Javier Milei es una continua fuente de sorpresas para la oposición. La mayor parte desagradables. Cuando se esperaba que utilizase el atril instalado en la Cámara de Diputados para descargar otra de sus exorbitadas diatribas y agravios contra la "casta" y escalara el conflicto, propuso una suerte de pacto sobre acuerdos generales para una imaginaria refundación de la Argentina.
El ofrecimiento de ese acuerdo en el lejano mes de mayo sobre una serie de principios genéricos debe ser entendida en realidad como un alto el fuego que fue aceptado inicialmente por la mayoría de los gobernadores.
De esa manera puso en pausa una confrontación en peligrosa trepada, retomó la iniciativa, eligió a sus enemigos (el kirchnerismo y la izquierda), arrinconando al mismo tiempo a sus díscolos aliados "dialoguistas". Mientras los bloques de Unión por la Patria asistieron mudos a un vapuleo que ningún Presidente anterior se había animado a infligirles en su propia casa, los "dialoguistas", también mudos, fueron "invitados" a reconsiderar su postura.
El Presidente insistirá por lo tanto con iniciativas para un uso de la motosierra autorizado por ley. Tras haber perdido el primer round volvió a pararse en el centro del ring. No hacerlo hubiese sido exponerse a que los legisladores lanzaran una contraofensiva y aprobaran proyectos de autoprotección, riesgo que en los hechos no ha desaparecido. El antídoto para ese mal sigue siendo el arreglo fiscal con algunos gobernadores con votos disponibles en ambas cámaras.
En su discurso Milei recordó que había podado el 98% de las transferencias no obligatorias de fondo a los estados provinciales. La idea es que los gobernadores reconsideren si la confrontación es redituable. El chubutense Ignacio Torres comprobó de primera mano que ese camino no es el mejor y varios de sus colegas se están convenciendo de lo mismo.
Los patagónicos que al principio habían acompañado a Torres en la absurda amenaza de cortar el petróleo y el gas al resto del país, lentamente lo fueron dejando solo. Algunos como el rionegrino Alberto Weretilneck ya tendieron lazos con el Ministerio del Interior para buscar una salida a este tipo de conflictos. Se trata de gente práctica que sabe que los problemas de plata se arreglan con plata.
Después de hundir la ley "Bases" la oposición no K, en su mayoría peronistas disidentes o fuerzas provinciales de corte populista, intentará en los próximos días rechazar en el Senado el DNU 70 que puede darse prácticamente por liquidado.
Milei volverá a la carga con proyectos similares. Ratificó que no renuncia al cambio por más resistencia que ofrezcan los políticos, los lobbies y los factores de poder afectados y que expondrá a quienes hicieron campaña con el cambio, pero terminaron votando contra él, mensaje especialmente dirigido a legisladores del PRO y la derecha muchos de los cuales se retiraron del Congreso en silencio. No era para menos, en ese sector hay un factor adicional para sembrar preocupación entre diputados y senadores: lo que está en juego más allá de la sanción de proyectos es un cambio de liderazgo.
"No negociamos el cambio" y "ante los obstáculos no frenamos sino que aceleramos" fue el corazón de la retórica presidencial. Sin embargo, la idea principal es ganar tiempo para que una recuperación lenta pero sin pausa de la macroeconomía permita en los próximos 60 días ofrecer al menos una expectativa más alentadora a la sociedad.
En suma, los que rebajan a Milei al rango de "loquito", de profeta bíblico de imitación o de energúmeno sagrado entregado al culto de la libertad se verán una y otra vez sorprendidos por la astucia con que sigue adelante a pesar de una orfandad de poder institucional sin precedentes.
Uno de los que pudo comprobar en carne propia este fenómeno fue el gobernador cordobés Martín Llaryora que había hecho punta en la rebelión en diputados contra la eliminación de los controvertidos fondos fiduciarios, hipercajas de los políticos. Milei no sólo expulsó del gobierno a sus allegados, sino que también le armará el escenario del "Pacto de Mayo" en su provincia, donde antes el macrismo y ahora el mileismo son electoralmente muy fuertes.
Otra prueba de que por muy "anticasta" que se diga el Presidente no deja ningún detalle del espectáculo político librado al azar fue su presentación en el Congreso. Las cámaras de televisión de los canales de diputados y Senado fueron sacadas del juego y la trasmisión estuvo a cargo de la TV pública que privilegió a los que apoyaban al Presidente. La izquierda en la plaza quedó al margen de toda la puesta en escena y los palcos estaban llenos de libertarios. Los medios que habían vaticinado una recepción hostil y escandalosa contra Milei también terminaron sorprendidos. Como los políticos.
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