En Turín, y más generalmente en el Piamonte, se asocian grandes cosas como la Mole o su pasado histórico como primera capital italiana. Pero su elegancia no sólo se encuentra en los edificios históricos de Via Po, sino también en los detalles y minucias, como puede ser el bordado. No uno cualquiera, sino el bordado Bandera.
El objetivo es salvaguardar la tradición artesanal típicamente piamontesa del bordado Bandera, difundiendo y protegiendo las peculiaridades del diseño y el bordado.
Los orígenes piamonteses, o más bien de Chieri, de la tela Bandera ya están atestiguados en el "Estatuto del Arte del Fustán" de la ciudad de Chieri, que datan del 1400 y hablan de un tejido, primero de cáñamo y luego de algodón, trabajado con motivos regulares en relieve, rayas paralelas o nido de abeja -panal-, de donde proviene el nombre "bandera" por las "bandas" que se mencionan en los documentos y contratos de los artesanos y comerciantes. Blanco o ligeramente crudo, era reservado para la confección de los uniformes militares, así como de la blanquería común (sábanas, toallas, repasadores). Se utilizaba también para ropa de cama y forros (ropa y muebles).
Originalmente la tela tenía un tejido más grueso, de unos 6 cm de altura.
El origen del bordado Bandera es incierto: parece que en la segunda mitad del 1600 un tejedor de Chieri, un tal Bandera, inventó un lienzo (que tomó su nombre) de algodón crudo, alveolar, de color crudo o blanco, indicado para mobiliario y se empezó a utilizar esta tela para la decoración, cuando las familias nobles ya no podían permitirse tejidos finos como el lino y la seda para amueblar sus hogares nobles y, por lo tanto, se vieron obligadas a recurrir al algodón sobre el que fueron bordados preciosos diseños para devolver el prestigio a sus hogares.
Pero debe ser algodón alveolar (nido de abeja) o rayado, preferiblemente blanco o crudo, mientras que el hilo debe ser una lana fina y retorcida, de distintos tonos para transmitir mejor los matices naturales de los motivos representados.
Los elementos fundamentales del bordado Bandera son:
La tela, que debe ser el algodón texturizado, nacido en Chieri.
Los hilos, de lana ligeramente retorcida, son de color liso en todos los tonos de amarillo dorado, rosa, azul Saboya y verde, porque las variaciones cromáticas se obtienen combinando los diferentes tonos de color.
Los puntos. Los bordados se realizan utilizando cuatro puntos: el llamado tirado o pintado que, con la alternancia de puntos largos y cortos, prestando especial atención a la armonía de los tonos, permite obtener efectos pictóricos encantadores, como si fueran pinceladas, debido a la riqueza de matices; el punto cadena para los contornos de volutas y frisos; el punto yerba, tallo o cordón para bordar tallos, ramitas y nervaduras de hojas. Estos dos últimos, bordados en hileras paralelas, se utilizan para cubrir secciones de volutas; finalmente el punto nudo para pequeños motivos.
Los diseños. Consisten en elaborados motivos policromados. Los más antiguos se reflejan en diseños de estucos, brocados, volutas y muebles con incrustaciones, en su mayoría de estilo rococó. Los sucesivos son imaginativos, inspirados en las porcelanas y en la tradición iconográfica china. Los temas son elementos vegetales con guirnaldas y ramos dispersos, figuras antropomorfas y pájaros rodeados de motivos arquitectónicos y frisos, alternándose con cintas que se entrelazan y se persiguen, dando al bordado una extraordinaria ligereza. Las flores principales son la peonía, el tulipán, el clavel, la rosa, la campanilla; las frutas: limones, naranjas, granadas, uvas, peras, cerezas.
Lo que diferencia este tipo de bordado, además del material en el que se realiza, otra característica típica es el hecho de que los patrones consisten en dibujos sobre papel que luego se transfieren a la tela, intentando mantener las proporciones entre los distintos elementos.
Incluso María Giovanni Battista de Savoia Nemours, segunda Madama Real, tras la muerte de Carlo Emanuele ll, madre de Vittorio Amadeo II, era amante de este tipo de tela y sobre todo de sus bordados, hasta el punto de que hizo bordar un hermoso cubrecama, hoy visible en los aposentos reales del Palacio Real de Venaria, que representa a la diosa Diana y Endimión, realizado en la segunda mitad del 1700.
Los nobles de la época, al tener que acoger en sus casas a la nueva soberana y encontrarse en dificultades financieras debido a algunas guerras civiles y a la terrible peste que azotó y puso de rodillas a la región en la primera mitad del siglo, inmediatamente apreciaron la nueva tela, muy resistente y económica, y encargaron en grandes cantidades para cubrir los desgastados damascos y terciopelos de sillones, sofás y camas con dosel, que estaban impresentables.
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