El Museo del Deshollinador, único en Italia, es un edificio de piedra de singular belleza, de dos niveles, ubicado en el sugerente parque de Villa Antonia en el centro de Santa María Maggiore, en la provincia de Verbano-Cusio-Ossola. Presuntamente, el cuerpo del museo original es coetáneo con el edificio de Villa Antonia -finales del 1700- y constituía la cochera. Propiedad del municipio, está gestionado por la Asociación Nacional de Deshollinadores.
Inaugurado en 1983 y renovado y ampliado en 2005, cuenta, a través de herramientas, objetos, publicaciones y sugestivos testimonios, el arduo trabajo de una figura, ahora casi desconocida, que marcó la historia del Valle Vigezzo durante siglos, de un trabajo tan duro como indispensable en la prevención de incendios, que se remonta al siglo XIV.
Los primeros deshollinadores fueron los Vigezzini, que encontramos por Europa en la primera mitad del 1500. La aportación de los niños siempre fue decisiva en esta profesión, quienes, con su pequeña estatura, lograban deslizarse dentro las capuchas. y asegurar un trabajo preciso con la escofina y el cepillo.
El nuevo Museo presenta un recorrido interactivo que involucra al público en una visita multisensorial que activa la participación directa de los visitantes. Este itinerario, basado en la experiencia perceptual, constituye una novedad absoluta de acercamiento a un tema histórico-social como el de los Deshollinadores y permite que este se cuente entre las propuestas museísticas más innovadoras de la Región Piamonte.
El Museo del Deshollinador presenta, en la planta baja, una exposición de herramientas, ropa, pinturas y objetos que reconstruyen la historia y el significado de la profesión del fumista, incluso en el contexto de la emigración de Vigezzo. Una gran vitrina recoge los obsequios que traen los limpiachimeneas de todo el mundo con motivo del Encuentro Internacional Anual de Deshollinadores, que se celebra cada primer fin de semana de septiembre: chimeneas de terracota de diversas formas y tamaños, estufas de época, vidrieras y carteles de antiguas tiendas abiertas por deshollinadores de Vigezzo en Holanda o Alemania, fotografías en blanco y negro de principios del ‘900.
En la primera planta, el Museo ofrece un recorrido multisensorial a realizar con audioguías, con un corte fuertemente emocional: el visitante entra en una chimenea horizontal, escucha el ruido del cepillo y la escofina, revive la melancólica miseria de los pequeños deshollinadores, mete la cabeza dentro de una chimenea y finalmente, como experiencia de contraste, se involucra en la epopeya de las familias de Vigezzo que, practicando esta profesión, lograron la riqueza. Un viaje muy emotivo que fascina a grandes y pequeños y que hace reflexionar, rindiendo la visita al Museo del Deshollinador una experiencia única.