Durante su Ángelus dominical, el Papa Francisco reflexionó sobre el pasaje del Evangelio de San Marcos sobre cuál es el mandamiento más grande. Explicó que la pregunta no es sólo para los tiempos bíblicos sino que: "Es esencial también para nosotros, para nuestra vida y para el camino de nuestra fe".
En medio de la vida cotidiana, de las listas de cosas por hacer y de las tareas, es posible sentirse abrumado y perdido, por eso el Papa planteó la pregunta: "¿Dónde podemos encontrar el centro desde donde irradia todo lo demás?"
Tal como Jesús le dijo al escriba en el Evangelio, la respuesta está en unir dos mandamientos: el amor a Dios y el amor al prójimo. El Papa Francisco los llamó: "El corazón de la vida cristiana".
El Papa desafió a los presentes en la Plaza de San Pedro a: "Volver al corazón de la vida y de la fe" porque, dijo: "El corazón es la fuente radical de nuestras fuerzas, convicciones, pasiones y decisiones".
"Lo que cuenta no son las prácticas exteriores, sino la disposición del corazón con la que uno se abre a Dios y a los hermanos en el amor", sostuvo.
Francisco les recordó a peregrinos que al final de la vida de cada uno, tendremos que dar cuentas por el amor que dimos y el amor que retuvimos.
Para concluir, el Papa encargó a los miles de personas presentes en la plaza una tarea: realizar un examen de conciencia diario, reflexionando sobre cómo amamos a Dios y al prójimo.
Este mensaje sobre la importancia de volver al corazón es un tema central en la encíclica Dilexit nos, del pontífice, dedicada al amor humano y divino del Corazón de Jesucristo y en la que pide una renovación de la devoción al Sagrado Corazón.
En el documento, el Papa subraya que se puede cambiar el mundo empezando por cambiar el corazón.
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