Tres delincuentes sorprendieron a las víctimas cuando estaban por cenar. Les llevaron gran cantidad de pertenencias y dinero. El hecho ocurrió en una vivienda de la zona rural. Los integrantes de la familia fueron privados de la libertad y golpeados. Se recuerda que días pasados habitantes de un campo le dieron muerte a un sujeto que presuntamente había llegado con otro para cometer un ilícito en Felicia.
(El Litoral) La del sábado fue una verdadera noche de terror para un matrimonio y su hija, los que fueron sorprendidos por un grupo de delincuentes que se les ganó en el interior de su domicilio, en un grave suceso ocurrido en la zona rural de la ciudad de Recreo.
Todo comenzó cerca de las 21 en una típica vivienda rural ubicada en Mitre 1900 (esto es en cercanías del cementerio) donde un hombre de 77 años, su esposa de 76 y su hija de 57 se disponían a disfrutar de una cena. Fue entonces cuando de repente comenzaron a escuchar golpes en distintas aberturas de la casa. Con lógico temor salieron a ver qué estaba ocurriendo y se vieron sorprendidos por tres desconocidos que aparecieron con los rostros cubiertos con barbijos. En cuestión de segundos los intrusos tomaron el control del lugar. Bajo amenazas con armas de fuego los delincuentes maniataron a las dos mujeres y las obligaron a tirarse al piso. Lo mismo hicieron con el hombre de la casa aunque a éste lo golpearon para que revele el lugar donde tenía el dinero producto de la "venta de unas tierras", según gritaban los malvivientes.
Como pudieron las víctimas explicaron que no había ningún dinero. Ante lo cual los desconocidos requisaron los distintos ambientes de la propiedad donde causaron un gran desorden.
Finalmente se terminaron llevando varios elementos tales como un compresor; una amoladora; un microondas; un televisor de 32 pulgadas; un nebulizador; un generador de electricidad; una soldadora; un taladro; herramientas varias; un grupo electrógeno marca Honda y la suma de veinte mil pesos efectivo. Una vez que el hecho fue puesto en conocimiento de la policía, al lugar arribó personal de la Agencia de Investigación Criminal que comenzó con sus labores de rigor. En tanto se solicitó la presencia de una ambulancia para que su personal asista a las víctimas ya que presentaban problemas de presión.
En Guadalupe
Todo comenzó como un inocente pedido. "¿Hace tanto calor... podemos pasar a tomar un vaso de agua?". Pero en rigor se trataba de una trampa, que por poco no resultó mortal. Esto fue lo que le pasó a Juan José (75), un jubilado que vive solo en una modesta vivienda ubicada en Hernandarias al 800, esto es, en el corazón de Guadalupe residencial. La agobiante tarde del sábado estaba llegando a su fin, cerca de las 20, cuando dos mujeres (una de ellas llevando en brazos a una criatura) llegaron hasta el domicilio del hombre, golpearon las manos y formularon el pedido ya mencionado (el vaso de agua). Incauto, el dueño de casa las hizo ingresar ignorando el infierno que se aproximaba.
Una vez adentro de la propiedad las recién llegadas comenzaron a recorrer el lugar, cada una por su cuenta y entablando diversas conversaciones, en una típica maniobra de distracción.
Los problemas comenzaron cuando Juan advirtió que uno de sus teléfonos celulares (tenía dos) ya no estaba en su lugar. Ni bien reclamó por él, las chicas (ambas tienen entre 20 y 23 años) reaccionaron de la peor manera. "Yo les dije que me devuelvan el teléfono, que si no aparecía de inmediato iba a llamar al 911. Entonces ellas me contestaron que llame tranquilo, porque no tenían nada que esconder", comentó Juan a El Litoral. "Como los minutos fueron pasando y el teléfono no aparecía me decidí y llamé al 911. Y ese fue el detonante. Al escuchar que estaba hablando a la policía, estas chicas prácticamente se enloquecieron".
"Una de ellas agarró una botella de cerveza y me la rompió en la cabeza. Después agarró otro envase de porrón y me lo volvió a romper en mi cabeza. A todo esto la otra chica agarró una olla pesada de hierro que tengo y me pegaba en la espalda y en todos lados". "Lo peor fue cuando una de estas tipas agarró uno de los picos rotos de las botellas y me pegó un 'puntazo' acá en el pecho, arriba de la tetilla. Yo no pude hacer nada... tampoco quería defenderme porque sé que si las llegaba a tocar pierdo", reflexionó.
En medio de ese pandemonium se produjo el arribo de un patrullero. Los uniformados rápidamente tomaron cartas en el asunto aunque recibieron una muy confusa versión de los hechos.
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