeño niño vasco. "Pensé que me decía eso solo para atenuar mi pena. Pero luego decidí que valía la pena intentarlo, si era verdad su pensamiento". Su filosofía se trazó en los polvorientos campos del Amaroz Ke, para así seguir en ascenso hasta las inferiores del Tolosa C.F. Su mano se comenzó a sentir cuando ascendió al equipo a categoría nacional, y posteriormente salvó al primer equipo de Tercera División. Con 26 años tomó las riendas del Salamanca, entonces en Segunda División B. Apenas tres temporadas más tarde lo había colocado en Primera para convertirse en el entrenador más joven en la Liga. Su prestigio trascendió fronteras. Dirigió a equipos como el Zaragoza, Almería, Real Sociedad y Real Oviedo. Más tarde, el tiempo se encargó de juntarlo con Pep en la misma aventura. México se convirtió en el lugar predilecto para entrenar al mejor de sus alumnos. Los campos de Dorados fueron un templo de enseñanza para Guardiola. Una y otra vez repasaban el sistema, hablaban el mismo lenguaje; estaban hechos el uno para el otro. El sueño terminó con un fracaso de Lillo, y sin embargo sembró una gran semilla en la cabeza de Guardiola
-¿Cuándo se dio cuenta de que Pep sería un técnico importante?
-"Ya sabía que iba a serlo mucho antes de conocerlo. Y cuando lo escuche hablar, me lo certificó. Creo que Pep jugó a la espera de ser técnico. Desde siempre vive el fútbol como entrenador, no hay más que verlo".
-¿Cuál es la principal virtud de Guardiola entrenador?
-"Le gusta tanto, se cuestiona tanto, lo da vuelta tanto, reflexiona tanto, lo vive tanto, que de ahí pueden aflorar cualquiera de las cualidades que quieras. Vive por y para. Eso es para mí lo más importante".
Antes de arrancar su primer ciclo como entrenador, en el Barcelona B, Pep fue a la casa del monstruito para diagramar y pasar a un papel toda la pretemporada. Un dato que retrata cómo afronta su trabajo Guardiola: el 20 de noviembre de 2010 se enfrentaron el Barcelona de Pep ante el Almería de Lillo. El Almería era local. "Mi gratitud hacia él es infinita, ha sido muy importante en mi formación", declaró Pep en la conferencia previa al partido. Luego el Barcelona ganó 8-0. Al día siguiente echaron a Lillo. Lo cortés no quita lo valiente.
-¿Le gusta el Atlético de Simeone?
-"Ese equipo juega con la quinta marcha metida todo el partido, y con la pasión en la piel. Creo que el mérito de Simeone es transmitirles a sus jugadores su idea de jugar "con el cuchillo entre los dientes". Reconozco esto más allá de que creo que el juego pasa por la quinta, pero también por la cuarta, la tercera...".
-¿Y Bielsa?
-"Es un espejo en el que hay que mirarse. No sólo de fútbol. Cómo da la cara en una rueda de prensa, no se presta al juego de nadie, y me impresiona la capacidad que tiene de representar semánticamente lo que es capaz de hacer. Eso está para pocos, eh. Y tiene una honradez y dignidad fuera de duda. Es un tipo que se comporta de acuerdo a cómo habla, que no se ha prestado a ningún juego, que no se mete en nada que no sea su equipo".
-¿Pep es el mejor de todos?
-"Pep podría estar haciendo hoy lo mismo y perdiendo. Si Michael Essien hubiera despejado bien en Stamford Bridge, el Barcelona no ganaba la Champions de 2009. Y tal vez ese equipo, hoy místico, no hubiera sido lo que fue. El azar juega un papel inmenso en el fútbol. Y en la vida. Lo importante no es solo el resultado, sino fundamentalmente el proceso. Es por eso que hay que juzgar el trabajo de un entrenador".
Lillo, además de haber sido bañado en elogios en diferentes momentos por una larga lista de futbolistas que pasaron por sus manos, cuenta con una insignia de oro que ni siquiera necesita lucir. Es que Guardiola lo considera el mejor entrenador que tuvo en su carrera. Según cuenta Guillem Balagué en el libro Pep, otra manera de ganar, que previo a su llagada al City, Pep se comunicaba antes y después de los partidos con él para pedirle opiniones y consejos.
"En el fútbol hay un éxito invisible a veces, que para mí es superior... y es que muchos de tus pupilos te sitúen como el mejor técnico que han tenido. Y esto le pasa a Juanma con frecuencia. Luego, para el futbolero general, no levantar Copas es lo que vale. Pero, para mí, enamorar a mis jugadores con una idea, es central. Ése es el éxito real y eso Juanma lo consiguió en su carrera", dice de él Sebastián Abreu. Como una referencia. Y para evitar otro halago de Pep.
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