Agro

La chicharrita “africana”: una nueva señal de alerta para el maíz

Diario Castellanos en el Congreso de Aapresid.-El auditorio Syngenta es uno de los más grandes del Congreso Aapresid 2024, con capacidad para unas 350 personas.
Este martes por la mañana, en el inicio del evento anual de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), lució colmado, incluso con personas paradas.
Esto motivó la charla “Chicharrita: la nueva variante en Brasil, y estrategias de control biológico”.
La afluencia de público fue numerosa, en una muestra de la preocupación que genera el insecto que causó estragos en la cosecha de maíz 2023/24 en Argentina, y que genera temor para la próxima campaña, cuando se espera un derrumbe de la siembra precisamente por ese motivo.
La nueva luz amarilla
Moderada por el experto fitopatólogo de la consultora Halcón, Roberto Peralta, la conferencia contó con la presencia de dos técnicos de origen brasileño: Camila Francovig, de Gaia Agrosolutions; y Marcelino Borges, de la firma Koppert.
Francovig fue la encargada de detallar lo que está sucediendo con la aparición de una variante de la chicharrita que, si bien todavía no está generando problemas en los cultivos, se teme que eventualmente pueda hacerlo.
Según la experta, se detectó por primera vez en la cosecha 2022/23, en el Estado de Goias, uno de los mayores productores de maíz de Brasil.
Luego, comenzó a ser vista en otras regiones agrícolas, como Paraná, Rio Grande do Sul, San Pablo y Santa Catarina.
De acuerdo con Francovig, “a campo es muy difícil identificarla”, porque es muy similar a la chicharrita del maíz tradicional; es decir, Dalbulus maidis.
Una clave en este contexto es que ya se ha determinado que es un insecto que puede portar el virus del Rayado Fino del Maíz y también fitoplasmas. Sin embargo, aún no se determinó si puede transmitirlo a las plantas de las que se alimenta, como sucede con Dalbulus maidis y el complejo de enfermedades que provocan el “achaparramiento del maíz”.
Además, Francovig aclaró que, por ahora, la población de esta chicharrita es mucho menor que la tradicional, que sigue siendo la más abundante y frecuente en los campos brasileños.
De todos modos, para evitar que sucedan problemas como los que ocasionó Dalbulus maidis en los últimos años, “dado que es un transmisor potencial de fitopatógenos a las plantas, la gestión recomendada es la misma que en Dalbulus; los agentes de control químico y biológico son los mismos”.
Esto significa una “gestión integrada de plagas”, con un abordaje desde diferentes frentes: eliminar plantas huésped, unificar momentos de siembra, seleccionar híbridos resistentes, hacer tratamiento de semillas, aplicar insecticidas con rotación de principios activos y sumar biológicos, entre otros aspectos.
Por su parte, Borges hizo foco en la chicharrita del maíz “tradicional”, sobre la que mencionó que hoy en día es la problemática más fuerte, “porque no tenemos una solución para eso”.
Desde su punto de vista, el principal problema con esta plaga y que “a veces se subestima” es que su migración es grande y es “el mayor desafío”.
También coincidió con Francovig en que la “asociación de herramientas es extremadamente necesaria”, lo que significa “combinar todo” lo que se refiere a prácticas agronómicas. Como ejemplo citó que es clave unificar las fechas de siembra, porque “si no la plaga siempre encuentra un cultivo donde crecer y afectar”.
En este contexto, fue que hizo foco en los controles con productos biológicos, enumerando sus ventajas: ayudan a manejar las resistencias, pueden impactar tanto en ninfas como en insectos adultos, poseen acción prolongada y residual, y se asocian más fácil con otros productos.
Al respecto, presentó un nuevo producto que está trayendo Koppert a Argentina, Mulsanne, formulado en base a un hongo, para el manejo de Dalbulus maidis, y que es letal para el insecto.

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