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Culto Católico

"La Iglesia tiene que acoger a todos sin etiquetas ni prejuicios"

"Dios es el que te toma de la mano y te levanta, el que se deja tocar por tu dolor y te toca para curarte y darte de nuevo la vida. Él no discrimina a nadie porque ama a todos", sostuvo en el Ángelus.

El Papa Francisco aseguró que se necesita que "en la Iglesia y en la sociedad no se excluya a nadie, que no se trate a nadie como 'impuro', para que cada uno, con su propia historia, sea acogido y amado sin etiquetas ni prejuicios, sea amado sin adjetivos".

Fue la exhortación que dirigió el pontífice este domingo 30 de junio, en su reflexión previa a la oración mariana del Ángelus, ante los miles de fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

Al comentar el Evangelio de este décimo tercer domingo del tiempo ordinario, el Santo Padre señaló que san Marcos, "nos relata dos milagros que parece que están entrecruzados entre sí", se trata de la resurrección de la hija de Jairo y la curación de la hemorroísa.

"Mientras que Jesús va a casa de Jairo, uno de los responsables de la sinagoga, porque su hija pequeña está gravemente enferma, por el camino una mujer con hemorroísa le toca la túnica y Él se detiene para sanarla. Mientras tanto, anuncian que la hija de Jairo ha muerto, pero Jesús no se detiene, llega a la casa, va a la habitación de la pequeña, la toma de la mano y la levanta, devolviéndola a la vida. Dos milagros, uno de curación y otro de resurrección", destacó.

Estas dos curaciones, afirma el Papa se relatan en un único episodio y tienen como característica que, ambas suceden a través del contacto físico. De ahí que Francisco se pregunta: "¿Por qué motivo es importante 'tocar'? De acuerdo a la concepción religiosa de ese tiempo estas dos mujeres se consideran impuras y por lo tanto con ellas no podía haber contacto físico".

"En cambio, Jesús se deja tocar y no teme tocar. Antes incluso de la curación física, Él desafía una concepción religiosa equivocada, según la cual Dios separa a los puros por un lado y a los impuros por otro. En cambio, Dios no hace esta separación, porque todos somos sus hijos, y la impureza no deriva de alimentos, enfermedades y ni siquiera de la muerte, sino que la impuridad viene de un corazón impuro", sostuvo.

De estas dos curaciones, el Obispo de Roma invitó a que aprendamos que, frente al sufrimiento, a la debilidad y el pecado Dios no nos aleja de Él, no nos juzga, al contrario, se deja tocar y nos levanta.

"Frente a los sufrimientos del cuerpo y del espíritu, frente a las heridas del alma, frente a las situaciones que nos abaten e incluso frente al pecado, Dios no nos mantiene a distancia, Dios no se avergüenza de nosotros, Dios no nos juzga; al contrario, Él se acerca para dejarse tocar y para tocarnos y siempre nos levanta de la muerte. Siempre nos toma de la mano para decirnos: ¡Hija, hijo, levántate, camina, ve adelante!", aseguró.

Jesús no discrimina a nadie porque ama a todos

El Papa alentó a fijar en el corazón esta imagen de Jesús que toma de la mano y cura, tocando da vida nueva.

"Dios es el que te toma de la mano y te levanta, el que se deja tocar por tu dolor y te toca para curarte y darte de nuevo la vida. Él no discrimina a nadie porque ama a todos", subrayó

Antes de invocar la intercesión de la Virgen María, Madre de la ternura, por cada uno y por el mundo, el Papa Francisco preguntó a los presentes si etiquetamos a las personas e invitó a hacernos unas preguntas:

"¿Nosotros creemos que Dios es así? ¿Nos dejamos tocar por el Señor, por su Palabra, por su amor? ¿Entramos en relación con los hermanos ofreciéndoles una mano para levantarse o nos mantenemos a distancia y etiquetamos a las personas en base a nuestros gustos y a nuestras preferencias?"

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