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Deportes

Chiche Caldarella, una leyenda en dos ruedas

Por Jorge Ternengo - Benedicto Hugo Caldarella sigue subiéndose a una moto y más de un joven motociclista se asombra al verlo manejar en un circuito, "limando" los escapes.
Y no es una casualidad. "Chiche", como lo conoce todo el mundo desde siempre, es uno de los máximos exponentes de la época de oro del motociclismo nacional.
En aquellos dorados años, entre finales de los años 50 y comienzos de los 60, brilló junto a pilotos como Juan Carlos y Eduardo Salatino, y Jorge Kissling.
Fue múltiple campeón argentino, latinoamericano y europeo en la máxima categoría de entonces, la 500 cc. También ganó el Gran Premio de la República Argentina de 1962, que por el mundial de motociclismo se corrió en el autódromo de la Ciudad de Buenos Aires.
Fue uno de los pocos motociclistas que logró salir en la tapa de la prestigiosa revista "El Gráfico". Siempre con el número 3 en su casco, heredado de su padre Salvador -también corredor- y con la palabra "Florida" escrita para marcar su lugar de pertenencia en Vicente López.

Pero más allá de las copas y logros que alcanzó con las dos ruedas, uno de los hitos más significativos en su vida deportiva fue, sin dudas, cuando en febrero de 1964 fue a correr al circuito estadounidense de Daytona por la primera fecha del campeonato del mundo.
Al comando de una Gilera 4 cilindros, marca para la que corrió siempre, mantuvo desde el inicio -largó en la pole- una dura lucha con el campeón, figura e imbatible de aquellos años, el inglés Mike Hailwood (9 veces campeón del mundo) al comando de una Moto MV de 500cc. La lucha fue rueda a rueda, alternándose uno y otro en el primer lugar. Hasta que faltando poco para finalizar la cuarta marcha se trabó en la caja y Chiche tuvo que abandonar.
Pero lo más sorprendente fue que antes de iniciar la vuelta de honor a bordo de un convertible, Hailwood fue a buscar al piloto argentino al box y lo invitó a dar la vuelta con él en reconocimiento a la notable actuación que había tenido.

Como premio, Gilera lo llevó a correr a Italia y allá ganó en Imola, Vallelunga y San Remo, mientras que en Monza salió segundo haciendo el record de vuelta a 196,026 km/h de promedio. Ganó la Copa de Oro Shell, pero no le dieron el título porque no era italiano.
Después de eso, Gilera entró en una decadencia económica. "Yo no quise pasarme a otra marca porque me pareció que hubiera sido traicionar tanta confianza y apoyo que me dieron durante aquellos años", pensó entonces y reafirma hoy.
Actualmente sigue dando cátedra en cualquier autódromo y también sale de viaje con sus amigos, siempre sobre su gran pasión: dos ruedas y un motor.

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