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Culto Católico

"Hacer en nosotros y a nuestro alrededor más casa y menos mercado"

En el tercer domingo de Cuaresma, el Papa pidió "rezar mucho para que como hijos que, sin cansarse, llaman confiados a la puerta del Padre, no como mercaderes avaros y desconfiados".

El Papa Francisco encabezó este domingo 3 de marzo, tercero del Tiempo de Cuaresma, el rezo del Ángelus ante los fieles que se congregaron en la Plaza de San Pedro.

En su alocución previa y tomando como referencia la narrativa evangélica del día, en la que Jesús expulsa a los mercaderes del templo, el Pontífice aseguró que es una "escena dura", porque dijo: "En el templo entendido como mercado, para estar bien con Dios bastaba comprar un cordero, pagarlo y consumirlo en las brasas del altar. Comprar, pagar, consumir, y después cada uno a su casa".

Por el contrario, entendiéndolo como casa, sucede lo contrario: "Se va para visitar al Señor, para estar unidos a él y a los hermanos, para compartir alegrías y dolores. Todavía más, en el mercado se juega con el precio, en casa no se calcula; en el mercado se busca el propio interés, en casa se da gratuitamente".

El pontífice señaló que "Jesús es hoy duro porque no acepta que el templo-mercado reemplace al templo-casa, que la relación con Dios sea distante y comercial en vez de cercana y llena de confianza, que los puestos de venta sustituyan a la mesa familiar, los precios a los abrazos y las monedas a las caricias", porque -subrayó- "de ese modo se crea una barrera entre Dios y el hombre, y entre hermano y hermano, mientras que Cristo vino a traer comunión, misericordia y cercanía".

El pontífice recordó que la invitación, también para este tiempo de Cuaresma, "es hacer en nosotros y a nuestro alrededor más casa y menos mercado, rezando, rezando mucho, como hijos que, sin cansarse, llaman confiados a la puerta del Padre, no como mercaderes avaros y desconfiados. Y, después, difundiendo fraternidad. Hace mucha falta", agregó.

Francisco animó también a pensar "en el silencio incómodo, aislador, a veces incluso hostil, que se encuentra en muchos lugares".

Hacia el final de su reflexión, instó a preguntase "¿Cómo es mi oración? ¿Es un precio que hay que pagar o es el momento del abandono confiado durante el que no miro el reloj? ¿Y cómo son mis relaciones con los demás? ¿Sé dar sin esperar nada a cambio? ¿Sé dar el primer paso para romper los muros del silencio y los vacíos de las distancias? Estas preguntas debemos hacérnoslas", aseguró.

Además, invocó a la Virgen María para que "nos ayude a 'hacer casa' con Dios, entre nosotros y a nuestro alrededor".

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