Durante una ceremonia de canonización este domingo en la Basílica de San Pedro, en la que participó también el presidente Javier Mieli, que al final le dio un fuerte abrazo, el Papa Francisco leyó una fórmula en latín, elevando al máximo honor de los altares a la "beatam Mariam Antoniam a Santo Ioseph de Paz y Figueroa".
Milei estuvo en primera fila acompañado por miembros de su comitiva: su hermana Karina, secretaria general de la presidencia -vestida de riguroso negro, según el protocolo-, la canciller Diana Mondino, y los ministros del Interior y Capital Humano, Guillermo Francos y Sandra Pettovello. Este lunes será la audiencia oficial que Milei tendrá con el máximo jefe de la Iglesia católica.
La celebración contó con unas 7.000 personas (hubo cientos de argentinos) y estuvo marcada por un enorme tapiz con la imagen de la nueva santa, cuando se leyeron las intenciones un pedido estremeció a los argentinos presentes, preocupados por la situación que atraviesa el país: "Que Dios inspire a nuestros gobernantes la sabiduría del diálogo y la voluntad de contribuir al bien común, superando lo que divide y buscando lo que une", pidió un lector en español.
Antes de que el Papa proclamara santa a la fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires, bellísimos coros de la Capilla Sixtina entonaron el "Veni Creator Spiritus", el himno para invocar la presencia del Espíritu Santo. El canto fue entonado por los 50 cardenales y obispos presentes -entre ellos Vicente Bokalic obispo de Santiago del Estero, el arzobispo de Buenos Aires Jorge Ignacio García Cuerva y el obispo auxiliar de La Plata y secretario general del Episcopado Alberto Bochatey-, en una ceremonia concelebrada por 230 sacerdotes, entre los cuales muchos argentinos, en un clima de gran fervor religioso.
Como prevé el rito de canonización, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, leyó una breve biografía de Mama Antula, nacida en 1730 en en la provincia de Santiago del Estero -cuando la Argentina aún era un virreinato- y que murió el 7 de marzo de 1799 con fama de santidad, después de haber difundido los ejercicios espirituales contra viento y marea, en todo el país, tras la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767 y luego de haber ayudado a los más necesitados.
Las letanías de los santos precedieron el momento culminante, cuando el Papa proclamó a Mama Antula santa, la segunda argentina después del cura Brochero, elevado al honor de los altares en 2016. Si bien en noviembre de 1999, durante el mandato de Carlos Menem, Juan Pablo II canonizó a Héctor Valdivielso Sáez (1910-1934), quien fue considerado el «primer santo argentino», este hermano lasallano de familia española nació casualmente en Buenos Aires y vivió la mayor parte de su vida en España, donde murió como mártir.
A la derecha del Pontífice, los servicios litúrgicos fueron representativos de la familia Antulana. La primera lectura la hizo Fernanda González, laica consagrada de la Arquidiócesis de Buenos Aires, responsable de la Santa Casa, en español. La segunda, en italiano, por una hermana de las pobres bonaerenses, porque su fundadora Camila Rolón estuvo en la Santa Casa en Buenos Aires.
La postuladora de la causa, Silvia Correale, acompañada por Emilia y Roxana dos consagradas de la Santa Casa, e Inés y Ángeles, dos representantes legales de los colegios de Mama Antula, llevó hasta el altar la reliquia ósea.
Los que la pasan mal
Reflexionando sobre la primera lectura y el Evangelio que hablaban de la lepra, en su homilía el Papa habló de la importancia de estar cerca de los que la pasan mal. "¡Cuántas personas que sufren encontramos en las aceras de nuestras ciudades! ¡Y cuántos miedos, prejuicios e incoherencias, aun entre los que creen y se profesan cristianos, contribuyen a herirlas aún más! También en nuestro tiempo hay tanta marginación, hay barreras que derribar, ´lepras´ que sanar", dijo. "Pero, ¿cómo?", se preguntó. "Veamos lo que hace Jesús. Él realiza dos gestos: toca y sana", agregó.
Subrayó la importancia de la caridad “escondida de cada día, esa caridad que se vive en la familia, en el trabajo, en la parroquia y en la escuela; en la calle, en las oficinas y en los negocios; esa caridad que no busca publicidad y no tiene necesidad de aplausos, porque al amor le basta el amor”, de la cercanía y de la discreción. Y llamó a seguir el ejemplo de la santa María Antonia de Paz y Figueroa. “Fue verdaderamente una caminante del Espíritu. Recorrió miles de kilómetros a pie, a través de desiertos y caminos peligrosos, para llevar a Dios. Hoy es para nosotros un modelo de fervor y de audacia apostólica. Cuando los jesuitas fueron expulsados, el Espíritu encendió en ella una llama misionera basada en la confianza en la Providencia y en la perseverancia”, destacó.
“Invocó la intercesión de San José y, para no cansarlo demasiado, también la de San Cayetano. Por este motivo introdujo su devoción y su primera imagen llegó a Buenos Aires en el siglo XVIII. Gracias a Mama Antula este santo, intercesor de la Divina Providencia, se hizo camino en las casas, en los barrios, en los transportes, en los negocios, en las fábricas y en los corazones, para ofrecer una vida digna a través del trabajo, la justicia, el pan cotidiano sobre la mesa de los pobres. Estaba convencida -como le gustaba repetir- de que la paciencia es buena, pero mejor es la perseverancia”, evocó. “Recémosles todos a María Antonia para que nos ayude mucho”, pidió. “Y que el Señor nos bendiga a todos”, concluyó, en un sermón que pronunció en italiano.
Luego, llevaron las ofrendas Claudio Perusini, que gracias a un milagro por su intercesión se curó de un ACV, su esposa e hijos. Natalia y Leandro, representantes legales de las obras de Mama Antula y Dolores Rodríguez del Busto que representa el refugio de María que es un hogar para mujeres en situación de calle que funciona en la Santa Casa. Y familiares de Mamá Antula: Luisa Sanchez Sorondo, Jorge Bayá Casal y Silvia Paz.
Entre los asistentes, también estuvo un grupo grande de empresarios venidos especialmente para la ocasión, liderados por Daniel Funes de Rioja, presidente de la UIA, así como Manuel Wirtz y Leo Dan, que compusieron la canción en homenaje a la nueva santa.
Presencia rafaelina
Entre la multitud estimada en 7.000 personas en la Basílica San Pedro del Vaticano, entre los cientos de argentinos presentes en la ceremonia hubo presencia rafaelina. Se trata del empresario Oscar «Pacha» Parra, ex presidente de ACDE (Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas) Rafaela.
«La ceremonia canonización fue emotiva, linda, histórica, congregando a muchos argentinos, especialmente de la provincia de Santiago del Estero. Al final, nos fue a saludar el presidente Milei y también la canciller Diana Mondino. Pedimos para que Mama Antula ilumine a los argentinos y por la paz en el mundo», destacó Parra ante la consulta de un cronista de CASTELLANOS.
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