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Deportes

El campeón sin corona

El 17 de octubre de 1981, en Las Vegas, Lole se coronó subcampeón mundial de Fórmula 1, un hecho que se valoró muchos años después. Antes de ello se lo destrató como eterno segundo. Pero esa carrera final encierra una de las mayores traiciones de la historia del automovilismo.

Por Oscar Martínez. "Carlos tuvo la posibilidad de ganar el título de Campeón Mundial dando un golpe de volante. Pudo haber embestido con su Williams al Brabham de Piquet cuando éste lo estaba superando en la frenada de la curva 1, en la vuelta 17 de aquel Grand Prix de Las Vegas. Un recurso tramposo al que apelaron Ayrton Senna en 1990 y Michael Schumacher en 1994. En Argentina, muchos lo criticaron por no haber efectuado esa maniobra ilegítima y peligrosa. En aquella tórrida tarde, Reutemann enseñó algo como deportista que sólo se entendió más tarde: que el triunfo, individual o como grupo social organizado, es lícito únicamente cuando se alcanza con respeto a las normas vigentes. Estamos demasiado acostumbrados a quienes ganan violando las normas. Lo triste es que esa conducta adquiere reconocimiento y lo que debería ser reprobado trastoca en proeza mítica", reflexiona Alejandro Di Giácomo en "Reutemann, rey sin corona en la Fórmula1" (2009).
En aquella temporada de 1981, Carlos Reutemann sabía que empezaba en desventaja. Frank Williams, el dueño del equipo que llevaba su nombre, priorizaba por contrato al australiano Alan Jones, campeón del mundo en 1980. Según una cláusula, Reutemann no podía sobrepasarlo en caso de lucha entre ambos y debía dejarse pasar si su compañero de equipo estaba detrás suyo a menos de doce segundos. Lole ganó en Kyalami, pero esa primera carrera fue anulada por presión de Ferrari. Luego fue obediente en Long Beach, California, cuando podía haber superado a Jones pero respetó el cartel de "mantener puestos" que le mostró su escudería. Pero en la siguiente prueba, en Jacarepaguá, Brasil, se sublevó. Ya con 39 años y la sensación de estar frente a su última posibilidad de ser campeón mundial, desobedeció el cartel "Jones-Reut", la forma analógica que tenía su equipo de pedir posiciones cuando no había intercomunicadores. Además de ganar la carrera, también se ganó el odio de Frank Williams. El santafesino, en plan de guerra interna, se defendería con una argucia legal: su equipo no le había informado a cuántos segundos por detrás venía Jones, por lo que, al no saber si estaba a más de doce, no tenía forma de determinar si debía cumplir el contrato. Pero la sospecha de una posterior vendetta del inglés, aunque fuera en contra de su propio equipo (en definitiva la escudería campeona fue Brabham), quedaría servida en la mesa de las conspiraciones.
A pesar de los rumores, Reutemann siguió sacando ventajas en el campeonato hasta que Williams decidió cambiar de proveedor de neumáticos. Pasó de Michelin a Goodyear en mitad de temporada. Y el auto ya no fue nunca el mismo. Lole ganó 37 puntos en las primeras siete carreras y sólo 12 en las siguientes ocho. La ventaja contra Piquet se fue achicando y quedó reducida a un punto antes de la carrera final. "¿Por qué cambiamos a mitad de camino aquel año? No lo entiendo", le preguntó años más tarde el argentino a Williams. "Creo que fue una cuestión política. Bernie Ecclestone pensó que era mejor usar Goodyear porque Michelin favorecía a Renault", le dijo el inglés. Reutemann lo miró irónico: "Claro que era mejor para Brabham", respondió el argentino, en alusión al equipo que era propiedad de quien fuera el mandamás de la Fórmula 1.
Lole tenía posibilidades de consagrarse campeón en la fecha anterior, en Canadá. Era tal la expectativa generada en la Argentina que ese domingo 27 de septiembre se decidió pasar a segundo plano un superclásico especial. En Boca jugaba Diego Maradona, acompañado por Hugo Gatti, Oscar Ruggeri y Ricardo Gareca. Y en River, Mario Kempes con Daniel Passarella, Ubaldo Fillol, Norberto Alonso y Ramón Díaz. Pero la AFA lo programó para la mañana, así el país podía seguir la competencia que transmitía en directo ATC. El noveno puesto de Reutemann y el quinto de Piquet extendieron la expectativa a la fecha final.
Esta fue el 17 de octubre, en la ya desaparecida playa de estacionamiento del Hotel Ceasar’s Palace de Las Vegas. "Fue la única carrera de ese año en la cual no tuve completamente el control de lo que me pasaba. En cada carrera sabía qué diámetro de rueda usábamos, que neumáticos, que despeje, todo. Después de la primera práctica elegí el chasis muletto, el FW07B/12 con un motor Cosworth convencional, el 304", relata Reutemann. Con ese auto marcó el mejor tiempo en la primera tanda clasificatoria. "Tenía espirales de 2.500 libras adelante, 3.500 atrás. La puesta a punto era muy dura, pero muy rápida. Estaba muy satisfecho con mi auto, lo quería tal cual para la carrera y le pedí a Patrick que no lo tocara. El motor, el comportamiento, la caja estaban perfectos. Pero él no estaba de acuerdo. En el segundo día toqué la rueda trasera derecha del Brabham de Piquet con mi rueda delantera izquierda. El impacto dobló un brazo de la suspensión. Lo cambiaron, pero el auto no volvió a ser el mismo. No había manera de manejarlo". Pero nadie le bajó el registro del viernes. Reutemann y Jones en primera fila. Piquet largaba en la segunda junto a la Ferrari de Gilles Villeneuve.
Pero la serie de pequeños dramas no tenían fin. "El sábado a la mañana, en tanque llenos, hubo un problema con los frenos. Así que no tuve la chance de elegir un buen set de gomas, algo que siempre me gustaba hacer. Cuando empezó la carrera, la caja no funcionaba bien y las cubiertas no eran rápidas. No había manera…". En "Grand Prix Showdown" (1992), Christopher Hilton cita a Reutemann diciendo el día previo a la carrera: "Voy a correr al 100 por ciento y lo mismo hará Alan. No quiero hacer predicciones porque creo que al título lo definirá la suerte, como cuando gira la ruleta…"
Jones ganó el pique, pero Piquet largó todavía peor que Reutemann, y al paso por el control tras la primera vuelta el orden era Jones, Villeneuve, Prost, Giacomelli, Reutemann, Watson, Laffite y Piquet. Había dos autos entre el argentino y el brasileño.
En la vuelta 5, Watson y Laffite ya habían superado al Williams. Piquet quedó directamente detrás de su gran rival en el torneo. Y lo superó en el giro 17. Quedó séptimo, con Reutemann octavo. Sin embargo, Reutemann seguía siendo el campeón, porque ambos estaban fuera de la zona de puntos. Pero si Piquet avanzaba una posición, al sexto lugar, ganaba un punto, igualaba al santafesino en 49 unidades y lo batía por mayor cantidad de triunfos en el Mundial (3 a2). En la vuelta 22 abandonó Villeneuve. Todo mal, el brasileño resistió las 75 vueltas sobre su Brabham, para terminar quinto; Reutemann perdió una vuelta respecto a Jones y se clasificó octavo. Piquet fue campeón con 50 puntos. Reutemann sumó 49.
Tras el final, estalló un insólito festejo del equipo Williams por el triunfo de Jones, a pesar de que acababan de perder el campeonato de marcas. El propio Piquet recordó años más tarde que "Cuando terminó la carrera, me sorprendió el festejo que había en el equipo Williams por la victoria de Jones, mientras su otro piloto quedaba sin el título. La verdad es que hubiera preferido ganarle a Jones y no a Carlos. De mis visitas a la Argentina sabía lo que generaba su participación en la Fórmula 1, por la tradición automovilística que hay en ese país. Y la tristeza que generaba quedarse fuera de la corona", explicó.
En una entrevista con el periodista de Carburando Eduardo González Rouco, Reutemann confesó: "La Fórmula 1 que yo viví era un laberinto. Desde arriba es muy fácil verlo, porque uno sabe a dónde debe ir. Estaban el éxito, la fama, la plata, la muerte…y también el quedar parapléjico o ser campeón mundial. Ahí entramos todos. Algunos murieron, otros se accidentaron, otros fueron campeones y otros quedamos con vida".
Aquella derrota fue su golpe de nocaut. Empezó la temporada 1982 pero sólo aguantó dos carreras y anunció su retiro justo tres días antes de la recuperación en las islas Malvinas, a fines de marzo. Un argentino en una escudería inglesa habría sido inviable, pero otros equipos intentaron contratarlo. Carlos no cambió su decisión. En nuestro país, después de la guerra, volvería la democracia. Entonces Reutemann empezaría su segunda carrera.

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